El ensayista y poeta Milan Kundera (Brno, República Checa, 1929) en su ensayo de 1945 presentaba una Europa geográfica que siempre ha estado dividida en dos mitades que han evolucionado cada una por su lado; una de ellas, vinculada a la antigua Roma, con el alfabeto latino y a la Iglesia católica como seña de identidad, y la otra mitad, unida a Bizancio, la Iglesia Ortodoxa y el alfabeto cirílico, esto es lo que afirma el autor en “Un Occidente secuestrado. La tragedia de Europa central”. Ahora, este título regresa, publicado al castellano junto a otros de sus ensayos, bajo el sello editorial Tusquets.
En “Un Occidente secuestrado” el novelista checo se aventura a dibujar las fronteras entre las dos Europas, y cómo ésta se desplazó varios cientos de kilómetros al oeste, al punto de que los habitantes de esta mitad siempre creyeron ser occidentales en cultura y tradición, hasta que un día despertaron para constatar que eran del este, pobladores sorprendidos del territorio cultural que el autor llama Europa Central.
Este ensayo no vio la luz sino hasta 1983, 38 años después de haber sido escrito, y tan solo un año antes de que Kundera publicará su novela más reconocida, “La insoportable levedad del ser”, durante un periodo de seis años en el que el escritor permaneció en Francia en carácter de exiliado de su natal Checoslovaquia, lo que le sirvió el autor como punto de exposición entre intelectuales y lectores occidentales.
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“Todas las naciones europeas corren el riesgo de convertirse pronto en pequeñas naciones y sufrir el destino de estas. En ese sentido, el destino de Europa central aparece como la anticipación del destino europeo en general, y su cultura adquiere de inmediato una gran actualidad” Milan Kundera.
Esta serie de ensayos, ahora publicados bajo el sello de Tusquets, busca acercar al lector al pensamiento de Kundera. Su paso por el territorio francés le permitió al ensayista comenzar a publicar en ese idioma en el año de 1993, con “La literatura y las pequeñas naciones”. En este título, que llegó justo después de la caída del comunismo, el autor decidió alejar su prosa de los temas políticos para enfocarse en temas culturales y comenzar su paso de lleno a la novela.
De acuerdo con el trabajo de Milan Kundera, las revueltas que sucedieron en la Europa central contra los soviéticos durante la segunda mitad del Siglo XX, en la llamada Revuelta Húngara (1956), fueron la clave distintiva que encaminó este lado de Europa; así como la posterior llegada de la Primavera de Praga (1968) y las sublevaciones polacas, que se suscitaron con periodicidad por décadas. Kundera puntualiza que dichas revueltas fueron iniciativa de los ciudadanos y buscaban, sobre todo, preservar la identidad cultural de cada país.
En “Un Occidente secuestrado”, el escritor se encarga de visibilizar la intersección del impero ruso, que, asegura el autor, tenía como objetivo que Europa central perdiera parte o toda de su identidad, como un territorio marcado por la tradición multicultural que dejó a su paso el Imperio Austrohúngaro. En sus ensayos, Kundera ha expuesto en diversas ocasiones cómo se creó un estado sólido en el territorio central.
Kundera ha afirmado que los austriacos estaban divididos entre seguir “el arrogante nacionalismo de la gran Alemania” o su propia visión central de Europa; como resultado, no lograron construir un estado federal de naciones iguales. El escritor ve este intento como un fracaso para el continente entero, lo que permitió la división del imperio, que, en su fragilidad, permitió ser subyugado primero por Hitler y luego Stalin.
A esta fragilidad de los pequeños territorios, dedicó un segundo ensayo, titulado “La literatura y las pequeñas naciones”, que el mismo Milán Kundera se encargó de presentar en el Congreso de Escritores en Praga (1968). El autor checo se encontraba preocupado por el “provincianismo literario y social” y planteó una serie de preguntas en su discurso, para concluir que la aportación cultural checa fue extraordinaria entre guerras.
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“¿No habríamos aportado más a la humanidad si hubiéramos unido nuestra energía creadora a la de una nación más grande, cuya cultura estuviera claramente más desarrollada que la cultura checa? ¿Han valido la pena todos los esfuerzos que hemos desplegado para resucitar a nuestro pueblo?” Milan Kundera en el Congreso de Escritores en Praga (1968).
Todo este pensamiento sobre una Europa dividida y la perspectiva checa del autor se consolidan en “Un Occidente secuestrado”, uno de sus ensayos más prominentes que llega justo en plena Guerra rusa contra Ucrania. En el texto, Kundera se encarga de revelar que mientras Centroeuropa disfrutaba de la máxima diversidad en el mínimo espacio, el concepto horrorizaba a Rusia, que ha basado su pensamiento en lo contrario.
En su ensayo, hace un retrato de Rusia, entre las tendencias centralizadoras, y sus sueños imperiales, y el comunismo como la culminación de su historia; irónicamente hoy, a 40 años después de que este trabajo viera la luz por primera vez, esas tendencias siguen intactas. El “Occidente secuestrado” de Kundera ganó notoriedad en 1983 e incentivó a que Europa central pasara a ser una referencia del vocabulario y realidad en general.
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