“Peter Pan”, de J.M. Barrie, 119 años después, traducido por Nicolás Barbosa López, e ilustrado por Paola Molano

Como parte de su proyecto de clásicos ilustrados, Panamericana Editorial presenta esta versión del libro icónico del escritor escocés.

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El clásico de J. M. Barrie, con las ilustraciones de Paola Molano. (Panamericana Editorial).
El clásico de J. M. Barrie, con las ilustraciones de Paola Molano. (Panamericana Editorial).

El clásico personaje del escritor escocés James Matthew Barrie, que tantas veces ha sido adaptado al cine y al teatro, que ha sido imitado en la literatura y del que conocemos tantas versiones como es posible, llega a sus 119 años en 2023.

La primera vez que vio la luz fue en 1904, en la obra de teatro que llevó como título “Peter Pan y Wendy”. Ahora, una nueva edición de la novela, traducida y editada en Colombia, llega a las librerías del país para deleitar a los lectores, de la mano de Panamericana Editorial.

El ejemplar es una versión de lujo, en tapa dura, con colofón, ideal para aquellos lectores que gozan de la estética en los libros. Traducido por Nicolás Barbosa López, y editado por Miguel Ángel Nova, este ejemplar presenta la historia del niño que no quería crecer, acompañada por las hermosas ilustraciones de Paola Molano.

Ilustración de Paola Molano (Panamericana Editorial).
Ilustración de Paola Molano (Panamericana Editorial).

El libro forma parte de la colección de clásicos que la editorial lleva impulsando desde hace un tiempo. Títulos imprescindibles de la literatura universal, traducidos en Colombia. “Peter Pan” es uno de los títulos más recientes y a juzgar por la belleza del ejemplar, parece ser uno de los trabajos más hermosos que la editorial ha concebido en esta línea durante la recta final de 2022.

Son diecisiete capítulos, distribuidos a lo largo de 235 páginas, los que hacen parte de esta nueva edición del libro de J. M. Barrie. Se trata de la versión novelada, extraída directamente de la versión teatral, de manera íntegra. Respecto a este trabajo, Infobae conversó con su traductor, Nicolás Barbosa López, y su ilustradora, Paola Molano.

Sobre ella, es posible decir que, desde que tiene memoria, ama escribir y dibujar. Estudió la carrera de Medios Audiovisuales con énfasis en Diseño Gráfico y a lo largo de su recorrido ha tomado una buena variedad de talleres con ilustradores y escritores como los colombianos Paula Bossio, Jairo Buitrago, Fanuel Hanan Díaz, y la chilena Paloma Valdivia, solo por mencionar algunos nombres.

Ha trabajado con varias editoriales en el ámbito educativo y con Panamericana Editorial, de la mano de Fernando Rojas, ha conseguido dar a conocer su portafolio. “Peter Pan”, probablemente, sea de sus producciones más excelsas.

"Peter Pan". (Panamericana Editorial).
"Peter Pan". (Panamericana Editorial).

De Barbosa se pueden decir varias cosas, pero aquello le restaría el encanto al misterio del traductor que hace posible desde la distancia, que trabaja tras bambalinas. Para ilustrar mejor lo que ha hecho, a continuación, la conversación que sostuvieron, tanto el traductor como la ilustradora, con Infobae Leamos.

Santiago Díaz Benavides: ¿Qué reto supone para una ilustradora darle vida, una vez más, a personajes que ya han sido retratados tantas veces? ¿Cómo consigue hacer que la imagen sea novedosa y al tiempo captura la esencia de lo que ya se ha retratado?

Paola Molano: Fue un reto enorme, emprender la búsqueda de conceptualizar una nueva estética para un personaje tan icónico, me llevó a conocer las distintas versiones y los modos en que era abordado el personaje principal y los personajes secundarios. Fue maravilloso encontrar puntos en común de las otras versiones y sacar de esos puntos en común el personaje principal para que funcionara de manera novedosa.

SDB: ¿Qué dificultades, en términos de lenguaje, se hicieron presentes durante el proceso de traducción?

