Los escritores mexicanos Ana García Bergua y Alfredo Núñez Lanz recientemente presentaron en coautoría la novela “Waikikí”; esta historia, mezcla de no-ficción y thriller, sobre el asesinato de una vedette, da cuenta del resplandor de la vida nocturna de los años cincuenta, que esconde intrigas tras bambalinas que terminan por enredar a Mario, Esmeralda y demás integrantes de un grupo de jóvenes que aspiran algún día estar bajo el luminoso reflector. Una historia sobre un asesino, la escena nocturna, la pasión por el baile y la sensualidad de mujeres con voz propia y pasados tormentosos.
En entrevista con Leamos, los autores develaron qué hay detrás de cada acto y capítulo de “Waikikí”; al más puro estilo de Truman Capote, se basaron en los hechos de un crimen real, el del asesinato de Suy Muy Key, la también llamada “muñequita china”, una vedette y bailarina exótica mexicana brutalmente asesinada en un crimen pasional a manos de su amante. Bergua y Lanz, convierten el mito de esta famosa mujer en la historia de Katmandú, una hermosa mujer que engalana a clientes, la nota roja y a la misma vida nocturna. Pero no todo es sobre la estrella de baile, el relato cuenta con una serie de personajes entrañables que se conectan al ritmo del telón, las luces neón y la rumba.
“Averiguamos que Suy Muy Key bailó en el Waikikí; fue un crimen que no encontró resolución. Su hermana, toda la vida, pensó que las autoridades no habían hecho su trabajo. Entonces eso también nos dio pie para hacer una crítica respecto a la injusticia en este país, que creo que es histórica en términos de nuestro sistema de justicia; hablar de cómo, algunas veces, es más importante callar a los medios que realmente propiciar la verdad”, aseguró Alfredo Núñez Lanz en sus declaraciones a Infobae Leamos.
Lanz explica que la novela parte de dos personajes outsiders que no hablan desde el punto de vista del espectador; a ellos les interesó abordar la historia tras bambalinas, como era la vida de una tiple, un saca borrachos, sobre todo, de un recorrido por sus sueños, anhelos y aspiraciones. Un ejemplo de ello es Esmeralda, una bailarina delgada que no cumplía con los estándares del cuerpo, un discurso que se cambió con el paso del tiempo. Lanz y Bergua exponen cómo la sexualidad era tema tabú, y cómo, a la vez era permitido en la noche por esa sociedad que lo condenaba a la luz del día.
“Tomamos un caso que puede ser un feminicidio, nosotros realmente lo cambiamos bastante, en una novela que da la oportunidad de retratar un ambiente y una época de la Ciudad de México que fue muy interesante, el final del Gobierno de Miguel Alemán y la vida nocturna. Todo este cine de rumberas exóticas en un ámbito de cabarets de medianoche, donde todas las clases se mezclaban y convivían. Queríamos hacer eso, un retrato de la ciudad en la época y este asesinato nos permitía hacerlo. — Dijo Ana García Bergua para Leamos.
Se podría decir que la historia del “Waikikí” transita por una época de cosificación de la figura femenina, pero también muy rica en cuanto a la vida nocturna, el espectáculo y un tiempo en el que nacieron grandes mujeres como Tongolele, María Antonieta Ponds y Ninón Sevilla, entre otras más que inspiraron todo un paradigma a los estándares de belleza y el espectáculo. Alfredo Núñez Lanz expone, que además de cabarets había cantinas, tugurios y clubs de medianoche en toda la ciudad, por la Colonia Obrera, en la Juárez y otros sobre Paseo de la Reforma, avenida donde se erigía el emblemático Waikikí.
— ¿Cuáles fueron sus retos al escribir esta historia?
— Fue hablar de esa ciudad y poder retratarla bien, pero también implicaba conocer las inflexiones, los tonos, la manera en la que se decían las cosas, el lenguaje, y recrearlo. Por ejemplo, hoy decimos “Echar desmadre”, y allí se decía, “Armar el rebumbio”. Entonces también fue un bonito reto, conocer las palabras y las expresiones que se utilizaban en la época, señaló Alfredo Núñez Lanz.
