Del colombiano Sebastián Krieger no es mucho lo que se conoce. Parece un fantasma dedicado, desde hace unos años, a escribir novelas (antes había sido, asegura, un mercenario del periodismo). Se sabe que intentó ser metalero, alternativo, hippie, gótico y socorrista de la Cruz Roja. Nunca encajó en nada. Nació en los albores de la década del 70 y fue criado en la colonia alemana de Bogotá. De niño quería siempre perderse en el Putumayo, de grande anduvo perdido también, entre la escritura de guiones para televisión, el periodismo, la fotografía y las ciencias políticas.
Ha sido oficinista, empleado público y empresario. Escribía con la mano izquierda, mientras con la derecha llenaba tablas de excel. Hoy vive entre Montreal y Bogotá. Es padre y motociclista, y en su cuenta de Instagram tiene una foto con el exfutbolista argentino Mario Vanemerak, lo que sugiere que puede ser hincha de un tradicional equipo bogotano.
Dice ser casi cuatrilingüe y ya ha publicado dos novelas. La primera, “El Cubo”, en 2020, una ficción que cuenta la historia de César Escobar, un joven campesino que lleva toda su vida soñando con un cubo. La segunda, “La suma de todos los ruidos (The Hum)”, que acaba de publicar Calixta Editores.
“Con su pluma precisa, rigurosa, musical, Krieger cuenta historias de una belleza inapelable, contundentes y, todo hay que decirlo, desgarradoras”, asegura el escritor colombiano Álvaro Vanegas, uno de los representantes del terror en la narrativa contemporánea.
En su libro más reciente, tres mujeres, en momentos y lugares distintos, tienen algo en común: un ruido, no se sabe bien si es real o imaginario, conocido como el Hum, el cual les impide dormir y les señala una terrible insatisfacción existencial.
Ale es una joven rosarina con una vida monótona, por lo que emprende un viaje en moto para confrontar al miedo, la soledad, la culpa y la incertidumbre. En el camino, la noche y el viento no dejan de susurrarle. Regina pasa los días en un hogar geriátrico en Montreal, confundiendo la realidad con los programas de la TV. Cada día es para ella un rompecabezas incompleto y la noche un reencuentro indeseado con ese zumbido que no la abandona. Chiqui, de 15 años, empieza a perder la tranquilidad debido al Hum. En su diario relata pilatunas, amores, los desatinos de su psicóloga, la relación de sus padres y su difícil convivencia.
De la inevitabilidad de la muerte y la fugacidad del tiempo se logra decantar el significado del misterio que las tres esconden, así como el insólito hecho de estar vivas.
“Bocarriba sobre el colchón exhaló despacio. Las punzadas en la espalda ya no la incomodaban, tampoco el cosquilleo en las manos. Las eternas etapas de tierra y sol la habían endurecido. De la calle llegaron gritos de borrachos y repasó las veces que aseguró su habitación: tres. No repetiría el susto del amanecer en un hotelucho en el sur de Perú cuando unos ebrios agarraron a patadas la puerta. ¿O fue en la frontera de Ecuador?, qué importa. El viaje acababa tan pronto; y sin embargo, parecía tan lejana la madrugada cuando sin pegar los párpados por culpa de la ansiedad –y del Hum– tomó camino. La chica presumida y superficial se había quedado en casa, en Rosario, en otra vida” - (Fragmento).
La historia profundiza en el miedo, la alegría, el amor, el desamor y en el sentido de esa cosa rarísima llamada vida. “La suma de todos los ruidos (The Hum)” es un libro que sin pudores ni adornos cuenta las experiencias de tres mujeres que tienen en común las noches interminables y las vidas llenas de insatisfacción por culpa de este ruido misterioso.
“The Hum (el zumbido) es un fenómeno real que no tiene explicación científica”, señala el autor. “Se trata de un ruido de origen desconocido, de muy baja frecuencia, que solo alcanza a escuchar menos del 2 % de la población mundial. Yo hago parte de ese porcentaje. La novela es, entonces, la búsqueda, el intento de fuga y el vínculo intenso de tres personajes con este ruido que perciben como propio”.
A comparación de su primera novela, en esta, Krieger es mucho más libre en cuanto a lenguaje y estructura. Ambas tienen en común, sin embargo, las aproximaciones temáticas, el estilo onírico, la sensación de que se lee de manera vertiginosa, pero en realidad, nos adormece. No por aburrida o lenta, sino porque ese es el aura de la historia.
Atractiva, ágil y engranada como un rompecabezas muy fino. “Es un libro para lectores observadores que pueden visualizar un panorama a partir de fragmentos que encajan al final”, apunta Krieger. “Es un espejo para tantas personas que todavía se preguntan qué puede albergar el mundo en las noches”.
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