El poeta gay que construyó un jardín paradisíaco en el “país donde todos desaparecen”

Miguel Ángel Lens fue un escritor y artista visual que pasó desapercibido en los 90 pero cuya obra (que en los últimos años empezó a ser estudiada) resulta fundamental para entender la cosmogonía gay en la Argentina pre matrimonio igualitario, cuando los edictos policiales todavía penalizaban la homosexualidad. Yire, chongos y militancia en estos poemas que, reunidos por primera vez, buscaban reivindicar el placer y “rescatar a lo gay de su destino burgués”.

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El poeta y artista visual
El poeta y artista visual Miguel Ángel Lens fue una de las figuras clave de la escena gay argentina de la década del 90.

“y hace el amor insaciable / con tipos tan extraños / que ni le preguntan / el nombre” Miguel Ángel Lens

Antes de la sanción del matrimonio igualitario, antes de la aparición de Grindr y las apps de levante, antes de que perdieran vigencia los edictos policiales que aplicaban toda la fuerza de la ley sobre cualquiera que en la vía pública se atreviera a doblar la muñeca, antes de todo eso, por décadas los gays se las arreglaron para florecer contra viento y marea.

Aunque la última dictadura argentina ya no ensombrecía el territorio con su represión omnipresente, la década del 90 fue una especie de limbo transicional entre las atrocidades cometidas en aquel entonces y los aires de cambio que vendrían con la llegada del siglo XXI. En ese intersticio que, para muchos, todavía seguía siendo demasiado oscuro como para que algo de nueva vida prosperara, el poeta y artista visual argentino Miguel Ángel Lens encarnó una militancia que, lejos de los partidos políticos y sus arcaicos mecanismos, buscaba reivindicar el placer y, como afirma el escritor Mariano López Seoane, “rescatar a lo gay de su destino burgués”.

A Miguel Ángel Lens -con ese nombre de polímata renacentista cuyas siglas, según remarca con humor uno de sus amigos, formaban la palabra “M.A.L.”- se lo solía encontrar repartiendo volantes y folletos, “mariconadas anarco rococó” repletas de poemas, dibujos y reclamos en marchas y manifestaciones a cualquiera dispuesto a recibirlos. Los dejaba, también, entre los estantes de las librerías de avenida Corrientes, escondidos bajo los bancos de las plazas o detrás de los cancioneros dominicales en las iglesias.

Pero, sobre todo, a Lens se lo solía encontrar en los márgenes de la ciudad; en la oscuridad de las calles que, en la noche, refugiaban a otros como él; en los cafés, plazas y baños de estaciones de tren que configuraban un código tácito y solo para entendidos; en pajonales, baldíos y matorrales, en la búsqueda incesante de sexo furtivo con extraños, ese “tesoro fugaz” más conocido como yire.

En la obra poética de
En la obra poética de Lens "se conjugaban armoniosamente lo callejero, el homoerotismo, y la denuncia permanente". (Archivo José Luis Lens)

“Soy el que poco susurra / poco silba poco deambula / poco pinta por las esquinas / de los barrios / pero cuidado que a veces / cuando la tarde se derrumba desierta / y el invierno se esconde en los zaguanes / más viejos / se me encienden en la cara / dos galaxias / como una mirada”, escribe Lens en uno de sus poemas que aparece en Tu muchacho tan soñado, libro en el que la editorial Blatt & Ríos reunió por primera vez toda su poesía publicada en vida, que abarca el período que va desde 1990 hasta 2009. Y remata: “El turbio deseo es puro anonimato”.

En el prólogo de Tu muchacho tan soñado, escrito por Mariano López Seoane, el escritor, traductor y crítico argentino define y analiza al yire bajo el lente poético de Lens: “Es un espacio en el que la vida se abre a la aventura, a lo no programado, al peligro y a la intensidad; en breve, a todo aquello que compete a la poesía. El yire ofrecía el antídoto contra la tendencia privatizadora, matrimonial y eminentemente burguesa de los movimientos lgbti+ contemporáneos (...). Proponía una experiencia en la que la identidad se esconde, o directamente se pierde, y los cuerpos se cruzan más allá y más acá de los signos de clase, de género y de orientación sexual”.

En los versos de Lens abundan bellos vagabundos, obreros toscos y tercos, chongos, colimbas y marineros; hombres marginales, de clases bajas y trabajadoras que buscan un desahogo en el anonimato de la noche; “muchachos que no ignoran / cuando arden de deseo / los jazmines del Edén”.

