La humedad flota en el aire, proveniente de los ríos y de las abundantes lluvias. Las orillas desbordan en el Litoral Argentino mientras las aves de plumajes exóticos vuelan de una margen a la otra, indiferentes a las fronteras establecidas por los hombres. Cuando no llueve, el fuego se enciende en la selva. En este paisaje se movían, con sus botas embarradas y sus ponchos punzó, los soldados que combatieron en las guerras de independencia con España y que luego se enfrentaron a porteños, portugueses, cordobeses, santafesinos y “orientales” (o uruguayos).
Después de la declaración de 1816 aún faltaba definir, como mínimo, los límites del territorio nacional, su capital y la forma de gobierno. En este contexto, los ejércitos provinciales establecían volátiles alianzas militares que no dudaban en traicionar.
El nuevo libro de Juan Basterra, De pasión y de guerra, se concentra en la figura “siempre joven” -según describe el prólogo de Mempo Giardinelli- del caudillo Francisco “El Supremo Entrerriano” Ramírez, que murió en 1821 a los 35 años. Sobre el mismo personaje, el autor ya había publicado el relato La cabeza de Ramírez que integró la Antología bilingüe español-inglés 12 narradores argentinos 2016-2017, editada por el Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
“Basterra escribe novelas sangrientas y pasionales, en las que revisita y embellece, hasta los difusos límites de lo posible, el amor y las guerras que delinearon el desesperante siglo XIX en la mesopotamia argentina” –prosigue Giardinelli–.
En De pasión y de guerra, cada uno de los 46 capítulos compone una escena fuertemente climática donde los personajes se encuentran, se aman, se hablan en susurros, dan un grito de batalla, escriben cartas, se visten y se desnudan, esperan, matan y también mueren. Pero sobre todo, esperan. Esperan a que cese la lluvia, esperan el amanecer, esperan el contraataque del enemigo, esperan una respuesta que llega demasiado tarde o demasiado pronto.
El libro enumera también las diferentes causas que enfrentaban a Buenos Aires con los caudillos federales como “el proyecto de Constitución unitaria de 1819, las simpatías monárquicas de algunos de los ‘directoriales’, el centralismo porteño asentado en las bases del control de la navegación en los ríos interiores y los aranceles aduaneros”.
Pero a su vez se encarga de diferenciar entre “los motivos esgrimidos”, que son los anteriores, y “los otros, aquellos que nacen de lo más profundo del ser —el odio atávico a lo extraño, las divergencias resultantes de las diferentes procedencias de los individuos involucrados— los que verdaderamente y, ocultos en el relumbre de los primeros, desataban esas carnicerías en las que el hombre desconocía al hombre y en las que ‘el tajo en la garganta’ era la operación sacrificial que condenaba al vencido y exculpaba al vencedor”. Y la novela se desenvuelve entonces entre una invisible profundidad psicológica y los acontecimientos de la vida pública del caudillo entrerriano.
Mientras La cabeza de Ramírez se centraba en las hazañas militares y en la descripción de las batallas, De pasión y de guerra desarrolla otros aspectos de la biografía del caudillo, “dándole un realce mayor a su vida pasional, sobre la que existe un conjunto de relatos, leyendas e historias en relación a su vínculo con dos mujeres, que entran casi en la categoría del mito. Lógicamente, esto es ficción –aclara Basterra–, por lo menos en cuanto al aspecto amoroso. No es lo mismo relatar una batalla, de la que hay partes de guerra, cantidad de muertos, heridos, o la vida pública de Ramírez y sus acciones políticas, que están muy documentadas. Lo que hice en este segundo libro fue abreviar las partes bélicas, manteniendo los momentos épicos más importantes que combiné con la contracara emocional e íntima”.
Son las herramientas de la ficción las que, justamente, le permiten al autor equiparar en importancia estos dos niveles de la biografía del Supremo: “Creo que el amor es también una forma de trascendencia –afirma–, no solamente la actividad política y militar”.
