Tras varios días de incertidumbre entre los finalistas, la Fundación La Cueva, dirigida por Miguel Iriarte, finalmente hizo públicos los nombres de los ganadores del XI Premio Nacional de Cuento La Cueva, a través de sus redes sociales, en la tarde del 23 de enero.
Elegidos por un jurado de lujo, integrado por las escritoras Margarita García Robayo y Fernanda Trías, y el escritor Alejandro Zambra, los tres ganadores de esta versión, seleccionados entre los 25 nombres que quedaron como finalistas, son María Margarita Borrero, Carlos Ospina Marulanda y Javier Zamudio.
El primer lugar recibirá la suma de $20.000.000 de pesos colombianos; el segundo obtendrá $3.000.000, y el tercer lugar ganará $2.000.000.
En los próximos días, los ganadores se harán con sus estímulos económicos y posarán juntos como los flamantes ganadores del cotizado certamen literario.
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Entre los 25 nombres anunciados como finalistas figuraban algunos conocidos por los lectores colombianos, como el del escritor Octavio Escobar Giraldo, autor de novelas como “Después y antes de Dios”, “Mar de Leva” y “Cada oscura tumba”, entre otros títulos; la periodista Mariana Toro Nader, hoy radicada en España, y la profesora Danielle Navarro Bohórquez, quien recientemente ha estado dando de qué hablar. Hizo parte de la segunda antología de “Puñalada trapera”, de la editorial Rey Naranjo.
Todos ellos formarán parte de la antología resultante de esta edición del premio. El año pasado, los tres primeros puestos fueron ocupados por escritoras. La bogotana Yulieth Mora Garzón, con su cuento “Qué te hizo apagar la luz y quedarte adentro”, se quedó con la primera plaza; el segundo lugar se lo quedó “El contacto”, de Laura Bolaño Pérez, filósofa y periodista, y el tercer lugar quedó en manos de la escritora argentina Lucía Vargas Caparroz, residente desde hace varios años en Colombia, con un relato titulado “Lo único que hay es este fuego”.
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En esta ocasión, informó la fundación, se recibieron 1.819 relatos, un 58% más en comparación con el año pasado. El 54% de los relatos recibidos fueron escritos por personas entre 18 y 40 años; el 35% de las y los escritores concursantes tienen entre 41 y 65 años; un 3.6% entre 66 años o más y un 3.5% entre 17 años o menos. El 90% de los cuentos fueron enviados desde Colombia, y un 10% fueron escritos desde el exterior, destacándose los países de Estados Unidos, España y Argentina.
El primer puesto de este año, que fue ocupado por María Margarita Borrero, con su texto “Álbum familiar”, da cuenta de una autora cuya voz narrativa, sutil y de un fino humor, tiene una fuerza poco vista en las cuentistas colombianas de hoy.
“Con una prosa sugerente y una gran capacidad para sostener la tensión dramática, [este cuento] devuelve [a los lectores] a la época de las cámaras análogas, cuando no sabíamos con exactitud qué quedaría registrado al presionar el obturador”, reseña Claudia Lama. “Este relato nos revela poco a poco”, continúa, “la imagen de una familia de clase media en la Colombia urbana de las últimas décadas del siglo XX”.
Las páginas que componen este cuento se quedarán dando vueltas en la cabeza de más de un lector, pues, indudablemente, la proeza conseguida por su autora es imposible de negar. No hay lugar a discusión respecto a por qué ha conseguido el primer puesto.
“Papá sostiene la Yashika Minister con la mano derecha y con la izquierda indica a mamá que se acerque aún más al borde de la piscina. ¿Más? Sí. Ella, reticente, conmigo en brazos, da un pasito y sonríe. Ambas estamos de punta en blanco porque iremos a la iglesia para mi bautismo. Inclínala hacia el sol, hacia donde estoy yo, precisa él, pero cuando mi madre me mueve, siento una bofetada de luz en la cara, me despierto y abro la boca para llorar. En mi primera foto, en blanco y negro, sale el chupo en el aire, mamá perdiendo el equilibrio al tratar de atraparlo y yo con los puños crispados y el rostro fruncido mientras las dos caemos al agua. Esa imagen recibe un nombre en nuestra familia: Bautizadas. Alrededor de aquella piscina gateo, camino y corro detrás de mi hermano José, que ha aprendido a hacerlo todo antes que yo, incluso nadar. Se pone su flotador de pingüinos pintados, baja hasta la segunda escalera de azulejos y desde ahí chapalea. En una de las imágenes aparece flotando en la parte más profunda, agarrándose con ambas manos del brazo velludo de papá, que ese año estrena gafas para su miopía y se deja crecer patillas y bigote, como Charles Bronson” - (Fragmento).
