Para muchos son dioses. El deporte logra que algunas pocas personas -seres que parecen tocados por una varita mágica- asciendan a una categoría superior. Héroes y heroínas cuyo talento, impulsado por el esfuerzo de toda una vida dedicada a su pasión, los catapultan a un panteón reservado únicamente para los mejores.
El deportista perfecto, escrito por el reconocido periodista televisivo Miguel Simón, ilustrado por Costhanzo y editado por Planeta, da cuenta de cómo distintos atletas de elite buscan superarse cotidianamente e intentan avanzar en un universo no exento de riesgos, condicionantes ni sorpresas.
“Desde hace cuatro, cinco años estábamos trabajando la idea con Augusto (Costhanzo) de componer personajes. La intención era que fuese algo entretenido y distinto para leer” indicó el autor, en charla con Télam.
El libro, que consta de 212 páginas, relata minuciosamente las trayectorias de diez estrellas del deporte, de cómo “se reinventaron, se retroalimentaron y continúan buscando diferentes alternativas para seguir perfeccionándose” explicó Simón.
Entre las diez figuras elegidas están dos futbolistas (Lionel Messi, Cristiano Ronaldo), dos tenistas (Serena Williams, Roger Federer), dos representantes del deporte-motor (el campeón de F1, Lewis Hamilton; y el multiganador en el motociclismo, Valentino Rossi), una megaestrella de la NBA (LeBron James), un supercampeón de boxeo (Manny Pacquiao), un rugbier de All Blacks (Sonny Bill Williams) y una gimnasta hipermedallista en Mundiales (Simone Biles).
“La única condición que nos pusimos (con Costhanzo) a la hora de la elección es que se tratase de deportistas en actividad o que recién se habían retirado” reconoció el periodista que es marca registrada en las trasmisiones de fútbol internacional en ESPN.
“Si hubiese ampliado la búsqueda, tal vez hubieran sido otros, pero lo real es que los deportistas que están son los sucesores de aquellos que admiraba de más chico” agregó el autor, para deslizar que Nadia Comaneci, Michael Jordan, Guillermo Vilas o Muhammad Alí también pudieron haber “sido parte” de esta serie de relatos.
En su primer libro a lo largo de su carrera, Simón admitió que en los diez atletas elegidos hay “momentos de ruptura” que les generaron modificaciones en sus respectivas trayectorias.
“Algunos hechos fueron azar puro, otros fueron buscados. Lo cierto es que cada deportista tiene un punto de inflexión que se convierte en el momento inspirador de su carrera”, consideró quien se desempeñó en el Multimedios América, entre 1992 y 2000, ubicándose al frente de las trasmisiones de fútbol de ascenso por aquellos años.
De esa manera, por ejemplo, Simón reveló lo ocurrido por el suizo Federer, allá a principios de los 2000 y cuando todavía no estaba dentro de los 10 primeros del ranking ATP siquiera, cuando enfrentaba al argentino Franco Squillari, quien por esos días ostentaba un meritorio lugar 19 en la clasificación internacional.
El episodio narrado se dio en el marco del Masters 1000 de Hamburgo, según lo descripto por el periodista Chris Bowers en el libro Fantastic Federer.
El zurdo bonaerense terminó imponiéndose por 6-3 y 6-4 al oriundo de Basilea en aquel cotejo de primera ronda del certamen alemán. Por aquellos días, el luego amo del planeta tenis solía mostrar un comportamiento lejano de la calma, cada vez que el resultado le asomaba adverso.
Y el propio Squillari contó a El deportista perfecto cómo se desarrolló el punto que decidió el encuentro: “Jugamos un punto larguísimo. Quedé atrás para defenderme de sus aperturas hasta que subió por el lado de mi revés”, reveló el tenista argentino, ya retirado. “Desde la lona saqué un passing a los pies y él se trastabilló con la pelota”, remató.
Luego del protocolar saludo, Federer despachó su furia contenida con un raquetazo contra la silla y recibió la reprobación de la concurrencia. “Nunca había golpeado mi raqueta contra la silla después de los partidos. Me molestó más mi actitud que la derrota. Me dije que no podía permitir que eso volviera a ocurrir” confesó oportunamente Federer. Y, de hecho, esa conducta volcánica fue desapareciendo en el suizo.
El autor cuenta no sólo -con lujo de detalles- las historias principales de los astros del deporte sino también narra las “vivencias o experiencias” de aquellos que -de una u otra manera- se erigen en “actores de reparto” para que las figuras “finalmente sean lo que son”.
“También quería tener la mirada de aquellos deportistas que arrancaron junto al protagonista central pero, por diferentes circunstancias, no llegaron a ser figuras y tampoco se lo propusieron, tal vez”, sostuvo Simón, quien aclaró que “la obsesión de perfeccionamiento de un deportista de elite no sólo se da a partir de la excelencia física”.
Por último, el autor reveló que “en el estricto sentido de la palabra, el deportista perfecto -tal vez- sea difícil de encontrar”, dijo. “Pero si un atleta conjuga los verbos buscar, crecer, cambiar, perfeccionar, frenar, competir, resistir, levantarse, reconstruir y liderar, esa afirmación inicial podría ser contradecida”, concluyó.
Fuente: Télam S.E.
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