“Un buen jugador es la caricia que antecede al orgasmo”: el relato argentino que se publicó en Qatar

Por el Mundial, el periódico Al-Araby Al-Jadeed publicó el libro ” La magia del fútbol”, una antología de escritores de distintos países del mundo. Aquí, reflexiones, pasión y poesía del sur del mundo.

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Lionel Messi y el libro "La magia del fútbol"
Lionel Messi y el libro "La magia del fútbol"

Me resulta desafiante aceptar esta propuesta de integrar el libro sobre La magia del fútbol. Es evidente que su magia es la popularidad. El fútbol es pasión. No sé qué seríamos de nosotros sin un poco de locura y pasión.

En un partido llamado Súper Clásico como puede ser Boca Juniors vs River Plate, en Argentina –mi país- ambos equipos tenían una rivalidad que comenzó a principios del siglo XX, cuando dichos clubes compartían sede en el barrio de La Boca. Desde entonces han protagonizado numerosos capítulos que han quedado en la historia del fútbol.

Tras la fusión de los equipos La Rosales y Santa Rosa, River Plate llegó al mundo en 1901 para convertirse en un gigante del fútbol. Mientras tanto, Boca Juniors tuvo que esperar hasta 1905 para ver la luz.

Explosividad, entrega y pasión. Así se vive el Boca-River. Sin embargo, el toque más característico de este encuentro son los hinchas, fieles y apasionados que hacen retumbar el estadio los 90 minutos, con sus cánticos y colores. Todo un espectáculo que cualquier amante del fútbol tiene prohibido perderse.

Dentro de estas canchas se refleja un escenario que representa un estado del ánimo social: jugadores que luego de hacer un gol se levantan la camiseta del equipo y debajo llevan otra denunciando cuestiones sociopolíticas. Pasión, en fin, que va mucho más allá de la pelota. Tribunas que llevan el nombre de algún desaparecido, ya que en nuestro país como sabrán existió desde 1976 hasta la llegada de la democracia en 1983 una dictadura militar, que dejó secuelas infinitas de dolor y horror. Un agujero negro en el que el deporte no estuvo ausente. Los jugadores muchas veces reivindican a algún compañero desaparecido u otras denuncias e injusticias que acechan a nuestro pueblo.

La historia oficial ignoró esa parte de la memoria colectiva que es el fútbol. Imperdonable.

“Cuando un partido está en una pantalla, una mujer, como si fuera Marilyn Monroe pasa delante de su amado, desnuda y el amante ni cuenta se da”

Como decía Camus: “Pronto aprendí que la pelota nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga. Eso me ayudó mucho en la vida, sobre todo en las grandes ciudades, donde la gente no suele ser siempre lo que se dice recta”

El fútbol, el buen fútbol, es una fiesta, y a eso le suma la danza, la alegría de la danza del fútbol, esa cosa de la diversión, de no temerle al error, de atravesar adversarios como si fuera un fantasma. Un buen jugador es la caricia que antecede al orgasmo, y, si logra hacer el gol, la fiesta es completa e inigualable.

En la cancha se ve la pasión, el hombre, la mujer que no tienen pasión son una fuerza latente que espera una posibilidad, como el pedernal el choque del hierro, para lanzar chispas de luz.

Messi y Julián Álvarez, la alegría de los jugadores argentinos. (AP Foto/Martin Meissner)
Messi y Julián Álvarez, la alegría de los jugadores argentinos. (AP Foto/Martin Meissner)

Uno no elige sus pasiones; las pasiones lo eligen a uno por eso el fútbol es la única religión que no tiene ateos, el escritor uruguayo, Eduardo Galeano, en el Mundial colgó en la puerta de su casa un cartel que decía: “Cerrado por fútbol”. Este acto representa la realidad de la popularidad, la devoción.

En el deseo encontramos ese resplandor de las transgresiones del pensamiento. También está en el cruce de miradas de dos desconocidos en cualquier lugar. El deseo es el vuelo de un halcón donde se entrelazan la pasión, el amor; y el deseo, quizá nos enseña la inanidad del deseo.

Cuando se juega un clásico o hay fútbol, la ciudad se vuelve carnavalesca, las luces cobran protagonismo y una siente que el barrio se vuelve Kitsch, los volúmenes de los televisores se elevan. Se escuchan gritos e insultos. La pasión y el amor en este caso se parecen porque los enamorados muchas veces suelen ser cursis también.

La pasión del fútbol, en Buenos Aires. (AP Foto/Rodrigo Abd)
La pasión del fútbol, en Buenos Aires. (AP Foto/Rodrigo Abd)

Ese maridaje de pasión y amor te enciende y, por otro lado, existe la particularidad de que cuando un partido está en una pantalla, una mujer, como si fuera Marilyn Monroe pasa delante de su amado, desnuda y el amante ni cuenta se da que está desnuda. El deseo en ese instante está en la incertidumbre. Se desea los mil gritos y en el arco, los abrazos.

En mi caso cuando veo un mundial en el que mi país participa me siento en la caldera de la vida misma, el cuerpo y la boca se vuelven lengua y estómago. ¿No es acaso un acontecimiento que quizá no se busca? ¿O es quizá esa búsqueda donde no existe la palabra “prohibición”? El fútbol es un lenguaje, es un código de signos y hay momentos que son puramente poéticos, se trata de los momentos del gol de una jugada brillante o una fulguración, estupor igual que la palabra poética.

Esta mujer cuando mira un partido de fútbol se apasiona, suspende.

Libertad a las mujeres de Irán. El Mundial también es política. (REUTERS/Paul Childs)
Libertad a las mujeres de Irán. El Mundial también es política. (REUTERS/Paul Childs)

Las pasiones son como los vientos, que son necesarios para dar movimiento a todo, aunque a menudo sean causa de huracanes.

Ahora como en la escena de una película: el pie en un balón, miradas con éxtasis en esa multitud que grita, se levanta, salta, hasta también esa pasión se parece a la muerte, pero es vida pura, intensa. El ojo atento en el pie, agua en los ojos, entonces me digo: A rodar, a rodar, a rodar.

Esta es la contundencia de la belleza de un juego que puede estremecerte hasta los tuétanos; y también sé que toda la vida voy a amarte. Desesperadamente. Voy a amarte.

Recuerdo a Éric Cantona “Un artista, para mí, es alguien que puede iluminar un cuarto oscuro. Nunca he podido, y nunca podré, diferenciar entre el pase de Pelé a Carlos Alberto en la final de la Copa del Mundo del 70 y la poesía del joven Rimbaud. En cada una de esas manifestaciones humanas hay una expresión de belleza, que nos conmueve y nos da un sentimiento de eternidad”.

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