La corrupción, el poder, la injusticia y algunos de los temas universales como la maternidad, la familia y el feminicidio, son apenas una pincelada de lo que se puede encontrar al interior de la primera novela de la escritora mexicana Nuria Kaiser. Una historia en la que Lucía, Cecilia y Mimí transitan al interior de una red de engaños, al ritmo del título “Una vida de mentiras”, una pieza de tres pilares argumentales, editada bajo el sello editorial Planeta; una novela difícil de encasillar en un solo género.
El inicio de la novela es como un golpe en la cara del lector. Mientras los involucrados se encargan de un cuerpo, Kaiser hace uso de su amplio manejo narrativo para crear personajes complejos y atmosferas descriptivas de lugares, rasgos y sensaciones.
En entrevista con Infobae Leamos, la periodista y escritora, Nuria Kaiser se ha encargado de revelar qué es lo que hay detrás de los temas centrales de “Una vida de mentiras” y, sobre todo, profundiza en aquello que vincula a las supuestas vidas perfectas de sus protagonistas con un macabro secreto, cegadas por un mundo de apariencias que les impide ver de cerca la dolorosa verdad. Una historia atípica de la literatura mexicana que se desarrolla en la periferia y dibuja la otra realidad del México contemporáneo.
Kaiser tiene muy claro, y así lo detalla, que esta es una novela que puede ser leída desde muchos ángulos; acoge una mezcla narrativa que no se encasilla, porque a pesar de basarse en elementos de la novela negra, también incluye otros temas y se ocupa de narrar el México actual, en el que confluyen los destinos de tres voces: la de Lucía, Cecilia y Mimí.
La autora, oriunda de San Luis Potosí, comenta que una de las escenas iniciales de su relato calza a la perfección con lo cotidiano y tradicional en el marco de la provincia. “Yo viví muchos años en Ciudad de México, logré ver cómo desde lejos las dinámicas de provincia son muy diferentes a las de la capital”, dice, y exalta que mucha de la literatura se encuentra varada en lo centralizado. Reconoce que esta novela da cuenta de esas dinámicas tribales del bajío en las zonas de Querétaro, San Luis Potosí, Aguascalientes y León, fenómeno de la socialización que no está presente en la capital mexicana.
Al calor de la plática, surge una de las problemáticas que suceden en “Una vida de mentiras”, la cual se ha convertido en uno de los temas recurrentes entre los escritores mexicanos: el feminicidio, uno de los problemas que someten al país y una realidad lastimosa que no ha mermado y ha quedado plasmada en esta historia. Así mismo, otras convulsas realidades como la desaparición de periodistas, los secuestros y los casos de corrupción se hacen manifiestos en esta novela.
“El feminicidio es un tema recurrente en los escritores porque es un tema recurrente de nuestra realidad. Qué más quisiéramos dejar de escribir de esto, porque ya no lo vemos más, pero creo que la repetición de este tema tiene que ver con eso. En la novela hay una mirada femenina, debido a las protagonistas, pero en realidad, los temas que toca son universales. Si nosotros pensamos que los feminicidios son exclusivamente femeninos, pues estamos mal. Creo que esa es una de las razones por las que estamos metidas en este bucle del que no parecemos tener salida”, apunta la autora.
Así mismo, Kaiser declara que las cuestiones de género y las desapariciones nos competen a todos, no solo a las mujeres o la periferia de las víctimas, y eso es un poco de lo que trata su novela, de cómo estas dinámicas pudieran ir transformándose.
En la conversación con Infobae Leamos, la autora reconoce que como escritora y lectora le interesan diversos puntos de vista, algo que tomó en cuenta para darle formato a “Una vida de Mentiras”, una historia en la que se comprometió en presentar una amplia narrativa de lugares distintos al interior de México, y del México mismo.
— ¿Por qué apostar por una novela de amplio espectro?
— Es mi primera novela. Yo tenía ya un libro de cuentos publicado que se llama “Provincia, me mata”. Siempre quise escribir una novela. Me costaba mucho trabajo, por mi personalidad dispersa y poco consistente, sentarme a escribir un texto de largo aliento y con esta novela me probé. Tuve muchísimo apoyo de la editorial y de mi editor, David Martínez, y pues dio como resultado una novela negra o thriller, como también se le conoce.
— Lucia, Cecilia y Mimí son mujeres muy distintas y, aun así, parecidas.
— Las tres pertenecen a distintas clases sociales. Me parece que en México la clase social es algo muy importante en las dinámicas. La clase social en la que vives, en la que naces, es determinante, entonces me parecía importante que, justamente, las tres clases sociales que existieran en el libro se juntarán en un momento dado.
Esta es una novela que, además, ocurre en Querétaro, donde todavía existen estas dinámicas muy tradicionales, muy conservadoras, como la institución del matrimonio, la religión, la iglesia. Me parecía relevante reflejarlo en una narrativa que se saliera de la Ciudad de México.
— Es una novela que se aleja de las narrativas centralizadas en la Ciudad de México.
— Hace falta voltear a mirarnos desde una óptica más crítica y creo que no podemos relanzar la mirada hacia nosotros mismos para entender qué somos, tenemos que voltear a ver todas las regiones. Lo rico de la literatura es que, justamente, nos trae escenarios y personajes de un país muy diverso en muchos sentidos. Narrativamente, todavía nos falta muchísimo por explorar, ya que hay increíbles escritores en el interior de la República Mexicana, pero también hay una centralización de recursos que, a veces, impide que los escritores de la periferia tengamos acceso a esos recursos o, incluso, a esa promoción, y quedamos un poquito relegados frente a lo que Fernanda Melchor llama a la corte que es Ciudad de México.
— ¿Las mujeres de la periferia constituyen todo en “Una vida de mentiras”?
— Busqué retratar a la mujer dentro del ambiente de provincia, porque a veces, cuando tú estás en estas metrópolis donde los movimientos sociales tienen muchas consecuencias y las mujeres están como más liberadas, no ocurre así en otras regiones, es decir, hay regiones donde ni siquiera está presente la liberación femenina y el empoderamiento no ha llegado. Algo importante es no hablar de la mujer como si todas fuéramos la misma mujer, porque todas somos diferentes, vivimos diferentes realidades y lo que para una mujer puede ser liberación, para otra puede ser una herramienta de sumisión.
— ¿Cuál fue el mayor reto al que te enfrentaste para escribir la novela?
— A la extensión, en realidad. Es la primera vez que trabajo con un editor y que, además, tengo fecha límite de entrega y pues, a veces, la verdad es que, aunque te pongas a escribir diario, hay días en que tienes la página en blanco y así te puedes quedar un buen tiempo. A veces, escribes un montón y lo tienes que desechar. Entonces sí, hubo muchísimos momentos de duda en todo el camino: el no voy a poder, no sé cómo avanzar, no sé cómo plantear esta historia, no sé cómo resolver este conflicto. Fue un reto, porque además la escribí en diez meses, entonces fue un trabajo como muy intenso que me dejó muchos dolores de espalda. Pero al final, el verla es maravilloso.
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