Entre consagrados y voces nuevas, estas son las mejores novelas y los mejores cuentos de 2022

Desde las obras póstumas de Almudena Grandes y Sylvia Molloy hasta los trabajos de Claudia Piñeiro, Marcelo Cohen y Camila Sosa Villada, una pincelada por los imperdibles del año.

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Los libros pueden ser un gran plan para el árbol de Navidad y también para las vacaciones.
Los libros pueden ser un gran plan para el árbol de Navidad y también para las vacaciones.

Este 2022 fue raro. Por primera vez en su historia, el Premio Herralde se declaró desierto por falta de consenso del jurado. Le dieron el Nobel a la inmensa Annie Ernaux y se armó polémica. La apertura de la Feria del Libro de Buenos Aires fue un pequeño gran escándalo con el discurso justiciero de Guillermo Saccomanno. El papel, el circuito de imprenta, todo lo que implica el proceso de publicar es cada vez más inaccesible y pone en jaque a las editoriales que no son mega empresas internacionales.

Sin embargo, como una Scaloneta literaria, flamantes novelas y nuevos libros de cuentos poblaron las estanterías locales. La ficción fue encontrando, efectiva y cariñosa, por donde colarse y avanzó potente, firme, esperanzada. Es imposible el paneo total. Hay mucho. En cantidad y en calidad.

Por supuesto que hubo libro de Claudia Piñeiro, El tiempo de las moscas (Alfaguara), y fue otro éxito. Es la continuación de Tuya (2005), cuando Inés sale en libertad después de haber estado 15 años presa por haber asesinado a Charo, la amante de su ex marido. La (ya no tan) nueva estrella de la literatura local, Camila Sosa Villada, también publicó este año. Después del suceso internacional de la novela Las malas (2019), llegaron los relatos de Soy una tonta por quererte (Tusquets).

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¿Quién iba a decir que a dos décadas del siglo XXI iba a seguir siendo novedad editorial Ray Bradbury? Pues sí, mis cielos. Libros del Zorro Rojo sacó al mundo de habla hispana Otras crónicas marcianas, con traducción y prólogo de Marcial Souto, que —como lo indica su título— incluye relatos que el tío Rayo había descartado en su libro original, el clásico de ciencia ficción tierna y poética que desde 1950 abre cabezas a la lectura y a otros mundos.

Una novedad más nueva es la mexicana Clyo Mendoza, una suerte de Rulfo millennial. En Furia (Sigilo) cuenta el encuentro de dos soldados que abandonan la guerra y se internan en un desierto. Es una historia que contiene otras —siempre atrapantes, repletas de tensión— y de fondo habla de las heridas heredadas, también de las disidencias. Es un viaje a la otredad, con libertad de recursos poéticos, narrativos, visuales y hasta sensoriales y eróticos. Un grito silencioso. Un híbrido que formalmente llamamos novela, pero que en realidad es imposible de encasillar.

Si hay alguien que siempre sorprende y se reinventa es la francesa Virginie Despentes. Fabulosa, mainstream y de culto, tal vez la recuerden de éxitos como Fóllame (libro de 1994 y película de 2000), que sacudió todo panorama literario y también por su ensayo de 2006 Teoría King Kong, que sigue siendo moderno. Apocalipsis bebé (Random House, con traducción de Robert Juan-Cantavella) es un policial con —por supuesto— drogas y alcohol. Pero también es un retrato brutal de la sociedad actual, que no por eso pierde el pulso de thriller detectivesco.

Con La tierra hundida ya vuelve a levantarse (Sigilo), M. John Harrison ganó en 2020 el Premio Goldsmit, que la Universidad de Londres le otorga anualmente a una obra de ficción que “rompe moldes o amplía las posibilidades de la forma novelística”. Con 77 jóvenes años, el británico es uno de los escritores más originales y sorprendentes del mundo. Mezcla terror, fantasmas, fantasía, ciencia ficción y/o realismo con pincelada sutil. Lo aman Neil Gaiman y el cyber punk William Gibson, lo destacaba siempre Ursula K. Le Guin y en la Argentina tiene fans tan disímiles como la reina gótica Mariana Enriquez y la poeta y traductora Laura Wittner. Esta novela, además traducida por el recientemente fallecido Marcelo Cohen, es un feliz acontecimiento editorial.

