El bullying y la violencia se han convertido en uno de los problemas a vencer en pleno siglo XXI; niños y niñas se enfrentan a la crueldad desatada por no compartir nacionalidad, raza o hasta género, y sus vicisitudes se arrastran inclusive hasta la vida adulta. Esto es algo que Francisco Goldman, narrador y ensayista estadounidense, tiene muy presente, ahora, en la novela “Monkey Boy”, el escritor confronta un trauma del pasado, se adentra en la mente de un hombre que ha perdido al amor de su vida, vive en la locura su propio duelo y da cuenta de un migrante que se adentra al otro lado del sueño americano.
“Empecé esta novela cuando iba saliendo del duelo por Aura, fallecida en 2007, luego de quebrarse la columna mientras practicaba bodysurfing, en las playas de Mazunte, Oaxaca. Estoy casado, tengo dos hijas y todo cambió. La muerte de Aura modificó mi manera de escribir por años y con esta novela quise indagar un poco en cómo el pasado influye en el presente y cómo ese entorno violento en el que crecí pudo afectar mi vida, nuestra vida, porque el duelo te vuelve, a veces, loco”, expresó Francisco Goldman en entrevista con Excelsior.
La novela “Monkey Boy” nace de una anécdota de Goldman, cuando, durante su primer año de secundaria, acudió a una fiesta organizada por una compañera. Con 13 años tenía la ilusión de iniciarse por primera vez en el amor; después de bailar con la niña que le gustaba, el pequeño se atrevió a darle un beso inocente. Poco después, los dos salieron al jardín y bajo la luz de la luna juntaron sus labios y sus lenguas se unieron por primera vez, con algo de torpeza. Él pensó que solo faltaba pedirle que se convirtieran en novios.
Todo cambió el lunes siguiente, ese perfecto fin de semana se convirtió en el inicio de su padecimiento. Al poner el primer pie en la escuela se dio cuenta de las miradas extrañas y los cuchicheos a su espalda, se reían e imitaban a un chango mientras él atravesaba el patio. Uno de sus amigos le dijo que la niña que le gustaba había dicho que, durante el beso, se sintió como un plátano masticado por un simio, ese desafortunado comentario generó risas, burlas, imitaciones y sonidos de simio y un sobrenombre que lo acompañaría durante toda su vida escolar, a partir de ese momento se convirtió en “El niño mono”.
Esto es apenas el comienzo de “Monkey Boy”. Esta novela, finalista del Premio Pulitzer de Ficción 2022 y ganadora del American Book Award, marca el cierre de su trilogía autobiográfica, tras “El circuito interior” y “Di su nombre”. Aquí, Goldman se da tiempo para repasar no solo la violencia verbal de un sobrenombre, también la relación con sus padres y su periodo formativo.
El agravio que sufrió durante su niñez no tuvo castigo alguno, ni consecuencias morales o disciplinarias para los autores; pero, por el contrario, el trauma persiguió a Goldman hasta superada su adolescencia, cuando decidió darle un beso a otra chica, e incluso mucho tiempo más hasta que logró enamorarse, confiar de nuevo en él y dejar los estigmas.
“Yo había sido un escritor que en sus novelas miraba hacia afuera, después de mi pérdida comencé a mirar hacia adentro y darle cierre a un cierre algo de más de 15 años. Es ficción en el sentido que la novela autobiográfica ha existido por siempre, la materia es mi propia vida, pero es novela por buscar la manera de contar algo, de formar algo y de hacer algo que solo lo puedes hacer así; cuando estaba en mis 60 años quería comenzar a examinar mi vida, pero de manera ficticia”, explicó Francisco Goldman en entrevista con RTVE Radio.
El autor nacido en Boston cuenta con una esencia guatemalteca y una mexicanidad adoptada. Fue hijo de padre ruso estadounidense de origen judío, lleno de rabia, y una abnegada madre procedente de Guatemala; una relación disfuncional que también marcó su vida y de la cual da cuenta en las 384 páginas de “Monkey Boy”.
El autor abre la relación con su familia, con los dos países donde creció, sus viajes entren de Nueva York a Boston. La vida de Goldman no ha sido fácil, pero ha encontrado en la escritura la manera de superar sus obstáculos y cauterizar las heridas. Este título es el cierre de su “trilogía de la intimidad”.
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