En el Reino Unido acaba de presentarse una nueva moneda, diseñada en honor a J.R.R Tolkien, autor de El Hobbit y El Señor de los Anillos. Tolkien falleció en 1973, de modo que en este año se cumplirán 50 años de su fallecimiento.
La moneda, de dos libras esterlinas, integrará la serie conmemorativa para el 2023. Tendrá en su centro el monograma o el sello personal que el mismo Tolkien diseñó en base a sus iniciales, enmarcado por un patrón rúnico.
Asimismo, la moneda llevará grabada en su canto una frase de Tolkien: “Not all those who wander are lost” (No todos los que vagan están perdidos), perteneciente al poema titulado Strider´s Riddle (El acertijo de Strider). Este poema hace referencia a Aragorn, futuro rey de Gondor, pero también alude al hecho de que mucha gente que puede parecer perdida está en realidad en pleno camino a su meta, aunque esto no siempre resulte evidente – ni para quienes presencian su andar, ni para sí mismos.
“Inventar un mundo creíble que exista enteramente en el reino de la fantasía requiere una imaginación poderosa” -reza el sitio de la institución acuñadora- y, en el caso de John Ronald Reuel Tolkien, un gran intelecto”.
El filósofo y escritor Fernando Savater, quien dedica varias páginas a Tolkien en su libro La infancia recuperada, coincide en sus escritos con esa afirmacion: “Es admirable la paciencia que [Tolkien] ejerce en inventar una especie de continente perdido, con todos sus detalles lingüísticos, históricos, geográficos o folclóricos.”
Es en ese ámbito que se da una lucha final entre el bien y el mal. De un lado está Sauron, el Señor Oscuro “y a su servicio, -agrega Savater- todos los espantos […]: oscuros espectros sin rostro de risa helada, ogros caníbales de brutal ferocidad, manadas de lobos gigantescos cuyos ojos alarman las sombras que rodean los fuegos de campamento, brujos corrompidos por su excesivo saber...”
Contra esa “siniestra cofradía” -continúa Savater- “unen sus fuerzas los eternos personajes representantes del bien: enanos industriosos y pacíficos, pero no carentes de coraje; hadas benéficas, brujos de poderosa y sabia bondad, altivos príncipes de refulgente espada, espíritus elementales de los bosques y los ríos.”
Pero la obra de Tolkien fue mucho más que un experimento minucioso de resucitar la magia y de sus fuentes medievales. El escritor y filólogo Thomas Shippey señala en su libro Tolkien: el escritor del siglo la paradoja que implica el éxito de estas obras llenas de antiguo misterio.
Y es que a pesar de que hoy lo conocemos como escritor de ficción, Tolkien fue, antes que nada, un erudito y académico: estudió las lenguas que se hablaban en el norte de Europa hace más de mil años: el nórdico y el inglés antiguos. Fue, durante décadas, profesor de inglés antiguo en la Universidad de Oxford, la más prestigiosa de Inglaterra. Abrevó asimismo en el Kalevala, la recopilación de mitología finlandesa.
La faceta académica de Tolkien impactó de lleno en su obra: tanto El hobbit como El señor de los anillos están basados en antiguos mitos y leyendas preservados en antiguos manuscritos medievales o (en el caso de Finlandia) obtenidas de una tradición oral.
Por todos estos motivos, señala Shippey, “es difícil hallar una obra escrita con menos interés por los criterios comerciales que El señor de los anillos” y agrega que cuando se publicó, a fines de la década de 1950, ningún especialista en marketing de ese entonces hubiera podido predecir su éxito.” Por el contrario, señala, El señor de los anillos “es [un libro] largo, difícil, tenía apéndices, estaba lleno de citas en lenguas desconocidas que el autor no siempre traducía, y era muy extraño. En realidad, tenía que crearse su propio mercado.”
Y vaya si lo logró: El señor del los anillos no solo se convirtió en un éxito fulgurante al ser publicado, sino que el interés en las obras de Tolkien se ha mantenido constante -e incluso ha crecido- con el paso de los años. “El hobbit se viene publicando más de sesenta años y ha vendido más de cuarenta millones de ejemplares, El señor de los anillos se publicó hace más de cincuenta años y lleva más de cincuenta millones de ejemplares vendidos (que, al estar por lo general publicado en formato de tres tomos, se acerca a los ciento cincuenta millones de ventas)”.
Por todos estos motivos, la acuñación de esta monedas que conmemora a Tolkien no sólo refleja la obra de un gran escritor, sino también la manera en que esta ha impactado en la vida cultural tanto del Reino Unido como del mundo entero. Además de continuar fascinando a nuevas generaciones de lectores, podemos decir que Tolkien inauguró la fantasía como género, y es un hecho que casi todos los libros de ese rubro están influidos en mayor o menor medida por El Señor de los anillos. Es por lo tanto apta la inscripción que aparece bajo el sello de Tolkien en la moneda que lo conmemora: “Writer – Poet – Scholar”, en castellano: “Escritor – Poeta – Académico”
Una antigua tradición
Esta serie de monedas conmemorativas será además la primera en reflejar una de las transiciones históricas que el mundo presenció durante el año que termina: la llegada al trono del Reino Unidos de Carlos III, quien fue coronado tras el fallecimiento de su madre, la reina Elizabeth II, que por entonces contaba con 96 años y setenta de reinado. Todas las monedas acuñadas en el Reino Unido a partir del 1° de enero del 2023, llevarán la efigie del nuevo rey.
La Casa de la Moneda británica es una de las organizaciones más antiguas del mundo, con más de 1100 años de historia. La Royal London Mint (predecesora de la actual Royal Mint) comenzó a acuñar monedas con la efigie del rey Alfredo el Grande en el año 886 D.C.
La moneda que homenajea a Tolkien queda por lo tanto enmarcada en una tradición cuyos orígenes se remontan al medioevo anglosajón – el mismo período histórico que este prolífico escritor dedicó su vida a estudiar y en el que encontró inspiración para sus mundos ficticios.
Seguir leyendo