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Marcelo Cohen, en su faceta autoral, también es original, extrañamente único y con una mente alucinada. Entre otros hitos fantásticos (en la polisemia del término que implica tanto género como adjetivo), en 2001 creó el Delta Panorámico, un (no)lugar en el que sucede su ficción. Llanto verde (Sigilo) son once cuentos en esa geografía que, como La calle de los cines (2018), también homenajean al séptimo arte.

Ahí en zona, podría estar la novela Una isla argentina (Híbrida), de Alejandro Caravario, que cuenta la historia realista y delirante de un periodista cincuentón que, al quedarse sin trabajo, se refugia un tiempo en la casa de su padre en una suerte de Nordelta desquiciado extremo. De vecino, pero bien de género misterio, está El ladrido del tigre (Blatt & Ríos), de Osvaldo Baigorria, un policial que va enrareciendo con suspenso y maestría el aparente paraíso isleño para contar la historia de unos asesinatos.

Con paisajes más amables, Todo lo que crece. Naturaleza y escritura (Páginas de Espuma), de Clara Obligado, juega entre la autobiografía y la microficción y va desde el pueblo familiar de su 9 de Julio en la provincia de Buenos Aires hasta la actualidad asentada hace décadas en España. Es un itinerario silvestre y literario que viaja de la niñez y la semilla a la adultez y el planeta. La autora usa su propia historia para contar también otras, por ejemplo la de los árboles, o algunas de la Biblia y también más. Retazos que se unen, y el vínculo con poetas como Wislawa Szimborska y Oliverio Girondo, pero también con ensayistas y novelistas como John Fowles o el entomólogo paisajista Gilles Clement y hasta Franz Kafka, Shirley Jackson o Arthur Rimbaud, entre tantos otros.

Cuarentena y más allá la inundación

Después de sus muertes, en noviembre del año pasado y en julio de este, la española Almudena Grandes y la argentina Sylvia Molloy volvieron como suspiros a dejar sus últimos libros, escritos durante la cuarentena más profunda y publicados póstumos. La novela Todo va a mejorar (Planeta), de la autora de Las edades de Lulú, es una distopía escrita en 2020, que imagina un mundo donde la felicidad es obligatoria. En Animalia, (Eterna Cadencia), la pionera en tratar temas LGTBQ+ en su obra, a partir del deseo frustrado de tener una mascota, observa la relación con los animales en un conjunto de historias breves.

También en línea animal, está Criaturas dispersas (Leteo), de la periodista Natalia Gelós, que comenzó su aventura silvestre con el newsletter Criaturas Dispersas y le puso orden de Tierra, Agua, Aire y Fuego a un conjunto de mini relatos que cruzan la crónica y la literatura con noticias de lo salvaje desde la observación naturalista. Y justo al filo del año, llegó también Animales de compañía (Entropia), de Sonia Budassi, el libro de cuentos con el que la autora de Bahía Blanca ganó en 2021 el primer premio del Fondo Nacional de las Artes en categoría Letras. Son historias urbanas y rurales, siempre atravesadas por distintas formas de animalidad, entre lauchas y perros, pasando por fauna exótica.

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También entre el cuento y la novela, aunque formalmente son relatos, está Lagunas y gitanos (Blatt & Ríos), de Luciana Pallero, una autora de 44 años que podría definirse rápido como la versión siglo XXI de Hebe Uhart, entre lo filosófico y el a veces tierno, otras cruel, disparate de lo cotidiano. En su último libro, las historias están repletas de protagonistas que podrían, o no, ser la misma mujer. Una legión de presencias en infinitos mini mundos que se contienen en sí mismos y explotan sin estridencia, solo con brillo.

