Después de contar con diversas novelas y libros infantiles en su repertorio, Andréi Kurkov se ha convertido en una de las voces de la literatura más relevantes de Ucrania. Saltó a la fama con “Muerte con pingüino”, un libro, traducido varios idiomas, lque marcó un antes y un después en su trayectoria como escritor. Su primera novela vio la luz dos semanas antes de la caída de la URSS, con esto él mismo simbolizó el tiempo transitorio entre la Unión Soviética y la Independencia Ucraniana para 1991. Ahora, con su más reciente título, “Abejas grises”, continua con el uso del tono humorístico y los argumentos desenfadados que tanto lo han caracterizado.
En “Abejas grises” retoma sus experiencias particulares, entre la educación soviética, leninista, la traducción del japones, el puesto que ocupó en la KGB y en la Policía, experiencias que le dieron pie para recrear las miradas profundas de los argumentos y un reflejo sarcástico de lo que acontece en su tierra. Este título no es la excepción y continúa por la senda de la sátira, es un relato que se mezcla con la opresión Kafkiana, teatro de lo absurdo, y el esperpento, al representar un pueblo dentro de la zona gris de Ucrania, que es fuente de la disputa territorial desde 2014 entre los separatistas prorrusos y las fuerzas ucranianas.
“Ayer hablé por teléfono con mi editor en Jarkov, una ciudad que bombardean todos los días y todas las noches, y tras la contraofensiva ucraniana las estaciones eléctricas habían sido bombardeadas y estaban sin agua ni electricidad. Pero no se fijaba y decía, ya lo repararán. Se está convirtiendo en algo que forma parte de la vida cotidiana”, expresó Andréi Kurkov en entrevista con EFE.
En este territorio ficticio, sustentado en la realidad, vive Serguéi Sergueich, un exinspector de seguridad que ha encontrado en la apicultura el sentido de su vida en medio de una situación terrible, convulsa y tediosa. Su vida transcurre entre bombardeos, la escasez de suministros y la existencia de un lugar cada vez más moribundo; “Abejas grises” es una historia con el trasfondo simbólico de unas abejas adormecidas que esperan el paso del invierno y la llegada de la primavera, para poder recoger el polen que les pertenece con mejores circunstancias.
Serguéi entregará su vida al cuidado de su granja de apicultora, al tiempo irán apareciendo vecinos que se encuentran entre un lado y otro de la línea de combate, así como combatientes, todos desconcentrados por sus principios éticos al frente. El texto permite al lector acercarse a una realidad ucraniana, que había cavado refugios y trincheras, el protagonista se vuelve un testimonio de ficción consiente de lo que ahí ocurre; el ejército lleva instalado tres años, el protagonista se consuela cuidando a esa especie doméstica conocida por su comportamiento dócil.
El autor hace de la docilidad de Serguéi Sergueich, un sentimiento que se asemeja a la realidad, y que a la vez también se contrasta con el resto de los conciudadanos que quisieron emprender la marcha cuando se desataron los conflictos, personas que temían por su vida más que por sus pertenencias, pero este cuidador de las zumbadoras no teme por su vida, sino que la guerra le produce confusión e indiferencia. Andréi Kurkov se encarga de dibujar un personaje casi sin sentimientos, con sus sentidos apagados, salvo uno que es la responsabilidad que siente por sus abejas.
La novela “Abejas grises” cuenta con un epílogo fechado entre 2020, en el autor habla de Vladímir Putin y su intento por extraer a Ucrania de Europa en 2013, sus viajes a Crimea después de la anexión de Rusia y sobre como percibió que el miedo de los pobladores se transformó en apatía. Kurkov relata que, a partir de esta visita del mandatario ruso, decidió escribir esta novela, sobre gente que a pesar de la amenaza de guerra no ha abandonado sus casas o esperanzas, habitantes de Donbás que no pueden reprimirse ante lo que sufren los tártaros de Crimea ante las nuevas autoridades, habla de esos habitantes que se vuelven blancos de sospechas por Servicio Federal de Seguridad ruso y sobre todo habla de salvaguardar la estructura del panal.
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