La novelista estadounidense Ottessa Moshfegh se ha convertido en una de las escritoras de moda durante los últimos años. Todo comenzó cuando publicó el título “Mi año de descanso y relajación”, pero antes de eso ya había sorprendido con “Mi nombre era Eileen”, dos historias en las que las psicologías de los personajes femeninos transitan entre lo complejo y lo retorcido, dos novelas donde sus protagonistas quieren huir y desaparecer.
La escritora debutó como guionista este mismo año con “Causeway”, una película protagonizada por Jennifer Lawrence; ahora, acaba de publicar una nueva novela, “Lapvona”, y también repite como guionista, pero en esta oportunidad adaptando su primera novela, la historia de Eileen, para una de las películas que más expectación ha generado en el Festival de Sundance.
La adaptación de “Mi nombre era Eileen” dirigida por William Oldroyd’s, el director de Lady Mcbeth, y protagonizada por Anne Hathaway y Thomasin McKenzie se caracteriza por su tratamiento del humor y por un homenaje a Hitchock. La protagonista de esta cinta la ha descrito como “Una mezcla de Carol y de Reservoir Dogs”, y la crítica se ha encargado de decir que es una obra cinematográfica, con ecos de Todd Fields, en relación con las mujeres de época y un final violento.
“Había visto Lady Macbeth y, como mucha gente, pensé que era lo más fresco que había visto en mucho tiempo. Cuando llegó el guion de Eileen tenía claro que lo quería hacer, pero además me pareció todo un desafío. Lo encontré muy oscuro y muy divertido, pero es complicado. Es tan inteligente, que me llevó algunas lecturas para sentir que lo había entendido todo”, Anne Hathaway.
En “Mi nombre era Eileen”, la novelista narra la historia de una adolescente inteligente y con una desbordante imaginación, hastiada de la apatía del lugar donde vive, modesta, perturbada y atrapada entre su papel de cuidadora de un padre alcohólico y su empleo administrativo en Moorehead, una correccional de menores cargada de horrores cotidianos.
Eileen templa sus tristes días con fantasías perversas y sueña con huir a una gran ciudad. Mientras tanto, llena sus noches con pequeños hurtos en la tienda local, espiando a Randy, un ingenuo y musculoso guardia del reformatorio, y limpiando los desastres que su padre deja en casa. Cuando Rebecca Saint John asume su cargo como nueva directora educativa de Moorehead, Eileen es incapaz de resistirse a esa milagrosa e incipiente amistad, y un crimen las convertirá en cómplices.
La película protagonizada por Hathaway (Eileen), presenta un minucioso ejercicio de estilo bajo las manos del realizador y la directora fotográfica Ari Wegner, quienes se encargaron de plasmar los episodios convulsos de una Eileen acorralada entre cuatro paredes. La encargada de ambientar esta cinta, fue la vestuarista Olga Mill, quien se dio a la tarea de conceptualizar los ambientes de los personajes, y la cárcel de esas mujeres necesitadas de atención.
Por otra parte, en su más reciente novela “Lapvona”, ambientada en una oscura aldea medieval de este de Europa, desarrolla diversas historias. Entre ellas, la de Marek, un muchacho contrahecho producto de una violación que debe sus deformaciones a que su madre intentó abortarlo colocándose hierbas tóxicas entre las piernas. Moshfegh considera que la obsesión con la muerte la ha llevado a crear protagonistas antisociales que se sienten alienados.
“En Lapvona, dejé de sentir que mis cuestiones espirituales eran peculiares, se convirtieron en algo completamente estándar. Me di cuenta de que esto siempre había sido así, que no soy la única que tiene una experiencia espiritual cuando contempla la muerte. Era tonto no tratar de expresar esto creativamente”, Ottessa Moshfegh.
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