Ese jardín paradisíaco que el poeta construyó durante casi dos décadas en los escombros del “país donde todos desaparecen” es un lugar en el que se puede “ser hombre o mujer según deseo”; en el que el verde más vistoso no es el de las plantas, sino el tan temido como deseado oliva de los uniformes; donde, entre sus yuyos, “el eco de los chupones se escucha como zambullidas de rana”; un jardín en el que la miel es blanca y la nieve, tibia; un Edén en el que el chongo, jazmín de ese jardín, “la pasa mejor que Dios”.

Según cuentan sus amigos, Lens
Según cuentan sus amigos, Lens llevaba un look arriesgado para la época. “Cuando íbamos por la vereda de Corrientes, de espaldas nos silbaban como si fuéramos dos chicas”, dice una de sus amigas. (Archivo IIAC-UNTREF)

Además de reunir todos los libros publicados en vida por Lens, Tu muchacho tan soñado incluye un apartado final en el que cinco amigos y amigas del poeta lo homenajean con textos que narran sus primeros encuentros con él, la profunda influencia que tuvo en sus vidas y la forma en la que hoy, a doce años de su muerte, todavía lo recuerdan.

“Bajito y menudo, con un look fuerte y arriesgado para la época: pelo largo, remera cortita, jeans de botamanga ancha y zapatos con plataformas altas. Quedé impactado enseguida por su belleza y por el desparpajo gay de su labia. Era Miguel Ángel Lens”, escribe su amigo Alberto Retamar. Por su parte, su amiga Marta Muriago, que lo describe como “el Lorca argentino”, recuerda: “Cuando íbamos por la vereda de Corrientes, de espaldas nos silbaban como si fuéramos dos chicas”.

Néstor Latrónico, poeta y miembro del Frente de Liberación Homosexual argentino, aporta: “Miguel era realmente un mago, quizás un duende, un ser generoso hasta lo imposible, totalmente incapaz de crueldad, ironía o codicia. Por ello, por su inteligencia emocional, era un ser humano evolucionado”. Para él, el rechazo que la obra de Lens generó en el mundo de las letras argentinas no se debía tanto a su homosexualidad en sí, sino al hecho de que los generadores y receptores de su deseo fueran hombres “de la calle”.

“Asocié la falta de reconocimiento de su poesía con el hecho de que sus amantes eran casi siempre de clase trabajadora. Entonces recordé lo que había leído sobre Oscar Wilde: que en realidad lo habían condenado por sus encuentros con hombres ‘por debajo de su clase’ (o sea, criados, palafreneros, muchachos de la calle)... Esto, sentí, era lo inaceptable en los poemas de Miguel, quizá tanto o más que la temática gay. La clase media o alta literaria local no toleraba esos desbordes de clase”, escribe.

Durante su vida, tal vez a causa de un contexto todavía reticente a su contenido, la poesía de Lens no obtuvo el reconocimiento del público ni de la academia, algo que frustró al poeta durante sus últimos años. Pero en 2017, después de que fuera donada al archivo IIAC-UNTREF, su vasta producción artística empezó a apreciarse como lo que siempre fue, la obra prolífica de uno de los artistas argentinos LGBT+ más importantes de la década del 90.

Hoy, cuando ante nuevos y curiosos ojos, los lápices, tizas y crayones que decoran sus dibujos aún conservan indelebles su estridencia, leer la poesía de Miguel Ángel Lens es preguntarse, como lo hizo él mismo en uno de sus últimos poemas: “¿De qué color será tu ausencia cuando la eternidad se vaya?”.

Algunos poemas de “Tu muchacho tan soñado”, de Miguel Ángel Lens

“el escándalo de brian barlow”

la noche que a brian barlow

lo sorprendieron estaba casi desnudo

con su lenta belleza de veinte para arriba

hecha olvido dulce la mirada

y sus brazos en círculo lunar alrededor

de otro muchacho más bello que él

más joven que él más desnudo que él

disparando besos a la bóveda celeste

esa noche de brisa al sur

del costado oscuro del baldío

oleajes de luciérnagas se alzaban

en señal de aviso alerta alerta

le volaban

pero barlow estaba además

enamorado

y los ojos inquisidores mezquinos verdes

como focos de un falcon

no penetraban ajenos por su suavísima piel

ni a balazos rabiosos impotentes

de tanto negar el unisex universal o los buenos aires

que con penas bravas en esta tierra se soportan

pero qué hacer ahora que la música terminó

de tan sombría

qué hacer ahora que los dos estaban detenidos

por escándalo entre las latas públicas

entre los yuyos públicos y la resaca privada

“padre enfermo tengo en casa” les decía brian

a los verdugos para que se apiadaran

de un rato de amor en la penumbra

y “el pibe no es menor no es menor”

mas para la mayoría burlona los dos bellísimos

estaban en grande contravención

qué es eso dirían los mirones al día siguiente

qué es eso de hacer con un muchacho lo que se hace con mujer

¡adónde vamos a parar con tanta droga! y a un paso

del dos mil odisea terrenal bufaban por las esquinas

los perversos vecinos de su barrio

pero ni brian barlow ni el chico de los ojos color de azar

derramaron una sola lágrima clandestina ante

las credenciales silenciosas

La militancia de Lens no
La militancia de Lens no dependía de partidos políticos ni agrupaciones. (Archivo IIAC- UNTREF)

