Juan Miguel Álvarez, un retratista del dolor: “Aún falta mucho para entender qué es lo que nos ocurre como país”

El cronista colombiano es el autor de “La guerra que perdimos”, título ganador del Premio Anagrama de Crónica Sergio González Rodríguez en 2021. En entrevista con Infobae, habló sobre el proceso de su escritura.

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"La guerra que perdimos" fue el título ganador del Premio Anagrama de Crónica Sergio González Rodríguez en 2021. (Foto: Víctor Galeano).
"La guerra que perdimos" fue el título ganador del Premio Anagrama de Crónica Sergio González Rodríguez en 2021. (Foto: Víctor Galeano).

No es fácil que un extranjero se interese por la situación de un país que no es el suyo, mucho menos que le den ganas de sentarse a leer un libro que habla al respecto. El trabajo más reciente del cronista colombiano Juan Miguel Álvarez, sin embargo, consigue hacerlo, sujetar a los lectores e involucrarlos por completo. Pocas plumas, y más en la no ficción, logran estremecer tanto, y afectar tanto, como la de este periodista forjado en los vaivenes del conflicto.

Nacido en Bogotá a finales de la década del 70, aunque hay quienes aseguran que es pereirano, Álvarez se ha convertido, con los años, en uno de los cronistas más lúcidos de la literatura colombiana contemporánea, después de Alfredo Molano, Ricardo Calderón y el mismo Gabriel García Márquez. Hace parte de una generación de escritores que encuentran en la no ficción una forma para narrar su época y su territorio, para narrarse a sí mismos y su entorno, y con buen tino se han ganado su lugar. Nombres como los de Santiago Wills, Teresita Goyeneche, Federico Ríos o Juan Pablo Barrientos, entre muchos otros, se resisten a dejar que la crónica quede relegada en medio de un periodismo que es cada vez más inmediatista.

Desde 2008, cuando Álvarez inició su camino como escritor, tan solo ha explorado una vez con la ficción. Su único libro de cuentos lleva por título Tumbas en el aire. Circuló poco, pero tuvo una buena recepción. No necesitó más y se volcó de lleno a la no ficción, género del que se ha hecho uno de los representantes indiscutidos.

En 2013, la editorial Rey Naranjo publicó su libro Balas por encargo, una serie de crónicas con un tema específico: el asesinato como forma para ganarse la vida. Desde entonces, todos sus libros han salido de la mano del sello dirigido por Carolina Rey y John Naranjo, abriéndose paso entre los lectores. Tal vez, el de mayor éxito ha sido Verde tierra calcinada, que vio la luz en 2017.

Con este libro, Álvarez se convirtió en lo que luego él mismo llamaría “un reportero de trocha”. Lo ha sido desde entonces. Un viajero constante, un cronista de territorio, de pueblo, de selva. Un retratista del dolor. Su prosa se alimenta del roce con lo cotidiano en estos lugares, estas geografías alejadas. Sus historias cobran vida cuando él se incluye en ellas, cuando comparte con las personas, las vive, las ve, las siente. Sin embargo, con la aparición de su trabajo más reciente, todo parece indicar que poco queda de aquel reportero de trocha.

“Ha sido una etapa de mi carrera en la que me he sentido muy bien. Hasta que no encuentre algo que me incomode, que me exija migrar a otras formas de contemplar la crónica, seguiré ahí, usando ese tono, manejando ese matiz. Pero sí es cierto que ha llegado un momento en el que el viaje agota mucho. A veces, lo único que quiero es quedarme en mi casa y escribir con lo que está a mi alcance. Aún siento que tengo un poco de vigor y seguramente lo haré por un tiempo más, pero no puedo negar que el vigor no es el mismo de antes y el interés tampoco”, dice Álvarez, en entrevista con Infobae. “Probablemente, más adelante explore como un reportero más citadino, más enfocado en la gente, donde me centre en la historia de una persona y no tanto de un territorio. Un periodismo narrativo que no exija tanto movimiento”.
Juan Miguel Álvarez es el autor de libros como "Verde tierra calcinada", "Lugar de tránsito" y La guerra que perdimos". (Foto: Víctor Galeano).
Juan Miguel Álvarez es el autor de libros como "Verde tierra calcinada", "Lugar de tránsito" y La guerra que perdimos". (Foto: Víctor Galeano).

Antes de ganarse el Premio Anagrama de Crónica Sergio González Rodríguez 2021, Álvarez publicó Lugar de tránsito, un libro con el que se anticipaba, de alguna manera, a lo que vendría. Fue su última publicación al hilo con los editores de Rey Naranjo, hasta el momento. No pensó que tan pronto cambiaría de sello y llegaría a uno de los más importantes en lengua española, y ni siquiera contempló la posibilidad de conseguir tan rápido el galardón que tanto anhelaba.

