Fue una nota informativa que revelaba un misterioso hallazgo lo que le dio pie a la escritora estadounidense Alyson Richman para crear una novela llena de belleza, lujo, pasiones arrebatadoras, arte en su máximo esplendor y una maternidad cuestionada, todo bajo una atmósfera de guerra.
Esos fueron los elementos que la autora reunió para escribir “Las horas del terciopelo”. En este título, como en sus anteriores publicaciones, Richman refrenda que la mayoría de su trabajo se inspira en preguntas que no pueden ser contestadas, en esta historia emprende una labor casi de detective para resolver interrogantes desde su creación literaria.
El hallazgo de un departamento en París que permaneció cerrado durante 70 años, de 1940 a 2010, inundó sorpresivamente los diarios locales e internacionales doce años atrás. El curioso sitio permaneció intacto y ordenado, a pesar de la acumulación de polvo, telarañas y la suciedad acumulada por el paso del tiempo; en su interior, el lugar albergaba muebles de preciosas maderas, obras de arte, espejos y ropajes, pero lo que más destacaba era el retrato pintado de una mujer extremadamente bella, colocado sobre la repisa de una chimenea.
Esta nota inspiró a Alyson Richman a escribir las primeras líneas sobre un retrato parisino de amor y desamor, que entrelaza la realidad y la ficción.
“Las horas del terciopelo” transcurre mientras los Nazis amenazan con tomar el control de París, una joven cierra para siempre el departamento de su abuela, deja atrás tesoros, recuerdos y bellezas inimaginables. La novela sigue la historia de Marthe de Florian, una famosa cortesana que durante su juventud buscaba rodearse de arte y lujos, al tiempo que evadía los recuerdos de una infancia ensombrecida por la pobreza en los callejones de Montmartre.
En el aire se huele lo que se avecina, la guerra está a punto de estallar en Europa, y Florian hace uso de su preciada colección de posesiones para abrirle su pasado, vida, historia y sus grandes secretos íntimos a su nieta Solange, quién aspira a convertirse en una escritora reconocida. Entre todos los deslumbrantes tesoros que guarda en su apartamento, lo más admirable es un collar de perlas y un magnífico retrato de su juventud, pintado por el artista italiano Giovanni Boldini. Al tiempo que se desarrolla la historia de Marthe, su nieta espera encontrar un camino que la ayude a enfrentar los secretos de su familia.
La escritora hace uso de una prosa que evoca el espíritu contextual de la era de la alta cultura, el arte, la literatura y la moda extravagante. El conflicto de la novela es desatado por una breve carta que en sus primeras líneas anuncia: “Yo no podía tener hijos y estaba casada”. La misiva estaba destinada a Henri, un texto revelador de sus orígenes y adopción, unas líneas firmadas por Marthe de Florian. El joven decide conocer a su madre biológica, viaja y es recibido en un sitio que parece sacado de un cuento de hadas entre finas porcelanas, pinturas y objetos de desbordante exquisitez.
Alyson Richman es una exitosa autora estadounidense que en sus cinco décadas de vida cuanta con títulos que han alcanzado la categoría de best-sellers, entre los que destacan “Los amantes de Praga”, “The Garden of Letters”, y “The Last Van Gogh”; además de ser una talentosa pintora. Se graduó de Wellesley College en Historia del Arte y Cultura Japonesa. Sus novelas, que han sido traducidas a más de dieciocho idiomas, combinan su profundo amor por el arte, la historia y los viajes, como lo demuestra en esta obra.
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