A veces pareciera que en cuanto al sexo no importa más que hacerlo y ya está. No le prestamos mucha atención y lo hacemos casi que por inercia. En algún punto de nuestra vida, y esto suele iniciar en plena adolescencia, consideramos que con la práctica basta, pero hay mucho que dejamos de lado. Alexandre Lacroix cree que pasar de primera a quinta base en un salto es todo un error y a sus 47 años de edad explica por qué en el libro “Aprender a hacer el amor”, un ensayo sobre sexo en la era del porno.
El francés promete dar las pistas para conseguir “el sexo perfecto”, y retoma algunos de los clásicos de la literatura para ejemplificarlo, como Ovidio y la tradición taoísta; trae sus enseñanzas al tiempo actual, uno en el que, según el autor, el sexo se encuentra empapado del “Freudporno”. En este viaje, Lacroix se encarga de establecer una serie de reflexiones que prometen una correcta apertura al panorama sexual.
El francés establece, desde las primeras páginas, que aprender a hacer el amor no es una cuestión de lleno para el campo de la sexología o la psicología, y no lo es tampoco para el de la filosofía. En “Aprender a hacer el amor” (Arpa Editores), el autor presenta cómo desde la antigüedad los grandes pensadores, con Sócrates a la cabeza, ya buscaban la definición de la buena vida.
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“En el libro trato aspectos diferentes del sexo de una forma que no es la mayoritaria, la que llamo “freudporn”. Si te quieres salir de ese camino hay una serie de cosas que puedes hacer, entre otras, saltarte el guion. También integrar la idea de que no hay necesidad de estar todo el rato inmerso en la interacción. Se puede parar, tomar un vaso de vino, volver... Otra cosa muy importante es deshacerse de la idea de que hay un objetivo, una meta. Que tienes que dar un orgasmo al otro. Esto no es un trabajo en el que se te evalúa por tu rendimiento al final” - Alexandre Lacroix en entrevista con La Razón.
El libro establece que, en aquel tiempo remoto, la vocación primordial de la filosofía era ofrecer representaciones de la vida por las que realmente valía la pena existir, un camino que Lacroix expone como descuidado ante el ritmo de los tiempos modernos. Y bajo este argumento, el autor busca representar y revelar lo que podría ser la descripción filosófica del buen sexo, o del encuentro perfecto.
En “Aprender a hacer el amor”, el autor presenta una serie de breves capítulos, en cada uno de los cuales aborda una faceta o un momento de la relación sexual, entre ellos, los preliminares, el ritmo, los cambios de posición, las conversaciones, la dominación, el orgasmo. El ensayista no evade ningún tema y los retoma desde la perspectiva filosófica, y arroja la luz sobre lo que nos determina y obstaculiza en el acto.
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Lacroix hace de toda su experiencia en el campo filosófico una completa reflexión sobre el goce, la empatía y la creatividad en las relaciones sexuales. Toda esta construcción del francés deviene en un mundo anfípodo, en el que la sexualidad es entendida como una mercancía, algo tan común en nuestra época, donde el placer es consumido como cualquier otro producto, en medio de un panorama de la hipersexualización en redes y el sistema capitalista del sexo.
En el ensayo, Alexandre Lacroix se encarga de establecer sus argumentos narrativos con base a historias personales, pero también de mano de figuras reconocidas del pasado y lo contemporáneo como Aristóteles, Michel Houellebecq, Andrea Dworkin, Arthur Schopenhauer o Immanuel Kant, para presentar al sexo como un arte vivo en el que confluyen la creatividad y el performance.
Al ritmo de las páginas, el autor expone, bajo su juicio, cómo el sexo se ha convertido en un acto sobre analizado desde el punto de la biología, al tiempo que establece que el acto en sí también puede ser visto desde una dimensión ambiental, cultural y hasta política.
Lacroix se sumerge en las aguas de la consulta, entre libros, productos propios de nuestro tiempo y la historia, donde se han plasmado encuentros apasionados, mecánicos, violentos que han encaminado a entender el coito, en su práctica.
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