Nicolás Barbosa López: “Peter Pan” es un cuento infantil y un cuadro psicológico de los vicios de la adultez. Es, entonces, una obra de contrastes y dobles sentidos. Peter, el capitán Garfio y el cocodrilo, por ejemplo, son fantoches o títeres de una comedia física y, a la vez, símbolos del miedo al paso del tiempo. Son nuestra relación con la muerte y son quienes hacen de “Peter Pan” un cuento de cuna, una historia de terror, un poema, una obra de teatro, un libro de viajes y un musical. Y todo eso es, también, esta traducción. J. M. Barrie nos retuerce el mundo para construir uno nuevo —el País de Nunca Jamás— del mismo modo que retuerce el lenguaje para inaugurar y poblar su ficción. Lo asombroso es que Barrie es consciente de las condiciones: para quebrar y manosear una lengua es necesario observar —o sea, admirar— la tradición que la enmarca. Un desafío de esta traducción fue lograr espejar cuán doble ya es el lenguaje original, que reinventa usos nuevos a medida que salvaguarda la tradición de la cual Barrie sabe que procede.

Este lenguaje de opuestos se compone de registros igualmente disímiles, que la traducción mantiene cuidadosamente. Por ejemplo, hay términos y usos lingüísticos que, para la época en que el autor escribió la obra, ya eran obsoletos y que en el libro aparecen en boca de personajes ignorantes, como los miembros de la tripulación de Garfio. En cambio, un personaje como Garfio exhibe un inglés refinado, repleto de referencias sutiles a autores del siglo XIX e, incluso, a Shakespeare. Los ejemplos que ofrecen algunos diccionarios modernos del uso de varios arcaísmos en “Peter Pan” son, justamente, citas de “Peter Pan”, como si esta obra hubiera despertado un corpus hasta entonces dormido en la tradición de lengua inglesa.

SDB: ¿Cuáles fueron las complicaciones, si las hubo, al momento de abordar la historia desde lo gráfico?

PM: Recuerdo que en una conversación con Lina Rojas Narváez, consultora literaria y coleccionista de las versiones literarias de “Peter Pan”, la sugerencia más clara que ella tenía desde su conocimiento de esta obra era que encontrara la manera de retratar a Campanita de una forma más infantil y no sexualizada, y fue un trabajo lindo encontrar en la creación de este personaje una Campanita como la pueden ver en el libro, donde todos los detalles en ella reflejan algo totalmente diferente.

Ilustración de Paola Molano (Panamericana Editorial).
Ilustración de Paola Molano (Panamericana Editorial).

SDB: ¿De qué forma un traductor consigue dejar su sello en un libro que ya ha sido conocido por tantos?

NBL: Que una obra ya haya sido traducida no menoscaba el valor de una nueva traducción, sobre todo cuando se trata de clásicos, cuya lectura inagotable es un indicio de aquello que los hace clásicos. El «sello» que un traductor deja en un libro no es más que su capacidad de leer con rigor y perspicacia y libertad.

Un traductor es, ante todo, un actor, y por eso hablamos de «intérpretes» cuando nos referimos a unos y otros. El traductor interpreta las hojas que lee a medida que interpreta el papel del lector más escéptico, agudo y embelesado que pueda imaginar. Ese lector imaginado —que aspira a verlo todo y que, entonces, es un aspirante a Dios— busca tener el criterio para distinguir el lugar y el valor de cada particularidad —cada palabra, signo y silencio— de una obra literaria.

En un texto siempre hay particularidades que inciden no solo en la trama, sino en la sintaxis y la musicalidad. Por ejemplo, la primera vez que Peter Pan aparece por completo es cuando, en un sueño de la Sra. Darling, raja una capa que separa a Nunca Jamás del mundo de los hermanos Darling. Wendy, John y Michael fisgonean por la raja, y así es como el lector también vislumbra a Peter, al otro lado de esa especie de velo que separa su escenario del mundo de sus espectadores. No es gratuito, entonces, que la primera oración de Peter Pan sea: «Todos los niños, menos uno, crecen». La estructura de esta oración no podría ser otra, pues es necesario que el libro abra con una oración que, a su vez, ha sido abierta en dos por un inciso —y un intruso—. Peter dilata la sintaxis, conforme con el rasgo principal de su naturaleza: el impedimento —o sea, la dilación— del tiempo. Traducir una oración como esta es observar de qué forma ella ya contiene la totalidad de la obra, pues nos señala al único niño capaz de escindir el mundo para insertar en esa herida el suyo.

Un traductor, entonces, debe saber oír las resonancias y repercusiones de cada elemento que conforma el texto. Este acto es auditivo porque la lectura minuciosa es un proceso de composición musical. En mi caso, cada traducción es un ejercicio de libertad rigurosa en el que aspiro a crear un eco y, a la vez, el primer nacimiento de una nueva melodía.

SDB: ¿Cómo fue el proceso a nivel editorial? No hay un autor con quien charlar, pero sí están presentes un editor y un traductor.

