Después de ser finalista del Premio Man Booker en 2013 por “El efecto del aleteo de una mariposa en Japón”, la sacerdotisa budista, cineasta y novelista, Ruth Ozeki alcanzó una gran repercusión internacional. Pasaron diez años para que se volviera a publicar en español uno de sus títulos, “El libro de la forma y el vacío”, su más reciente trabajo, que vio la luz en su idioma original en 2021.
En este nuevo lanzamiento, Ruth Ozeki narra una historia que se debate entre el realismo mágico, la narrativa onírica, el self help (auto ayuda) y el relato del paso a la edad adulta, haciendo uso de su característica ironía, creatividad, y su idiosincrasia tan americana.
La novela cuenta la historia de Benny Oh, un joven que, desde la pérdida de su padre, atropellado por un camión de pollos, comienza a escuchar voces de objetos que lo rodean.
Las voces provienen de objetos regados por toda la casa, una zapatilla deportiva, un adorno navideño roto, un trozo de lechuga marchita. Aunque Benny no entiende lo que dicen estas cosas, logra percibir las emociones que transmiten, algunas de ellas agradables, como un ronroneo o un rumor suave; otras, en cambio, son maliciosas, airadas, avasalladoras y llenas de dolor.
“Hay muchas formas de entender la mente, y en estos días quizás la lente principal a través de la cual vemos la mente es la de la psicología biomédica. Pero este modelo biomédico tiene limitaciones, ya que las condiciones psíquicas no son diagnosticables en la forma en que, por ejemplo, lo es el cáncer. Dado que no existen biomarcadores para las “patologías” psicológicas, el diagnóstico es una ciencia inexacta. Una persona que le dice a su psicólogo clínico que oye voces probablemente recibirá un diagnóstico de psicosis o esquizofrenia, pero ¿es necesario que la audición de voces sea patológica? Mucha gente diría que no” - Ruth Ozeki, en entrevista para Hindustan Times.
Al principio, trata de no hacerle caso a la oleada de susurros, pero pronto los objetos trascienden las barreras de su hogar y logran escabullirse hasta la calle y el colegio. Benny Oh se ve obligado a refugiarse en una biblioteca pública en la que descubre la magia de los libros, y magia en sentido literal, pues uno de ellos le habla.
Entre el silencio de la biblioteca, Benny encuentra la posibilidad de enamorarse de una artista callejera que toma las instalaciones como escenario de sus actuaciones. Es en este punto que el protagonista se sumerge en un viaje en el que es difícil dilucidar entre lo real y la fantasía delirante.
En “El libro de la forma y el vacío”, a Benny le acompañan en la pista de circo Aleph, una artista flotante y su hurón TAZ, y un poeta y filósofo inválido que atiende por el nombre de Slavoj, el Botellero. En el texto de Ruth Ozeki se asoman Borges, Walter Benjamin, Gretel y otros personajes que contribuyen a la narración que da cuenta de una posmodernidad de epígono, al tiempo que Pynchon o Beckett andan tras bambalinas.
Ozeki logra reunir a personajes inolvidables, al ritmo de una trama absorbente y de un vibrante tratamiento que recorre desde el jazz, el cambio climático y hasta el apego emocional, por medio de posesiones materiales. En sus casi 600 páginas, “El libro de la forma y el vacío”, la escritora demuestra su capacidad en una novela que evoca el poder sanador de la lectura.
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