“A mi juicio, sólo deberíamos leer libros que nos muerden y nos pican. Si el libro que estamos leyendo no nos despierta de un puñetazo en la crisma, ¿para qué lo leemos?”, escribió Franz Kafka en una carta a su amigo Oscar Pollak en 1904.
A más de un siglo de su fallecimiento, su obra -que el autor había pedido que fuera destruida después de su muerte- no perdió vigencia. Fue traducida en todo el mundo, influyó en autores de la talla de Albert Camus, Jean-Paul Sartre, Jorge Luis Borges y Gabriel García Márquez, y su apellido se volvió un adjetivo para describir escenarios angustiantes, burocráticos, absurdos y pesadumbrosos.
Pero para el escritor y politólogo argentino Diego Cano, esa asociación directa de la literatura de Kafka con la angustia es una lectura, si no errónea, al menos incompleta. En su libro Franz Kafka: una literatura del absurdo y la risa, editado por Bärenhaus, Cano insiste en el humor del autor de La metamorfosis como una de las claves fundamentales para comprender su obra.
¿A qué se debe, entonces, que en general se pase por alto al humor a la hora de leerlo? Para Cano, Kafka es uno de los escritores “más leídos pero sin ser leído realmente”. Sí, en sus novelas y cuentos hay angustia, ansiedad, alienación y un sometimiento del hombre al ineludible engranaje de la modernidad. Pero también hay desmesura, desparpajo y “elementos completamente absurdos y descabellados que más que angustia generan risa”
¿Qué representa, entonces, la literatura de Franz Kafka para Diego Cano? “Esperar lo inesperado: un total y absoluto desconcierto. Eso es leer a Kafka”.
Así empieza “Franz Kafka: una literatura del absurdo y la risa”
La lectura mescribe una literatura que ofrece nta como un desafío: aquella que demanda la atención absoluta del lector, con la necesidad de releer para destacar elementos que podríamos haber pasado por alto, y el afán por integrarse a mundos que se rigen por lógicas diversas y desconocidas.
Franz Kafka escribe una literatura que ofrece múltiples modos de leer, una potencialidad de interpretaciones que nos obliga a comprometernos con el texto, buscar sentidos que nunca serán unívocos y prestar atención a que no se nos escape ninguno de los detalles que se narran de manera muy meticulosa. Esto provoca que el lector se sienta afectado desde el punto de vista emocional y físico, ya que no se puede hacer un recorrido superficial por el texto, sino que debe implicarse para poder apreciar la riqueza de una literatura en la que hasta el más mínimo detalle es significativo y puede modificar el sentido del todo.
Es uno de los escritores más difundidos de la literatura del siglo XX, uno de los más leídos pero sin ser leído realmente. Hay una idea bastante instalada de que los textos de Kafka son oscuros y generan angustia ya que representan la alienación y el sometimiento del hombre en la modernidad, además, los marcos se construyen mediante un realismo exacerbado que genera que el lector se identifique con lo que lee y sienta como propias las fatalidades que atraviesa el protagonista.
Sin embargo, el objetivo de este libro es desanquilosar esa lectura parcial de Kafka con la intención de poner atención en los elementos completamente absurdos y descabellados que más que angustia generan risa. Como lectores, debemos correr a Kafka de ese lugar en el que lo puso la mayor parte de la crítica y encontrar el placer de leerlo en la desmesura y el desparpajo como principios constructivos de la trama narrativa.
Los ambientes oníricos que se construyen mediante exageraciones, caricaturizaciones y ambigüedades generan confusión y la necesidad de volver atrás en el texto para no perderse, por eso, es una literatura que nos pone a prueba permanentemente.
Los últimos años coordiné lecturas colectivas en Twitter, una con el hashtag #Kafka2018 que fue inmensamente rica en debates de las cuales este libro se nutrió. El resultado de esas lecturas fueron numerosos aportes enriquecedores que nos permitieron a todos los participantes conocer diferentes puntos de vista y los modos de leer que Kafka y sus infinitas potencialidades de sentido nos conceden. A mis compañeros de esa lectura colectiva debo varias de las ideas que aquí expongo. Dos cosas me han quedado claras de esta experiencia. La primera es que el efecto de lectura general e inmediato que producen los textos de este autor es una sensación de angustia frente a los avatares de la modernidad. Sin embargo, creo que es necesario despojarse del prejuicio de que lo “kafkiano” está ligado a la zozobra y el malestar, para entrar a la lectura sin conceptos prefijados y descubrir la riqueza que emana de sus relatos.
A pesar del sentido común instalado y los temas que trata, no es el autor de la angustia, sino que, por el contrario, su obra se encuentra plagada de elementos cómicos. Lo contradictorio del hecho de que la literatura kafkiana se suela leer desde esa única perspectiva es que es una escritura que admite muchas lecturas, infinitas posibilidades y esto es justamente lo que plantean Deleuze y Guattari al comienzo de Kafka. Por una literatura menor, la oportunidad de abordarla desde distintos ángulos:
Así pues, entraremos por cualquier extremo, ninguno es mejor que otro, ninguna entrada tiene prioridad, incluso si es casi un callejón sin salida, un angosto sendero, un tubo sifón, etcétera. Buscaremos, eso sí, con qué otros puntos se conecta aquél por el cual entramos, qué encrucijadas y galerías hay que pasar para conectar dos puntos, cuál es el mapa del rizoma y cómo se modificaría inmediatamente si entráramos por otro punto.
Por eso, creo necesario poder leer desde distintas puertas de entrada y, a partir de allí, armar un recorrido por el texto.
Lo otro que me ha quedado claro de la lectura colectiva, es que es fundamental atravesar la superficie y sumergirse en el libro que parece simple en su forma, pero es altamente rico en su contenido, porque presenta múltiples umbrales para su entendimiento. Esperar lo inesperado: un total y absoluto desconcierto. Eso es leer a Kafka.
Quién fue Franz Kafka
♦ Nació en Praga, actual República Checa en 1883, y falleció en Kierling, Austria en 1924.
♦ Fue uno de los escritores europeos más influyentes del siglo XX.
♦ Escribió libros como La metamorfosis, El proceso y El castillo.
Quién es Diego Cano
♦ Nació en Argentina en 1970.
♦ Es escritor y politólogo.
♦ Escribió libros como Franz Kafka: una literatura del absurdo y la risa y Roberto Arlt: el monstruo.
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