Durante varios años se ha teorizado que la clave para encontrar el origen de la vida podría estar en las profundidades del mar. Esto lo tiene muy presente el investigador y periodista colombiano Laureano Domínguez, quien a mediados del 2022 presentó un libro que reúne las pruebas de una interesante investigación sobre los beneficios y propiedades del agua salada.
En las páginas de “Nos quedaba el mar”, el autor presenta un amplio espectro de sus estudios y una gran variedad de ejemplos en los que el agua mariana atrae beneficios.
Laureano Domínguez expone en su libro que, si en el mar se originó la vida, tal vez por eso conservamos en el interior de nuestro ADN vestigios que se traducen en lágrimas, sudor, sangre y orina, fluidos corporales que cuentan con un alto porcentaje salino. El investigador expone en las 254 páginas del libro el por qué nuestras células delatan en su forma de interactuar un comportamiento similar al de ciertos organismos del fondo marino.
Así mismo, propone la figura del agua marina como una de las pocas sustancias que poseen casi todos los elementos de la tabla periódica. Domínguez sugiere que al ser el manto marítimo el responsable de ocupar tres cuartas partes del planeta y uno de los grandes receptores de rayos solares e influenciado por la luna, es uno de los grandes guardianes de los secretos cósmicos, por el simple hecho de no parar su actividad de día o de noche.
“Entre las propiedades del agua de mar está el desintoxicar y oxigenar la piel, reducir el estrés, tonificar el tejido muscular, limpiar y flexibilizar las articulaciones, ya que el agua marina es un regenerador celular en general. También hoy se usa en la elaboración de cerveza, en la agricultura con café, maíz y arroz, y en la ganadería”, dijo Laureano Domínguez en entrevista con Agencia Andina.
En “Nos quedaba el mar”, el autor vuelve al agua del mar su musa, la ve como el milagro que da vida, salud, alimento y bienestar, responsable de transformar nuestras relaciones encaminadas hacia la solidaridad, la justicia y la equidad, tal como lo visionó René Quinton, el sabio de origen francés.
El investigador colombiano presenta cómo desde la antigüedad se conocen los poderes terapéuticos del líquido marino. Cuatro siglos antes de Jesucristo, los sacerdotes egipcios trataron y curaron al filósofo Platón con agua salada, lo que termina de confirmar aquello de que “El mar lava todos los males del hombre”.
“Nos quedaba el mar” contó con la participación del padre José Darío Soto, bajo la inspiración del carisma de san Juan Bosco.
En las páginas de este libro, Laureano Domínguez presenta un compendio de experiencias y anécdotas que se apoyan en estudios científicos, incluidos aquí, y no solo tratan sobre el origen marino de la vida, sino de la persistencia del medio marino en todo ser vivo. El autor propone la creación de dispensarios marinos, mareductos, el pilotaje sobre la agricultura con agua de mar y la creación de redes gratuitas que suministren el líquido.
Así mismo, el colombiano sugiere una posible solución ante el cambio climático y su afectación del mundo entero, y ante la sequía y escasez hídrica, propone el uso de los Sistemas de Impulsión de Agua Marina (SIAM) en las zonas de mayor riego. Su libro funciona como un llamado de atención a las autoridades en general, locales e internacionales, sobre la importancia del agua marina para la vida diaria.
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Sobre el autor:
Nació en 1960 en Itagüí, Antioquia (Colombia). Para 1982 viajó a Buenos Aires (Argentina), donde estudió periodismo. Sin embargo, su pasión por investigar en profundidad las facultades del Agua Marina, lo llevó a Francia para realizar un estudio del método marino, bajo la influencia de los trabajos de René Quinton, cuyo descubrimiento marino desembocó directamente en una posibilidad terapéutica.
La propuesta de Laureano Domínguez ha sido abrir dispensarios marinos como cátedra de observación para la ciencia médica y convocar para el seguimiento a los resultados de aplicación del Método Marino. Con la existencia del dispensario marino Casa del Pan, en el municipio de La Ceja, en Antioquia, el autor expresa, que se trata de una prueba de que puede hacerse la revolución desde la biología y la divulgación científica.
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