Tuvo que pasar casi una década para que la primera novela de la escritora ecuatoriana Mariasol Pons viera de nuevo la luz. Fue en 2013 cuando apareció con el sello El Conejo. Entonces, su historia de romance, intriga y destrucción tuvo una aceptación respetable entre los lectores en Ecuador.
Ahora, de la mano del grupo Planeta, buscando darle continuidad a la historia que conecta con “¿De quién son estas piernas?”, que se publicó en 2021, se presenta la nueva cara de esta novela, “La Chica”, con la que la autora ecuatoriana se dio a conocer.
El libro cuenta la historia de Gabriela Millás, una joven de clase alta que vive a merced de la opulencia, viaja por Europa cada que puede, se divierte como el que más y parece vivir la vida ideal, pero no todo es lo que parece. Gabriela se deprime con frecuencia, se agota, se aburre de sí misma.
Reza la contraportada de la nueva edición, que Gabriela tiene treinta años, es ecuatoriana, ingenua y soñadora. Para ella, la conquista de la felicidad depende del éxito o fracaso de sus relaciones sentimentales. La historia se enmarca en el quinquenio del 2005 al 2010 y el relato se desarrolla desde la perspectiva de los nacionales de Ecuador, país donde las FARC, la extinta guerrilla colombiana, instalan campamentos, pactan con el gobierno de turno, permean la economía ensuciándola con el lavado de dineros ilegales e incluso participan y disfrutan de la vida social de la burguesía local.
Gabriela constata en carne propia el abismo entre la cruda realidad y los ideales de justicia que pretenden ser el móvil del grupo guerrillero colombiano. Pero su amor por Diego, porque sí, hay un Diego, la colma más allá de su rechazo a las actividades del colectivo criminal del que su hombre hace parte, envolviéndola en un torbellino de sucesos que la llevarán a encontrar su destino final.
“La Chica” es una novela sobre la ira del mundo, de Dios, si se quiere, sobre las inclemencias del destino. Va también sobre el olvido, o los olvidos, la indiferencia, la ausencia. Gabriela es un poco todo eso: olvidos, indiferencia, ausencia. Lo que le rodea no le importa mucho, pero descubrirá que su mundo no es ajeno al mundo. Son el mismo. Puede que la novela llame la atención sobre eso, sobre el hecho de que, constantemente, divagamos alrededor de nuestros egos, de nuestros anhelos y querellas, pero al final, siempre importará tanto o igual lo que les sucede a los otros.
Eso sí, esta es una novela sobre el mundo de los otros, en parte, porque también habla de otras cosas y, además, se lee velozmente.
— Ha pasado tiempo desde la primera publicación de La Chica, ¿qué tanto ha evolucionado la novela y sus temas?
— En Ecuador tenemos el grave problema de una narcodelincuencia fortalecida y la institucionalidad estatal tremendamente debilitada. Es un tema que se mantiene vigente, con aristas nuevas, pero con problemas sociales de fondo. Como mencionaba anteriormente, esto es mucho más que un problema regional. El consumo de estupefacientes es una plaga y la crisis psicológica en la población solo la alimenta. Creo que por ahí nace ¿De quién son estas piernas? La novela que le sigue a la Chica. La magia de la escritura hizo que ambas historias conecten de manera impredecible.
— ¿Por qué retratar una época como esta, con las FARC? Rara vez se tiene una perspectiva distinta a la colombiana.
— Tal vez porque vivía en Bogotá cuando fue el ataque de Angostura, donde murió alias Raúl Reyes. Porque vi y veo el profundo daño que producen la narcoguerrila y la narcodelincuencia en ambos países y su gente. Esto es mucho más que un tema regional.
— La novela pone en entredicho muchas cosas, una de ellas tiene que ver con la soledad y el ruido de nuestras emociones. Gabriela parece evocar esto. ¿Qué tanto así lo pensaste al momento de caracterizar al personaje?
— Gabriela Millás nació como un personaje que goza de tomar ventaja de su privilegio, pero aun así no logra callar las preguntas de su mente. Sus emociones la confunden con facilidad porque carece de propósito de vida. Aun cuando han pasado más de 10 años de su creación, estimo que la falta de propósito, en general dentro de la sociedad, está más vigente que nunca. La soledad y el ruido de un mundo que no se calla pueden lograr que las personas dejen de escuchar su propia voz.
— Diego se le presenta como una especie de paliativo. ¿Es el amor, o la idea del mismo, la posibilidad última de esperanza?
— Quizá Diego es para Gabriela la última esperanza de encajar en un molde vacío porque realmente no tiene idea de qué quiere en la vida. Luego decide que es amor y es entonces cuando abandona por completo su identidad. Toma decisiones impensables acarreando un daño dramático a sus seres queridos.
— ¿Será necesario leer este libro y luego “¿De quién son estas piernas?”, o el lector podrá acogerlos cual rayuela?
— Ambos libros fueron escritos para ser leídos de manera independiente, creo que pueden dejarlo al azar, sin embargo, si el lector tiene una predilección cronológica, entonces primero “La Chica” y luego “¿De quién son estas piernas?”
—¿Alguna advertencia para los lectores?
— Más que una advertencia, una recomendación: escuchar las canciones que se mencionan en ciertas escenas, son buenas para transportarse y la advertencia más importante es que la historia es rápida, va marcada por la acción y las emociones, así que agarre bien el libro y no lo suelte.
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