Belén López Peiró acusó a su tío de abuso, escribió sobre eso y ahora llegó la justicia: “La sentencia confirma todos los hechos”

El hombre, que era comisario, se aprovechó de ella entre los 13 y los 17 años. La joven publicó dos libros impactantes contando lo que había pasado. Comentó el fallo con Infobae.

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Belén López Peiró (Crédito: Facundo Barisani)
Belén López Peiró (Crédito: Facundo Barisani)

“Se acabó. Ya está. Terminó. C’est fini.” Son frases cortitas de quien parece no terminar de dar crédito a lo que le ocurre. Es que esas palabras sellan, en este caso, el fin de un calvario, y paradójicamente, son el principio de un nuevo comienzo: cerrar para recomenzar; concluir para reiniciar la marcha. Reinventarse, también. La Justicia, cuando llega, también es capaz de producir milagros.

Así “Se acabó”, se titula la columna que firmaba en la mañana del martes, y todavía bajo el impacto de la noticia, la escritora argentina Belén López Peiró en el diario español El País, para contar que, después de años de litigio judicial, un juez argentino finalmente condenó a 10 años de cárcel a su tío, un ex comisario de la Policía Bonaerense que abusó sexualmente de ella reiteradas veces entre los 13 y los 17 años.

“Este es el punto de partida para poder contar otras historias”, dirá en rato a Infobae Leamos. El futuro empieza.

Los abusos se produjeron durante los veranos en que ella viajaba a pasar las vacaciones en la casa de su tía –hermana de su madre-, en Santa Lucía, un pueblo de la provincia de Buenos Aires.

“Pensé que nunca iba a poder escribir esto. Un cierre. Un final a esta historia. Pero lo hice. Se acabó. Por fin, después de nueve años, hubo justicia”, escribe ahora Belén, que accede a intercambiar algunas impresiones exclusivas con Infobae Leamos, mientras la noticia corre como pólvora en las redes sociales: la condena es una forma de reparación y sus propios lectores y colegas la celebran. La acompañan, como en estos últimos años.

“La sentencia confirma todos los hechos de los que fue acusado y lo condena a diez años de prisión, además de que no podrá acercarse a mí y deberá hacerse cargo de una compensación económica, que fue parte del acuerdo abreviado, que representa algo así como el 30 por ciento de su ingreso jubilatorio como ex personal de la fuerza de seguridad”, explica ella, que fue representada por la abogada Luciana Sánchez, también mencionada en sus libros.

Por qué volvías cada verano, el primer libro de Belén López Peiró, que causó impacto.
Por qué volvías cada verano, el primer libro de Belén López Peiró, que causó impacto.

“Entiendo que éste es un gran antecedente, y en este momento importante también quiero mencionar y agradecer a mi abogada que me quiso ayudar y me ayudó desinteresadamente en este recorrido”, cuenta.

“Es una sentencia muy importante por varias razones”, describe, por su parte, Luciana Sánchez a Infobae Leamos. “En primer lugar porque condena al culpable. En segundo término, porque el juez reconoce el daño que le produjo a la acusada y lo obliga a indemnizarla económicamente, un monto que surge del daño cometido, aunque en el caso de los jubilados encuentra un tope (no se le puede embargar más del 30 por ciento de su ingreso).”

“Finalmente -retoma la abogada-, porque le pone punto final a un proceso que se extendió durante ocho años, algo que resulta vergonzoso, por la cantidad de tiempo que insumió. La buena noticia, de todos modos, es que se haya podido resolver mediante un juicio abreviado, que a diferencia del juicio oral puede prescindir de renovar los testimonios de todos los involucrados  y que los operadores del Poder Judicial, entre quienes me incluyo, hayamos podido darle alguna respuesta a Belén”.

"Donde no hago pie", el segundo libro de Belén López Peiró.
"Donde no hago pie", el segundo libro de Belén López Peiró.

La autora, también da a conocer, el nombre del abusador, Claudio Sarlo.

Sarlo había sido denunciado por su sobrina en el 2014. Entonces, ella trabajaba como redactora en un diario: fue ahí que entendió que muchas de las notas que escribía y leía se parecían a lo que estaba viviendo y que podía narrar su propia historia.

En julio de 2015, justo un mes después de la primera marcha masiva del Ni una menos, le llegaba la citación para ratificar la denuncia.

Aunque, en paralelo -y por eso tiene lectores a este punto sensibilizados con lo que le tocó vivir a la autora-, López Peiró encontró la manera de hacer del horror material para la literatura, en dos impactantes novelas: Por qué volvías cada verano (2018) y Donde no hago pie (2021), en la que narra lo que pasan las denunciantes que se deciden a litigar en la Justicia.

Me decía sobrina preferida. Me buscaba en Capital cuando mi mamá estaba triste. Me defendía frente a mi prima Florencia. Me pedía que baile la coreografía de danza frente a él, a veces delante de sus amigos. Decía que le gustaban mis piernas largas. Decía que le gustaba mi pijama. Me preguntaba por mi ex novio, quería saber qué había hecho con él. Decía que mi ex novio no era para mí”, arranca Donde no hago pie, aquella crónica -escalofriante por momentos- de ese recorrido que se inició en 2018 con la elevación a juicio de la causa, a partir de la denuncia de 2014.

Para el lector, termina siendo impactante el marambo judicial en el que termina sumergida una víctima de abuso sexual infantil hasta obtener alguna clase de respuesta o condena para su victimario. Esa que ahora le llega a Belén.

Belén López Peiró, en 2018. (Gentileza: Clara Bohner)
Belén López Peiró, en 2018. (Gentileza: Clara Bohner)

En esos libros, y para dar cuenta de las agresiones que había sufrido de adolescente, la escritora reconstruyó también las voces de algunos de sus familiares, que en su momento no dieron crédito de los abusos que denunciaba, así como, muchas veces en la Argentina, también la Justicia hace oídos sordos y la víctima parece ser ¿”culpable, hasta que se demuestre lo contrario”?

En su caso, esa posibilidad reparatoria involucró la escritura, a un nivel personal, y también la construcción de una red de mujeres de distintos ámbitos -abogadas, comunicadoras, periodistas- que aunaron sus fuerzas para ayudarla, en Buenos Aires y en Santa Lucía, el pueblo en el que se produjeron la mayoría de los episodios de abuso, “antes de que conociera el amor”, como escribe ella en su columna.

“Se acabó. Ya está. Terminó. C’est fini”, dice, y es así. Pero ahora vendrán otras historias: “Claro, éste es el punto de partida para poder contar otras historias, para seguir haciendo literatura”, dice. Un punto de partida. Y esa también es una buena noticia.

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