Este año se habló mucho de Joyce Carol Oates, por ser la autora de Blonde, libro de 1999 en el que está basada la película sobre la vida de Marilyn Monroe que se estrenó este año, en la que Ana de Armas está igualita a la actriz ícono, y que el público amó y odió por igual. Pero el gol 2022 de la brillante estadounidense fue Babysitter (Alfaguara, con traducción de Nuria Molines Galarza), una novela cruda, noir, en la que, con trama adictiva, toca temas recurrentes en su obra, como el de la mujer despojada de cualquier rol social que no sea la maternidad y la necesidad de ser amada para sentir que existe. Como la rubia, pero en clave thriller y con un asesino serial de niños en Detroit durante 1977.

En su cumpleaños, una mujer discute con su hija por una pavada doméstica. La joven se va pegando un portazo y esa es la última vez que se ven. Unos días después, la madre se tira por la ventana de un cuarto de hotel. Por ahí, con los hechos de su vida real, comienza a escarbar Marina Mariasch en Efectos personales (Emecé), una novela inteligentísima que exhibe sin exhibicionismo los ecos de ese suicidio. Del otro lado de la moneda, en el inicio de la vida, se planta Umbilical (Alfaguara), de Andrés Neuman, que indaga sobre su experiencia personal, real, de ser padre por primera vez, para contar algo más colectivo: cómo los hombres, si quieren, también gestan.

Marina Mariasch
Marina Mariasch

Volver a casa suena hermoso, pero también es tremendo. Por esos vericuetos van algunas novelas, como Botánica sentimental (Lumen), de la poeta mendocina Mercedes Araujo, que cuenta el regreso de Antonia a La Silenciada, la casona familiar entre viñedos, y teje un enjambre de generaciones de mujeres. Lenta, pero segura, va la carrera de Luciana Sousa. En 2016 publicó Luro en la pequeña editorial artesanal Funesiana y la reeditó Tusquets en 2018 después de que la autora fuera elegida en 2017 por el Hay Festival como uno de los 39 mejores escritores latinoamericanos menores de 39 años. Ahora, llegó Cuando nadie nos nombre, la historia de Ana, que viaja a su pueblo después de una década de ausencia.

Más literalmente siniestro es lo que propone la celebrada autora española Sara Mesa en La familia (Anagrama), una novela que relata, con una estructura perfecta y sorprendente, el horror cotidiano del núcleo familiar. No desde el género, aunque a veces sí, el terror es un sentimiento que se suele mezclar con la maternidad, y eso está muy presente en El año en que debía morir (Ediciones B), de Natalia Moret, que arma con materia prima autobiográfica un tenso y atrapante thriller existencial.

Clavada en el suspense, pero también entre la distopía y el ensayo sociológico, está la última novela de Delphine de Vigan, Los reyes de la casa (Anagrama). “¿Usted cree que yo podía decirle a mi madre ‘sal de mi cuarto con tu puto teléfono y tus putos seguidores, incluidos esos que se hacen pajas mirando las imágenes que compartes con todo el mundo’? No, claro que no, una niña no habla así”. Ese parlamento podría suceder en 2031, estar en boca de una veinteañera criada a pulso de like y así lo imagina la autora francesa en una historia de redes sociales, secuestros y misterio.

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Igual que Homero Simpson en la Tierra del chocolate, cuando corre en estado de felicidad exaltada, se atraganta con puñados de postes, árboles y hasta le da un mordisco a un perro que pasa, a quien le gusta leer tuvo, entre enero y diciembre, para elegir de todo. Experimentos biográficos, thrillers, relatos costumbristas, historias de iniciación, terror, amor, misterio, ciencia ficción, indagaciones, por consagrados, resurgidos, nuevas voces. Todo eso dio 2022. Y un poco más.

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