¿Es posible comprender mejor la potencia creativa y existencial de Borges, Xul Solar, Pizarnik y Silvina Ocampo a través del lente de los astros? La Astrología se propone como una mirada (una lectura) vincular para comprender el mundo desde otras perspectivas. Mediante el estudio de las cartas natales de cada uno de estos artistas, sus signos y ascendentes, el libro Astrología y literatura, Diálogos cósmicos (Lumen) intenta saber más sobre este grupo de notables que, increíblemente, cultivaron la amistad como zona de influencia y aprendizaje.
Xul Solar era de Sagitario, Borges tenía el sol en Virgo, las energías básicas de Pizarnik estaban representadas por la animalidad: Tauro, Aries y Leo, Silvina Ocampo tenía el Sol en Leo y la Luna en Virgo. Para la Astrología, estos son códigos que permiten una lectura. ¿De qué? De una forma de actuar, de las motivaciones detrás de ciertas acciones y de un destino.
Este es un libro que intenta encontrar respuestas posibles (¿por qué Borges era tan tímido? ¿Por qué Pizarnik lo veía todo tan negro? ¿Silvina Ocampo se interesaba por los demás? ¿Por qué fueron amigos personas tan distintas?) parado encima de los astros y los elementos que mueven a la naturaleza: el agua, el fuego, la tierra y el aire.
Desde hace un tiempo que la escritora argentina Claudia Aboaf viene explorando la ciencia ficción climática en obras como El Rey del Agua y El ojo y la flor, ambas publicadas por Alfaguara. Este vínculo con la naturaleza y el modo en el que nos relacionamos con ella no es su único campo de acción. La astrología y las cosmogonías del zodíaco son puertas de acceso a un conocimiento que hoy ella también relaciona con la literatura.
“Este ensayo se enfoca en la “y” del título, esa conjunción copulativa que une materiales fuera de control como la literatura “y” la astrología”, dice Aboaf.
Entonces, a través de las cartas natales de estas estrellas del firmamento literario nacional, sumados a saberes provenientes de la Filosofía, la Teoría de género y el Feminismo, entre otros, Aboaf indaga sobre cómo la Astrología es una visión sobre esas relaciones que crean mundos. ¿Qué podemos saber sobre esas mentes y cuerpos que intervinieron el tiempo que les tocó vivir y modificaron su espacio y, sí, el futuro?
Dice Aboaf: “El ensayo propone una práctica de traducción de un sistema en particular, representado por la carta natal para llevar la identidad encapsulada hacia su potencial a través de un estallido “monádico” que permiten una libre circulación de la vida y un pasaje del yo a lo común. En la humanidad, este estallido aún no se produce y los dioses tecnocráticos hacen minería de datos para extraer y liberar a la atmósfera ‘el odio que es una perturbación del diálogo´.”
-Es reconocida tu labor literaria, pero ¿cuándo comienza tu relación con la Astrología y qué lugar ocupa en tu vida?
-Fui cofundadora, junto con Eugenio Carutti, de Casa XI, una escuela de Astrología que viene resistiendo las turbulencias argentinas desde hace más de 30 años. Allí habíamos confluido personas que venían de la Antropología, la Física, la Psicología alrededor de una premisa que fue tomar la tradición astrológica pero refundar estos súper íconos, los arquetipos planetarios y los signos, estimulando una intuición novedosa.
-¿Esto se vincula con su escritura?
-En parte, la libertad en mi escritura, el abordaje futurista de mis novelas está engarzado a la perspectiva astrológica, por ejemplo, respecto del tiempo: Kairos, Cronos (Saturno) está lleno de herencias, de memorias y también de llegadas para nutrir lo que pueda llegar a ser. La Astrología es dinámica, devela la presencia continua de pasados, presentes y futuros no convencionales que infunden todo tipo de temporalidades y materialidades. Los principios simbólicos asociados a los planetas en el corazón de la Astrología no operan como un decreto cósmico sino participativo. Hay un papel “cocreativo del agente humano” con esas fuerzas planetarias. Los planetas en permanente movimiento, accionan un principio de conexión con el cosmos que es la síntesis griega del orden inteligente. Potencialidades que incluyen los fracasos y las pesadillas pueden ser resignificados a partir de la carta natal. Es lo que solemos denominar “destino” y se va desplegando en el tiempo. En este momento la Astrología permanece en mí como reflexión, es una visión transversal que no juzga, e impide que encierre mi pensamiento en convenciones hegemónicas.
-¿Considerabas que hacía falta un libro como el tuyo?
-La génesis de este libro fue un llamado de la municipalidad de Tigre, lugar donde vivo, para dar charlas en la pequeña y colorida Casa Museo de Xul Solar en Dique Luján, emplazada entre humedales, donde vivió sus últimos años y murió, considerando la gran carga de sentido astrológico que tienen sus obras. Luego me invitaron a la Casa Museo de CABA y di la misma charla en el Museo Nacional de Bellas Artes; finalmente me pidieron el libro. Tuve muchas dudas, sentía que me descentraba de mi vida textual, hasta que encontré en la decisión de no analizar la vida como si estuviera aislada en un ziplock sino articulada con otras, el deseo de escribirlo. Después de todo, el mundo es más de relaciones que de personas. Así abordé este ensayo experimental que es un bucle algo inesperado por mi identificación actual, más literaria y socioambiental.
-¿Rompe un plan?