PM: A nivel editorial no puedo estar más que feliz con el trabajo y la traducción que se hizo. Miguel Ángel Nova es un editor increíble y no puedo describir la emoción que sentí al ver el libro impreso y terminado. Realmente, el trabajo fue impecable, la experiencia de tener el libro en las manos es hermosa, los detalles de la impresión, su calidad y la manera en que se resaltan las ilustraciones es, simplemente, indescriptible.

SDB: ¿Supone un reto para los traductores colombianos darse a conocer con trabajos de este corte o, por el contrario, es otro día más en la oficina?

NBL: Algún lector se preguntará para qué se traduce al español un libro del que ya existen ediciones en esa lengua. Es cierto que una traducción española no es igual que una colombiana. Sin embargo, creo que el debate de fondo es que la razón de ser de una traducción trasciende la necesidad de cubrir el mercado editorial de un país, pues incluso si ya existiera otra traducción colombiana de “Peter Pan”, esta nueva edición no dejaría de ser necesaria. Una traducción nunca encierra la totalidad de una obra ni extingue sus posibilidades de lectura en una nueva lengua.

En Colombia tememos apropiarnos de la cultura que se produce en otras partes del mundo, a pesar de que sea legítimamente nuestra. Aunque obras clásicas como “Peter Pan” sean de dominio público, inconscientemente tememos traducirlas y editarlas, hacerlas nuestras, como si aún no fuéramos dignos de ellas. Lo bello de que la ley libere la propiedad de una obra al cabo de varias décadas es el espíritu que está detrás, es decir, la filosofía humanista de que la creación de un hombre trasciende su propia existencia y se convierte en una creación de toda la humanidad.

El reto para los traductores colombianos, entonces, no es tener acceso a estas obras, sino comprender, en conjunto con las editoriales, de qué forma traducir un clásico aquí, en vez de importar su traducción, es promover que el público colombiano lea esa obra autónomamente. Quizás así lleguemos a ser más conscientes de que formamos parte de —y podemos reclamar nuestro dominio sobre— la cultura mundial.

Ilustración de Paola Molano (Panamericana Editorial).
Ilustración de Paola Molano (Panamericana Editorial).

SDB: De entre todas, ¿cuál sería la ilustración más precisa que consiguió hacer para este libro?

PM: Creo que la imagen que acompaña la portada del libro representa perfectamente a Peter pan, y la imagen del último capítulo, cuando Peter regresa después de muchos años, estas son dos de mis favoritas.

SDB: ¿Cuál es el pasaje que más amó traducir en este libro de J.M. Barrie?

NBL: Uno de mis pasajes preferidos es la primera descripción del capitán Garfio. Su aparición en el libro es una auténtica entrada en escena, teatral y tragicómica:

«En medio de ellos iba reclinada la joya más negra y grande de ese oscuro elenco, James Garfio (…). Estaba acostado a sus anchas en un carruaje tosco que sus hombres halaban y propulsaban, y en vez de la mano derecha tenía un garfio de hierro con el que de vez en cuando los compelía a que fueran más rápido. Este hombre terrible los trataba y se dirigía a ellos como si fueran perros, y, como perros, ellos le obedecían. En persona era cadavérico y ennegrecido, y su cabello tenía largos rizos que a cierta distancia parecían velas negras y le daban una expresión singularmente amenazante a su aspecto de galán. Sus ojos eran del azul de un nomeolvides y de profunda melancolía, salvo cuando clavaba el garfio, y entonces se transformaban en dos manchas rojas que se encendían con horror. En cuanto a sus modales, todavía conservaba un aire de gran señor, a tal punto que hasta lo destruía a uno con ínfulas, y me han dicho que tenía fama de buen cuentacuentos. Jamás era más siniestro que cuando era más educado, tal vez la prueba más veraz de toda buena estirpe, y su elegante dicción, incluso cuando maldecía, no menos que su conducta distinguida, hacía que entre su tripulación se destacara como alguien de una casta diferente».

Otro de mis preferidos es uno que, en pocas palabras, revela el nivel de ingenuidad y ambición infantil de Peter:

«Peter no se parecía en nada a los otros niños, pero al fin sentía miedo. Lo invadió un estremecimiento, como un temblor de esos que atraviesan el mar, pero mientras que el mar acumula cientos y cientos de temblores, Peter apenas sintió uno. De inmediato se puso de pie, por última vez, con una sonrisa en el rostro y un tambor que redoblaba en su interior y que cantaba: “Morir será la aventura más grande de todas”».

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