Ambos textos pueden leerse de manera complementaria. El nuevo libro describe en sus primeras páginas la exhibición de la cabeza cortada de Ramírez, que Estanislao López, por entonces gobernador de la vecina provincia de Santa Fe y que había sido su aliado hasta hacía unos meses, hizo embalsamar para exponer como advertencia en una jaula de hierro en la puerta del Cabildo. Según el relato de Basterra, solo la insistencia del obispo José de Abenámar logró hacerla retirar para darle sepultura. “¿Qué queda de Ramírez? –se pregunta el autor y responde– Versiones”.
Durante su corta vida, Ramírez luchó en la Banda Oriental junto a José Gervasio de Artigas, a quien después se enfrentó y logró derrotar. En 1812 se había fugado de la cárcel del Cabildo de Montevideo donde permaneció más de trece meses preso. En 1820 fundó la República de Entre Ríos, que duró tan solo unos meses, hasta su muerte al año siguiente.
Entretanto, mantuvo una intensa vida sentimental. Por un lado, se había comprometido para casarse con Norberta Calvento, aunque el matrimonio nunca se concretó. Basterra abre la novela contando la leyenda de cómo ella, que lo sobrevivió casi seis décadas, murió a los noventa años vestida con el traje de novia que nunca llegó a estrenar. Por otro lado, El Supremo se enamoró de La Delfina, capturada a las tropas que combatían a Artigas, “una brasileña de pelo dorado y dormán rojo… Había nacido en Porto Alegre en una casa de rameras” dice el libro, aunque el autor admite que, históricamente, su origen continúa siendo un misterio, y que incluso algunos historiadores la ubican en Buenos Aires.
El libro contrapone las figuras de Norberta, que “lo esperaba en un viejo recibidor ornado por madreselvas de hechura en tela de algodón” en la casa familiar de Concepción del Uruguay, y de Delfina, que en la novela se define como “mejor soldado que mujer”.
Fue coronela guerrera y acompañó a Ramírez desde 1816 hasta su trágica ejecución, el 10 de julio de 1821. Aunque los historiadores difieren también en este punto, se sabe que las fuerzas de López lograron vencerlo y capturaron a la amante en la breve batalla de Chañar Viejo.
El Supremo, que había podido escapar, quiso volver a rescatarla y fue en ese momento que una bala alcanzó su espalda y le dio muerte; su cadáver fue decapitado y su cabeza, enviada en una pica al gobernador santafesino. “La combinación de romanticismo, ese heroísmo de Ramírez, sumado a la firmeza que tuvo siempre para enfrentar a los que él consideraba sus enemigos, su sentido de la justicia en los tratados que se establecen entre el territorio bonaerense y las provincias de Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba con gobernadores que fueron sus aliados y después dejaron de serlo. Todas esas características me permitieron, como autor, escribir un libro interesante”, dice el autor.
Basterra no presenta la historia como una línea de sucesión cronológica de acontecimientos ni la narra desde la perspectiva de los vencedores. Su novela consiste más bien en “capítulos breves, casi teatrales”, una serie de episodios que desplazan la narración porteño-céntrica de la historia del siglo XIX hacia el Litoral mesopotámico con su paisaje selvático, sus específicos conflictos territoriales, las constantes amenazas limítrofes y la particular personalidad de sus habitantes.
Cada capítulo de De pasión y de guerra compone una imagen y, a su vez, el texto en su totalidad conforma una galería de escenas a las que es posible visitar a través de la lectura. Aquí los hechos se confunden con las imágenes; las imágenes, con las palabras; las palabras, con los rumores; los rumores, con los mitos y con el fuego, que no logra arrasarlos.
Quién es Juan Basterra
♦ Nació en La Plata en 1959. Es profesor de Biología y escritor.
♦ Es autor de La cabeza de Ramírez y de De pasión y de guerra.
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