Uno de los escritores más prolíficos de la literatura uruguaya en los últimos cincuenta años y también uno de los de mayor producción bibliográfica desde Eduardo Galeano, es el nacido en Florida, La Macana, el periodista, cuentista y novelista, Mario Delgado Aparaín.
Recordado en su país por títulos como “La balada de Johnny Sosa” (1987), con el que consiguió el Premio Municipal de Literatura; “Alivio de luto” (1998), finalista del Premio Alfaguara de ese año y del Rómulo Gallegos, adaptada más tarde al cine por el director Guillermo Casanova en su película ‘Otra historia del mundo’; y “No robarás las botas de los muertos” (2002), que le permitió obtener el Premio Bartolomé Hidalgo en 2005.
Delgado Aparaín ha publicado alrededor de una treintena de títulos, entre novela, cuento, crónica, y libros infantiles. Además, ha aparecido en distintas antologías y colaborado con autores e ilustradores como el chileno Luis Sepulveda y el uruguayo Ignacio Calero.
Inició su actividad literaria en 1982, con la publicación de “Causa de buena muerte”, su primer libro de cuentos, y en el transcurso de diez años, aparecieron sus tres primeras novelas.
Gran parte de su obra ha sido traducida a diversos idiomas y sus cuentos le han merecido galardones durante casi toda su carrera como escritor. Probablemente, sea ese su género predilecto. En 2022, recibió el Premio Juan Rulfo de Radio Francia Internacional por su cuento Terribles ojos verdes.
En 2011, fue declarado Ciudadano Ilustre de la capital uruguaya y a día de hoy es uno de los hombres más importantes e influyentes de las letras nacionales.
Uno de sus libros más recientes es una novela histórica en la que se remonta a las costas del Cantábrico y las orillas del Río de la Plata, hace trescientos años, cuando la revolución emancipadora le ponía fin al dominio por parte de los españoles.
En “Último viajero de la nada”, Delgado Aparaín cuenta la historia del vasco Bernabé Alcorta, que cruzó el océano y acabó metido en Montevideo, una ciudad convulsa, sitiada por los sobresaltos de las invasiones inglesas. Allí es testigo del triunfo de la Revolución de mayo y del éxodo del pueblo oriental.
Pronto, el vasco se encontrará con José Artigas, el militar y estadista rioplatense, y aquello será vital para su devenir, pues habrá de tomar una decisión difícil: elegir entre la lealtad al caudillo o mantenerse fiel a su patria y a su rey.
Esta es también una saga familiar en la que las voces de los muertos se funden con las de los vivos, guiados todos por una abuela, una matrona centenaria, y el nieto que escribe y ha heredado el candor de los Alcorta.
“Sin saber qué se le dice a un visitante que llega en la penumbra con una voz suave y tan extrañamente reconocible, la abuela Susana pensó que lo de fantasma no es una palabra que convenga a nadie y mucho menos a la hora de dar la bienvenida. Si bien estaba acostumbrada a recibir antepasados que habían existido varios siglos atrás, en esta ocasión el visitante era alguien muy distinto. Además de haber sido un hombre de otra sustancia, el vasco Bernabé Alcorta sería con seguridad el último de los viajeros que llegaría a La Casa del Mar. Así que, apenas terminó de acondicionar la mesa de cedro de sus abuelos vascos, cerró las cortinas y con íntima dedicación encendió los cinco cirios del candelabro de plata y la penumbra se hizo” - (Fragmento).
El autor uruguayo consigue descifrar el artilugio de narrar el pasado desde la novela, como si de un descubrimiento se tratara, no tanto una revisión de hechos, consiguiendo volver al origen con grandes méritos, no para entender el pasado, sino el presente cuyo curso aún no está fijado.
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