El segundo lugar, ocupado por el editor Carlos Ospina Marulanda, presenta a los lectores un cuento de características curiosas. ¿Por qué? La manera en que está narrado, como queriendo invitar al lector a hacerse preguntas junto a la protagonista, da cuenta de un autor cuya preocupación no está tanto en la historia sino en la forma como esta se cuenta.
“Lo que más siente es frío. Bogotá está fría por estos días. Cada vez que Juan pasa algunos días dedicado a sus cosas, en los negocios rurales que ahora sí dice tener, Olga piensa en pedirle su truco para prender la chimenea. Podría también pedirle consejo a su papá, se dice mientras se pone otro saco. Y tirita. El tipo sigue ahí, parado en la ventana a la que golpeó con dos dedos hace ya casi un minuto. Su paciencia no es la de un ladrón. El señor trae sombrero y gabardina y eso basta para abrirle la puerta con confianza. Olga le indica con el dedo índice que lo va a atender en la puerta. Después habrá tiempo para pensar en ese exceso de confianza, en la candidez de bajar la guardia sólo porque el potencial ladrón esté vestido como un oficinista. Discúlpeme, no quise asustarla. Sí quiso, dice ella. Bueno, no quise asustarla pero sí necesitaba despertarla - (Fragmento).
El personaje principal de este cuento es Olga, una vendedora de seguros que va narrando, casi como si fueran fotogramas, algunas escenas de su vida. Ella sabe que las cosas malas que suceden en el camino, los siniestros, son una posibilidad más.
“Ganarse la vida”, así se titula el cuento, es una invitación a revisitar esas preguntas que, quizá, estarán siempre sin responderse. “Es un llamado a hacer memoria y a reconciliarnos”, ha dicho Claudia Lama, de una buena vez, con los sucesos trágicos de nuestro pasado”.
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Con el tercer lugar se quedó el escritor Javier Zamudio, de quien no hay dudas sobre su gran capacidad narrativa. Su cuento “Hoy comemos carne”, vuelve a confirmar su talento y la experticia que ha desarrollado, con el paso de los años, para hacerle frente al género.
Manuel, el personaje de esta historia, está a punto de matar a Trostski, el perro de la familia. Su esposa se opone: cree que Manuel perdió la cabeza o está muy borracho para saber lo que hace. El hombre le da sus razones, reseña el también escritor Fabián Buelvas, el perro está muy viejo, son demasiado pobres y hace mucho tiempo que no comen carne. La mujer intenta persuadirlo, pues Carlos, su hijo, no les perdonaría semejante acto.
“Miro los plátanos que Manuel puso a un costado del fuego, sobre una piedra. La cáscara está negra y abierta, y tiene un olor dulce que se mezcla con el de la carne asada, que es seco e intenso. Hay una nube de humo sobre el patio de la casa que se estira hacia las casas vecinas. Pincho la carne con un tenedor y la pongo sobre una bandeja. La corto en porciones generosas, no me aguanto y me llevo un trozo a la boca. “No está mal”, pienso. La boca se me llena de saliva” - (Fragmento).
Este cuento se presenta como una excusa para recordar que, a veces, dice Buelvas, la necesidad puede llegar a ser más fuerte que el amor.
El Premio Nacional de Cuento La Cueva es una iniciativa de la Fundación La Cueva, creado en 2011 por Heriberto Fiorillo, quien hasta este año venía siendo el director de la entidad, que busca fortalecer la presencia del cuento, uno de los géneros más antiguos y apasionantes de la literatura, en el panorama de las letras contemporáneas.
El certamen literario se ha consolidado como una cita imprescindible para escritores y escritoras colombianas, sin importar su edad o trayectoria, así como para extranjeros residentes en el país y para colombianos y colombianas que viven en el exterior.
Personajes como Gabriel García Márquez, Álvaro Cepeda Samudio, José Félix Fuenmayor, Ramón Vinyes y Alfonso Fuenmayor, destacados miembros del Grupo de Barranquilla, fueron grandes lectores y escritores de cuentos desde los inicios de su carrera literaria hasta sus años de madurez. El premio inspirado en el legado del Grupo y su aporte literario ha visto nacer más de 12 mil relatos provenientes de 30 departamentos colombianos y de países como Argentina, Ecuador, México, España, Alemania, Venezuela, Uruguay, Canadá y Estados Unidos.
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