“El efebo constante”

cuando entre sus cábalas

y la madrugada

queda tendida la vigilia

su goce se propaga a lo largo

de las calles solitarias

y perfuma la brisa

con los jazmines pequeños

que le cuelgan de los cabellos

dentro de su mirada

se diluye el miedo

se derrumban las murallas

de la tristeza

y de las iluminaciones

de sus gestos

surgen aquellas sagradas figuras

de los frescos antiguos

de tanto en tanto sonríe

y sus dientes dejan

tras su brillante blancura

un rastro de retoños clavados

en las sombras huidizas

de los vagabundos

“Destellos”

extraño cosmos

donde un adolescente

enamorado

se maquilla

y enciende la sombra

de sus noches desiertas

con el rojo potente

de un lápiz de labios

“Ocaso”

con la silueta

de un muchacho desnudo

dibujada en la arena

me despido

del mar

Lens solía hacer intervenciones artísticas
Lens solía hacer intervenciones artísticas y repartir folletos y bolantes con sus dibujos y poemas en marchas y manifestaciones. (Archivo IIAC- UNTREF)

“Fuego en Dársena Sur”

lo que aquella madrugada en el puerto

cambió el rumbo de mi destino nocturno

dejándolo encadenado para siempre

a un vertiginoso recuerdo

de deseo hecho cenizas

fue un fogoso soldado

de temible verde oliva

quien por tierno equívoco

desde una garita

me gritó: “¡muñeca...

no te mueras nunca!”

“Bello y despierto”

yiraba a toda hora por la calle Lavalle

se levantaba todo lo que encontraba

en su recontrajunado camino

pero un día dijo basta

y entró al seminario

a levantarse a

Dios

“El ave Fénix”

nada más inocente

que el sexo

¡Ave Sexo!

todas las grandes alegrías

vienen de Él

y se deslizan purísimas

por las sedientas gargantas

como una cálida blanca miel

de muchachos que no ignoran

cuando arden de deseo

los jazmines del Edén

“Cine Arizona”

hay polvo y calentura

en los vaqueros ajustados

de los bandidos del Lejano Oeste

las butacas están llenas

de muchachitos

y la chica

soy yo

Además de su vasta obra
Además de su vasta obra como artista visual, Lens escribió libros como "Jaschou", "Arolá", "Sed de Querelle", "Halagabal" y "Quince breves poemas de seda y de verano". (Archivo IIAC- UNTREF)

“La autopista de Éfeso”

ningún mariquita enamorado

coje dos veces

con el mismo

camionero

apurado

El gay trinar

para un mariquita indeciso

no debe haber nada mejor

que un chonguito seguro

“Ráfaga”

ronda nocturna

corazón de todos los levantes

desde una veloz ventanilla

un mono me grita: ¡putooo!

pero surge un fogonazo

y estalla el deseo:

¿dónde?

“Regla de oro y brillantes”

a un mariquita

que no sabe ser feliz

no hay que agredirlo

ni con el pétalo

de un jazmín

Miguel Ángel Lens durante su
Miguel Ángel Lens durante su infancia en el río. (Archivo IIAC- UNTREF)

“El cielo subterráneo”

un pendejo

se ha perdido

ay qué calamidad

(en el baldío de la otra cuadra

con un chongo y de rodillas)

seguro que lo encontrarán

“Por amor a Góngora”

chongo es el jazmín en flor

si hermoso más vividor

en el jardín

del trolín

la pasa

mejor

que

Dios

“Ellos”

esbeltos

finísimos

de piel blanquísima

con un intenso perfume

seduciendo a la agitada brisa

provocando al arrebatado viento

bisexuales bajo el sol poderoso

o andróginos ante la inclinada llovizna

así los sorprendí hoy

excitadísimos entre

las multicolores sombras

de la tarde

y completamente

desnudos

así los sorprendí:

a los jazmines

Quién fue Miguel Ángel Lens

♦ Nació en Buenos Aires, Argentina en 1951, donde falleció en 2011.

♦ Fue poeta y artista visual.

♦ Escribió libros como Jaschou, Arolá, Sed de Querelle, Halagabal y Quince breves poemas de seda y de verano.

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