La colección privada de Vicente Leñero será resguardada en la Biblioteca de México

La biblioteca del escritor mexicano próximamente se encontrará disponible para consulta junto a la colección de otros autores, como Abraham Zabludovsky y Carlos Monsiváis.

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Alrededor de unos 3.000 libros especializados en dramaturgia y teatro serán resguardados como parte del acervo personal de Vicente Leñero (1933-2004) en la Biblioteca de México. Estos libros, que formaron parte de su colección privada, son volúmenes a los que el autor de “Los albañiles” les guardaba especial cariño y podrán encontrase a disposición del público en el recinto que ya alberga las bibliotecas personales de otros escritores como Julieta Campos, Enrique Gonzáles Pedrero, Abraham Zabludovsky, José Luis Martínez Hernández, Luis Garrido Díaz y Javier Garrido Platas, los cuales han llegado al archivo en el transcurso de los últimos años.

“La biblioteca de mi padre hasta el día de hoy está viva. Verla es como saborear una obra de arte. La belleza y el olor que despliegan sus libros, la luz de la mañana que se asoma por las ventanas, la máquina de escribir intacta, las fotos, sus libretas, los recuerdos y los secretos que esconde hacen que este lugar me acerque a él y a una parte de su vida”, expresó Mariana Leñero.

Los textos adquiridos por la entidad cultural se integrarán al proyecto de bibliotecas personales que dio inició hace una década bajo la administración de Consuelo Sáizar, con los acervos de Carlos Monsiváis, José Luis Martínez, Antonio Castro Leal, Ali Chumacero y Antonio García Terrés, cada uno de los cuales cuenta con un espacio específico dentro del inmueble, ubicado en el corazón de la capital mexicana.

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El escritor e investigador José Mariano Leyva director de la Biblioteca de México, aseguró que las colecciones de cada personaje esperan serán abiertas al público en general y cada una contará con un espacio especial. “La idea es que una vez que estén terminadas y catalogadas hagamos la propuesta”. Por el momento, cada acervo de la colección tiene diferentes niveles de avance en su organización, como es el caso del material que perteneciera al arquitecto Zabludovsky, compuesto principalmente por fotografías y documentos, que fueron digitalizados por la Facultad de Arquitectura de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), que se quedó con una copia del material.

“Estamos conversando con la familia de Leñero, con Estela, porque también viene para acá, no es que sea tan grande, pero lo que está sucediendo es que son bibliotecas de escritores muy conocidos o que tienen fondos muy concretos”, explicó José Mariano Leyva.

El director de Biblioteca de México explicó que en el caso de Julieta Campos, el orden y catalogación de su obra apenas se encuentra en sus primeros pasos; una situación similar a la colección que llegó el año pasado del cuentista veracruzano Jorge López Páez, mientras que la del periodista Luis Garrido Díaz ya pueden ser consultados por especialistas. “Fue rector de la UNAM y tenía mucha literatura inglesa y norteamericana de finales del siglo XIX, ya está puesta a disposición, aunque el proceso llevará unos tres, cuatro años para que puedan salir”, explicó Leyva.

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En los primeros días de noviembre, Mariana Leñero, hija del escritor, compartió un entrañable relato de la biblioteca de su padre, en el que evocó los momentos que vivió junto a Leñero, en su faceta como escritor, periodista y padre, momentos íntimos que pasaron en la casa familiar de San Pedro de los Pinos de la capital mexicana. Mariana compartió, como recuerda a su padre, en aquel espació lleno de libros al cual se acede por una escalera de caracol y el cual su extensión llegaba hasta la cocina.

A la biblioteca de mi padre nunca le faltaron libros. La razón no fue por ese placer que tenía de comprar libros viejos o por los que le regalaban; la biblioteca de mi padre siempre estuvo llena porque mi padre los compartía. Cuando regalaba un libro, mágicamente aparecía otro, así como en el amor cuando se es correspondido. Si alguien le preguntaba sobre algún autor, se quedaba pensando, visualizando cada repisa y cada libro para ofrecerles más de dos opciones. No los pedía de regreso, inclusive, aunque los quisiera. Tenía esa forma festiva de desprenderse de las cosas, como cuando se comparte un pedazo de pastel en una comida familiar, celebrando al festejado. — escribe Mariana Leñero en “La biblioteca de mi padre”.

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