-Lo más razonable hubiese sido aparecer con un libro que continuara la línea de escritura de ecoficción, de ciencia ficción climática, como fue irrumpir con El rey del agua en un momento en que no había en la crítica un nombre para una novela poética de ciencia ficción, de denuncia por el futuro del agua. Me encuentro de nuevo en un margen, ahora acercando el cielo. Las cosmovisiones son importantes, y los pueblos ancestrales nunca cesaron ese diálogo celeste y telúrico. Entonces, retomé la Astrología como una cosmovisión necesaria. A decir del filósofo Giorgio Agamben, “haber puesto en relación los “cielos” de la inteligencia pura con la “tierra” de la experiencia es el gran descubrimiento de la Astrología”. Esperando, como dijo Marosa di Giorgio, “que la noche vuelva” detrás del lumínico artificial de la civilización actual.
-¿Por qué elegiste estas cuatro figuras literarias para abordarlos desde la astrología y la carta natal?
-En el caso de Xul y Borges, investigar esta interacción creativa fue ampliar el mundo de Xul: allí estaba Borges, fueron 24 años de amistad. Sumé al escritor, con la carta que el mismo Xul le había confeccionado y seguramente le leyó en gramática astrológica, en ese lenguaje que llamaba sagrado, ante un Borges que confiaba en su amigo Xul. El mundo de signos y símbolos de las cartas natales analizadas en conjunto nos permite rastrear la cocreación, cuánto estaba Xul en la literatura de Borges y cuánto Borges en la obra de Xul. Luego me atrajo el mundo textual y existencial de las escritoras Silvina Ocampo y Alejandra Pizarnik, a quienes siempre rodeó un cierto enigma acerca del vínculo poético y explosivo entre ellas.
-Es una obra sobre los vínculos de saberes. ¿Qué considerás que aporta la Astrología para comprender mejor la literatura o el hacer literario?
-Nada se autoproduce, todo se crea no sólo con las lecturas que nos preceden en el caso de la literatura, sino como experiencia de vida colectiva. En cuanto las fronteras se levantan los saberes se unen. La Astrología se sirve de la metáfora al interpretarla y en la literatura viajan esos dioses arquetipales y sus caminos heroicos. Los relatos tienen un ombligo cósmico en las constelaciones que alguna vez trazaron un puñado de personas mirando el cielo. También es interesante cómo Xul astrólogo relaciona los signos con las tendencias artísticas. El arte, la literatura son puentes sensibles que transparentan las energías y potencialidades de una carta natal. Aunque desde la identificación consciente una persona las niegue, descubrir cuales son, produce que todo fluya de manera más vital. Por fuera de la repetición de la identidad fija hay que dejar que la boca de la noche nos hable.
-La bibliografía del libro es frondosa. ¿Qué lugar considerás que tiene la Astrología en la sociedad en estos momentos?
-La bibliografía sería infinita si no hubiese fecha para publicar. A último momento me topé con La metamorfosis de las plantas de Goethe y esa biología poética apareció como un patrón para analizar la relación entre Silvina, Pizarnik y sus misteriosas evocaciones de los jardines. Y según me dicen, la Astrología volvió a escucharse. En el umbral en que nos encontramos, surge el deseo de adelantarse en qué viene para nosotros, pero ni la ciencia ficción, que también encuentra ahora un sentido renovado, ni la Astrología hacen profecías, sólo ven potencialidades.
-Es un libro complejo y por eso interesante. ¿Qué lectores imaginás para esta obra? ¿Y qué lector tenías en mente mientras lo escribías?
-Escribir este libro operó en distintas formas, como descubrir hasta qué punto este ensayo -cualquier ensayo-, expone cómo es el mundo para mí, cómo lo pienso, deja ver mis obsesiones y eso me inquietó por momentos. El libro tiene múltiples entradas: la Astrología, encontrarse en el signo de Borges detallista, en la sensibilidad oceánica del ascendente en Piscis de Xul y su abordaje pictórico multiespecista, el elemento “fuego” de la Luna en Leo de la poeta y el Sol en Leo de Silvina; en la visión cosmogónica, en la sinastría que es una técnica astrológica para comprender los vínculos; la biografía de Borges, Xul, Silvina o Alejandra, o como un libro curioso.
-Es un libro sobre la amistad y, me parece, sobre el destino. ¿Astrología y Literatura son complementarias o se enfrentan? ¿Cómo ves esa relación?
-No existe un destino individual y este libro pone el foco en las interrelaciones y en la creación conjunta. Y en la experiencia de que el arte colaborativo aumenta en belleza y sentido. La Astrología y la Literatura son dos lenguajes que dialogan, son sistemas sígnicos y simbólicos de complejas relaciones internas y externas que producen metáforas que atraviesan el tiempo. Después de todo, la primera carta natal que se conoce data del 400 a. C., ¿y la última? ¿Cuál fue el primer cuento que nos contamos? ¿Y el último? En este diálogo podemos renovar los cuentos que nos contamos a nosotros mismos, por ejemplo, para justificar tanta muerte.
Quién es Claudia Aboaf
Nació en Buenos Aires en 1960.
Trabajó en Astronología y Gastronomía.
Fue docente en la Universidad Nacional de las Artes (UNA), en la materia de Ciencia Ficción.
Publicó las novelas Medio grado de libertad (2003), Pichonas (2014), El rey del agua (2016) y El ojo y la flor (2019).
Seguir leyendo