Un escalofrío recorre la piel cada vez que escudriñamos los cientos de escritos históricos que retratan los obstáculos y circunstancias de determinada época; uno de los más impresionantes es la peste bubónica. Esta epidemia se extendió a mediados del siglo XIV a lo largo de dos continentes, produciendo cambios profundos en aquellos que lograron sobrevivir a los horrores de una enfermedad que rebasó los límites científicos y médicos de su tiempo.
Pasados ya casi siete siglos, la escritora mexicana Verónica Murguía recrea este período histórico en “El Cuarto Jinete”, un recorrido que da cuenta de las consecuencias materiales, sociales y espirituales que dejó esta enfermedad.
“Es una novela, se puede decir, realista, en el sentido en que nada es inventado, sólo la gente. Es realista como puede ser realista cualquier novela del narco que tenga un personaje inventado en medio de una situación espantosa”, explicó Verónica Murguía en entrevista con Reforma.
La historia se encuentra ubicada en la Edad Media y en ella, la escritora expone las consecuencias que en su momento desató la enfermedad conocida como la Peste negra en la población; al mismo tiempo que se expresaba solidaridad para con los enfermos, también existía a hacia ellos un rechazo cruel. Este texto, asegura la autora, es resultado de una investigación sobre un mundo que ha obsesionado los historiadores durante mucho tiempo.
En esta historia, Verónica Murguía se aleja de las premisas míticas y fantásticas que han caracterizado sus anteriores lanzamientos, como “El ángel de Nicolás”, “Loba” y “Auliya”, entre otros más, para centrarse en un relato en el que los personajes hacen del desafortunado tiempo que les tocó vivir, el recuento de todo aquello que genuinamente se debe de agradecer en la vida.
La autora construye esta historia con voces y testimonios situados en sus respectivas trincheras con respecto a la enfermedad que azotó principalmente a Europa; retoma temas bíblicos y de la literatura medieval para reconstruir sus personajes a partir de hechos históricos.
El relato se sitúa principalmente en París y se centra en las andanzas del médico musulmán Abu Alí Ibn Mohamed de Ronda, en compañía de su discípulo Guy de Comminges. Tras los primeros brotes de la peste, Mohamed abandona a su esposa enferma y adopta la identidad cristiana de Pedro de Hispania. Arrepentido de lo que hizo, da comienzo a una peregrinación en busca de Guy de Chauliac, el único médico conocido que ha logrado vencer la enfermedad y quien se presume se encuentra en Aviñón. Poco después de la muerte de “Pedro”, Comminges se encuentra indeciso entre desertar de la medicina o continuar ayudando a los desvalidos.
Verónica Murguía se expresa como una conocedora de la cultura medieval y del momento histórico que ronda la Peste negra, recreando con detalle los conflictos de esa convulsa época. En este viaje, de la mano de Murguía, el lector conoce el atraso entre los médicos cristianos, en una época en la que en occidente la medicina y la barbería eran casi indistinguibles.
En “El Cuarto Jinete” la mayoría de las voces provienen de los estratos sociales desfavorecidos: la huérfana Catherine o un mendigo tullido. La autora es mordaz y demuestra la inequidad entre la opulencia del clero y la miseria de los fieles.
“La Edad Media no es tan ajena a nosotros. Nos han dicho que era el oscurantismo y no sé cuántas cosas más, y sí, por supuesto el conocimiento científico en la Edad Media era nulo, vivían en un mundo absolutamente mágico y sobrenatural, pero muchas de nuestras actitudes fueron sembradas en la Edad Media, es una época tan larga que abarcó tanto territorio geográfico, y hay que reconocer que en Europa quienes eran más sensatos y más abiertos ante la ciencia eran los árabes españoles”, aclaró Verónica Murguía en entrevista para El Universal.
Las 240 páginas de esta novela retratan a la Peste negra como una más de las desdichas cotidianas de los protagonistas. También retrata el machismo que permeaba el pensamiento de la época con las historias de la hermana Béatrice o Marie “la cicatricera”, ambas mujeres con vocación filantrópica y vetadas de los conocimientos médicos, dónde los hombres dominaban. Murguía no se detiene en recrear personajes ejemplares, en la novela los sabios, son imprudentes, los devotos son ladrones, los bondadosos son cobardes y los piadosos son ignorantes.
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