— Hacer novela histórica siempre implica, no solo, hacer el retrato de época, sino de la mentalidad de la época, como pensaba la gente, que se pensaba de la mujer y que significaba para estos personajes de provincia llegar a la Ciudad de México y tratar de abrirse camino allí, en una sociedad difícil y totalmente corporativa; teníamos que ponernos en los zapatos de nuestros personajes y tratar de entender la realidad como la estaban atendiendo ellos, explicó Ana García Bergua.
La autora recuerda que durante la investigación encontró cómo durante la llegada de Adolfo Ruiz Cortines a la silla de presidencial,se inició con “una campaña de moralización” que tenía muy en cuenta la censura, limitaciones en el horario y la clausura de establecimientos; por su parte, Núñez Lanz expone que el asesinato de Suy Muy Key se dio al final del “Alemanismo”, en 1951, un tiempo convulso por saber quién sería el nuevo tapado a la presidencia, pero también un año donde se conjugaron situaciones sociales, políticas y el Waikikí era el epicentro y testigo de eso, tras permanecer abierto por más de 20 años.
— ¿Se inspiraron para crear a sus personajes en mujeres famosas de este medio?
— Son las segundonas, pero con muchos ecos del melodrama del cine mexicano, sobre estas ideas de cómo debía ser la mujer, si ya eran mujeres perdidas, no eran vírgenes, o si eran pecadoras. Tampoco son las más famosas o estrellas. Pero son gente que vive en un ambiente que no es del común, tienen sueños y aspiraciones; por ejemplo, Mario tiene una personalidad muy curiosa, él tiene curiosidad por todo, el hecho de llegar esta ciudad laberíntica. Ana y yo hicimos una ciudad en donde se perdieran estos personajes y los devorara, expusieron los autores en entrevista con Infobae.
La historia de “Waikikí” arranca con Mario, un personaje que tiene dos lados, uno inocente y el otro fetichista, el cual tiene un tórrido encuentro con la ciudad, la cual a veces parece devorarlo entre su ajetreo. García Bergua explica que Mario, toma una obsesión en específico de toda la parafernalia e indumentaria de esta escena, “Su fascinación por Katmandú, incluye la ropa y sobre todo los zapatos de tacón” y el autor expresó “Creo que para Mario es mejor el cine que la vida, nunca ha visto tacones en la vida real, llega a ver acá, la figura femenina estilizada, más alta, más inaccesibles, más espigadas entonces eso también lo sorprende y lo obsesiona”.
¿Cómo construyeron a Esmeralda y su tormentoso pasado?
— Ella tiene una rabia, Esmeralda, funciona bien en función del coraje y de sentir que le está tocando vivir, algo que es un motor para que ella escape de su agresor y de este ámbito de abusos, y esa rabia que se le mezcla con el baile, es lo que la libera de los abusos. Entonces es como un personaje que se defiende de otra manera, que encuentra como retar al destino y darse a valer, respondió Ana García Bergua.
— Es un personaje que necesita el vínculo con los otros, porque a pesar del rechazo, necesita volverse amiga, sentir que tiene una familia y un poco la adopción de la familia que ella hace en el Waikikí. Todos hacen una fraternidad, una familia, donde se apoyan mutuamente, aunque también se ponen un poco el pie y creo que también nos interesaba construirle a Esmeralda una familia, que la apoyara y la hiciera sentir cómoda, según Alfredo Núñez Lanz.
Bergua y Lanz reconocen que “Waikíkí” es también un relato que retrata como las autoridades desde hace más de siete décadas no han cambiado en su manera de actuar, ni de vulnerar a personas de la vida nocturna, bailarinas, sexo servidoras y hasta meseras. Alfredo Núñez Lanz reconoce que aún se vive una vulneración de las minorías; por otro lado, la historia presenta los estándares de belleza y el racismo de la época, problemas que se quedaron arraigados y aún se siguen replicando en esta gran urbe. Así mismo, ambos declararon sentirse muy emocionados de ver su libro triunfar en los stands de las librerías y los puestos de los más vendidos y confesaron que no descartan una secuela.
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