Su vida supera la trama de cualquier tragedia griega. Tres hijos muertos, tres esposos malandras, un atentado y la irremediable caída al vacío que la corrió de las marquesinas y de su propio eje. Para siempre.
Parece una película pero no. Esperanza Iris, la novela histórica escrita magistralmente por la periodista y escritora Silvia Cherem es real y cuenta la vida de una cantante y actriz mexicana nacida a finales del siglo XIX. En la historia, la protagonista habla en primera persona y en su andar se devela una existencia que supo encandilar en lo más alto pero que descendió a los mismos infiernos hasta transformarse en olvido.
“¿No habré ya sufrido suficiente? Todo, lo he tenido todo. Todos los triunfos y también todos los más amargos pesares. He sepultado a mis 3 hijos. Tres tumbas de mis entrañas. Tres motivos que me condenan a arder en llamas”. Y encima, como si todo esto fuera poco, después llegó Paco…
La propuesta de Cherem sorprende por lo bello de su relato, por la solidez documental de los hechos- sin fisuras- y por qué además rescata del olvido a esta mujer que fue única en su época. Una auténtica diva que en 1917, con capital propio, edificó uno de los teatros más emblemáticos de la Ciudad de México, hoy en pie.
La escritora permite adentrarse en la piel de los personajes y sentir la adrenalina de esa existencia gloriosa e infame que se eleva hacia la cima -esa que todos anhelamos - y a la vez, se desgarra en un cuarto oscuro y triste en medio de la soledad más extrema, como un viaje en montaña rusa pero sin rulemanes.
Pero, cómo se pasa de tenerlo todo a la nada misma? Aquí los lectores podrían pensar qué hay mucho de fantasía o ficción en esta historia. Que no es posible que a una sola persona le sucedan todas estas desgracias juntas y, aun así, siga. Bueno, no.
La historia que cuenta Cherem es absolutamente cierta: sus tres hijitos murieron, los maridos se aprovecharon de su dinero y de su fama y el último, el peor, se llevó todos los premios: Francisco “Paco” Sierra, la luz de sus ojos, 25 años menor que ella, y más delincuente que otra cosa.
La reina, la diva, la mujer enorme dedicó sus últimos años a dilapidar su esquilmada fortuna y su fama cansada, en la defensa estéril de este desgraciado que, con su último golpe, termina por dejarla en carne viva. Sin embargo, la historia continua de una manera inesperada y Esperanza sigue y sigue contra viento y marea.
El último golpe de Paco: resulta que al tipo se le ocurre planear un atentado. ¿Pero dónde? ¿Cómo? ¿Para qué? Lo cierto es que el plan no sale según lo esperado: “Paco siente que un látigo lo machaca, lo electrocuta. Transpira copiosamente, se quita y se pone los anteojos, se muerde las uñas hasta sangrar. (…) Nadie tiene derecho a llamarme asesino, no pueden vestirme de monstruo. ¡Esperanza ayúdame! Mueve cielo mar y tierra. A ti todos te escuchan, te lo imploro (…)”
Finalmente, ese amor contrariado que los unió no fue hasta que la muerte los separe. Pero eso es un giro que el lector deberá desentrañar cuando se encuentre con esta tremenda historia. Leerla minuciosamente revelará hasta qué punto Esperanza Iris se aferró a este tronco podrido hasta su último suspiro.
Y sí… sobrevivir al propio espanto, a veces, es posible. ¿Será entonces que, si “la hija predilecta de México” pudo con todo esto, nosotros también podamos? Ya lo dijo Don Quijote: “Sábete Sancho que todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas; porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien ya está cerca…”.
La cosa no termina, hasta que termina.
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