"Balas por encargo", "Verde tierra calcinada" y "Lugar de tránsito". (Diseño a partir de imágenes: Jesús Avilés/Infobae).
"Balas por encargo", "Verde tierra calcinada" y "Lugar de tránsito". (Diseño a partir de imágenes: Jesús Avilés/Infobae).
“Yo tenía un plan de trabajo a cinco años con el objetivo de participar en este premio. Durante ese periodo, cada junio enviaría un manuscrito esperando ganar en alguna de las ediciones. Lo que menos pensé fue conseguirlo a la primera. Nunca imaginé que iba a ganar. Al momento de la llamada en que me dicen que gané, no tenía mucha fe. O lo que yo había hecho era muy bueno, o las otras propuestas que participaron eran muy malas. Cuando hablo con los jurados, entiendo que se trata de lo primero”, comenta.

Once crónicas componen las cerca de 270 páginas de este libro, algunas previamente publicadas y otras totalmente inéditas. En ellas, siguiendo su prosa minuciosa y el afán de estar atento a los detalles que conforman los vestigios del pasado, Álvarez reconstruye la historia de un país que ha estado a merced de la violencia por muchos años y se centra en las voces de sus víctimas, en quienes ocupan este territorio incapaz de concebir un futuro en paz.

No es un libro sobre la guerra, sin embargo, sino un relato íntimo, podría decirse, de un reportero que se cruza con los escombros, las esquirlas, las cicatrices de un país roto que no ha terminado de entender que la guerra no es eso que ocurre en otro lado y en otro tiempo, ese pasado que aún no se conjuga en presente.

"La guerra que perdimos" fue el título ganador del Premio Anagrama de Crónica Sergio González Rodríguez 2021. (Cortesía: Editorial Anagrama).
"La guerra que perdimos" fue el título ganador del Premio Anagrama de Crónica Sergio González Rodríguez 2021. (Cortesía: Editorial Anagrama).

Las crónicas al interior de La guerra que perdimos están escritas con una visión global. Normalmente, Álvarez escribía pensando en los lectores colombianos. No iba más allá, pero con el premio, el cronista tuvo que ampliar el panorama. Trabajó mucho en el uso del lenguaje y se dio el lujo de incluir una serie de ensayos con el ánimo de conectar cada crónica y darle uniformidad al libro.

“Durante la pasada edición del Hay Festival, me reuní con Martín Caparros, Juan Villoro y Felipe Restrepo Pombo, en Cartagena. El primero me propone una cosa que yo ya había considerado: la manera de conectar las crónicas al interior del libro, para que no queden simplemente como una reunión de textos ya publicados, como una antología, era utilizar unos pequeños textos en el intermedio de cada una para que la unión fuera orgánica. Villoro me habló de un prólogo, una introducción donde contara todo lo que refiere a las crónicas. Caparrós sugirió los textos intermedios. Eso ya lo tenía yo en la cabeza. Él lo había hecho en su libro Larga distancia, con el ánimo de enlazar las historias. Entonces, saqué mi libreta y les mostré a los tres los apuntes que tenía para esos textos intermedios. Les expliqué de qué hablaría entre una y otra crónica, y a ellos les pareció muy bien. La cosa es que yo necesitaba correr con todo esto, porque no había tiempo. Tuve alrededor de mes y medio, a partir de esa reunión, para ponerme a trabajar. El resultado encajó perfecto”, señala Álvarez.

De alguna manera, el libro intenta responder a la pregunta sobre qué les ha ocurrido a los colombianos a lo largo de estos años. Por qué parece que estamos predestinados al ocaso. El lector no conseguirá dilucidar una respuesta, como tampoco lo ha hecho el autor. Las voces a las que acude para contar esta historia de dolor y tristeza, permiten, sin embargo, barajar algunas ideas. Puede que ahí resida la importancia de estas crónicas.

“Aún falta mucho para entender qué es lo que nos ocurre como país. Hace falta un proceso mucho más largo de madurez cultural y política en la sociedad colombiana para lograr comprender cuál es el origen de nuestros dolores, de nuestras perdidas. No sé muy bien por qué ocurre, pero lo que sí sé es que Colombia, básicamente, todavía se encuentra en un estado muy iniciático de su debate político interno. Hasta que este no sea más maduro, no habrá claridad de cara al futuro”, dice el autor.

Una gran parte de esto tiene que ver con la violencia implícita en el discurso, en la manera en que el país se comunica. Esta es una nación de ideas radicales en donde lo diferente no tiene cabida, es suprimido, eliminado. Mientras las ideas sigan aniquilándose las unas a las otras, esta sociedad no se entenderá. Y, “una sociedad que no se entienda entre sí, está condenada a la derrota”.

Con La guerra que perdimos, Juan Miguel Álvarez le da un estatus más alto a su carrera como escritor. Fácil será bajar los escalones. Lo complejo reside en la capacidad que tenga el cronista para mantenerse y, especialmente, superarse. No cabe duda de que conseguirá lo segundo, pues su voz es una de las más potentes de los últimos años. Para la muestra, esta obra suya, tan necesaria como de gran factura.

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