Con un par de diarios, ensayos y otros textos centrados en su especialidad, teoría e historia del arte, y un período como catedrático en la Universidad de Murcia, Miguel Ángel Hernández acaba de publicar su cuarta novela, “Anoxia”. Esta publicación representa un parte aguas, después del éxito de “El dolor de los demás”, en la que narraba la reconstrucción de un crimen inexplicable al que fue cercano en su adolescencia.
Su nueva novela está escrita en tercera persona y, contrario a lo que ocurrió en su anterior trabajo, el autor ha declarado no poderse reconocer en ninguno de los personajes. Sus dos obras anteriores de ficción, “Intento de escapada” y “El instante de peligro”, las vinculó con el mundo del arte, pero en su nuevo texto profundiza en la protagonista, ofrece varios hilos simultáneos y un escenario que ahoga.
La novela “Anoxia” comienza diez años después de una trágica muerte, la del marido de Dolores Ayala, propietaria de un viejo estudio fotográfico que se ha quedado sin clientes, en el que recibe el encargo más insólito de toda su carrera: retratar a un difunto el día de su entierro. Al aceptar la tarea, conoce a Clemente Artés, un excéntrico anciano obsesionado con recuperar la antigua tradición de retratar muertos.
“No he tenido ninguna experiencia profesional, pero siempre me han interesado ese tipo de espacios que se quedan en ninguna parte. Vienen de la tradición de la fotografía y tienen que ver con el arte, pero se relacionan más con la función social de la imagen. Cuando se democratiza la fotografía y todo el mundo se hace fotógrafo, parece que pierden su función y, sin embargo, resisten”. Miguel Ángel Hernández.
Dolores se adentra en esa práctica olvidada, experimentará el tiempo lento del daguerrotipo y aprende que las imágenes son necesarias para recordar a quienes ya no están; a la par descubrirá que algunas de ellas guardan secretos oscuros que jamás deberían ser revelados,y, sobre todo, se enfrentara al recuerdo de muertos inquietos que no cesan de moverse y a veces se abalanzan sobre la memoria de los vivos.
De fondo, mientras todo sucede, el mundo se desmorona y unas inundaciones sorprenden al pequeño pueblo costero de Dolores; poco después, aparecen en la orilla de la playa miles de peces muertos. El temor de un futuro incierto se apodera del ambiente y mientras todo a su alrededor se desploma, Dolores, atravesada por el duelo, trata de encontrar en la fotografía el modo de levantarse y recuperar aliento.
“Gracias al dolor de los demás, ella va haciéndose cargo de su propio dolor. Parece que a veces no sirve empatizar con el otro para ser conscientes de cuáles son nuestros traumas, cuáles son nuestras cosas que incluso no podemos ni siquiera nombrar, y mucho menos figurar mentalmente”. Miguel Ángel Hernández en entrevista con Onda Regional.
Anoxia es el término médico que define la falta de oxígeno, esto es una alegoría sobre la perdida de Luis y el viaje de Dolores en compañía de sus modelos post mortem. En la novela, el escritor, dibuja el viaje por un escenario murciano enfocado en lo tradicional del litoral y el pueblo costero. En la novela la protagonista se verá obligada a comenzar a romper la coraza que ella misma ha construido, y retomar así la alegría y confianza como en su juventud.
Esta novela es el gran regreso de Miguel Ángel Hernández a la ficción. Una historia en la que se olvida por momentos de su oficio dedicado al arte y hace de esta entrega un relato que transita entre las fronteras de la vida y la muerte, sobre la memoria y la culpa, sobre la presencia asechadora del pasado en el presente y una historia sobre la constante búsqueda de una bocanada de aire para poder seguir.
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