“Leer este libro es una experiencia de mucha emoción, de mucha intensidad amorosa”, me dice Gabriela Cabezón Cámara, con Animalia, el libro póstumo de Sylvia Molloy, en la mano. ¿Por qué? “Leer este libro es muy parecido a hablar con Sylvia y yo extraño hablar con Sylvia y, sobre todo, está la idea, que no entiendo del todo, de que no voy a volver a hablar con Sylvia”.
Así, con esta emoción, será la lectura que haga Gabriela Cabezón Cámara para La oreja que lee, el podcast literario de Infobae, que se puede escuchar clickeando acá.
Es que Sylvia Molloy, que murió en Nueva York en julio pasado, era una escritora muy querida en el medio literario argentino, y muy cercana a Cabezón Cámara, con quien la une, entre otras cosas, esa ternura alrededor de los animales: gatos, perros, hasta gallinas. Una forma del amor que Molloy explora en la serie de textos brevísimos que hacen ese último libro.
La risa, la elección de los nombres -Tina Turner, Glory, Martina Navratilova, Ladybird, Billie Jean King- el cuidado y, tantas veces, la enfermedad y la necesidad de dar fin a una vida amada, por amor. Esas cosas se cuentan en Animalia. El oficial que golpea con el puño el metal de su auto porque alguien dejó tirado un mapache herido y él lo va aliviar. Pero hay que levantar ese arma. Hay que mirar esos ojos. Hay que tener la buena entraña y la valentía. El amor no es mermelada, Animalia lo deja claro.
El libro de Molloy es, también, una conmovedora, austera, despedida de la vida. Como cuando recuerda a esa gata que la acompañó firme cuando la escritora se rompió una pierna :”alguien me dijo que los gatos, o más bien el ronroneo de los gatos, ayudaba a soldar los huesos”. El final de ese relato es delicioso y es uno de los que se pueden escuchar en el podcast.
De una escritura mínima, el libro pega hondo.
Eso leerá, conmovida y reflexiva, Gabriela Cabezón Cámara.
Sylvia Molloy nació en Buenos Aires en 1938. Estudió en Buenos Aires y en París, enseñó en universidades de Estados Unidos, donde vive desde 1970. Fue la primera mujer en ser profesora titular en la universidad de Princeton.
En 1981 publicó En breve cárcel, una de las novelas pioneras en la literatura lésbica argentina. La recepción de esa novela no fue un escándalo, fue un silencio: el libro no se publicó en el país y sólo circuló en fotocopias.
Salió recién en 1998, por la editorial Simurg. En breve cárcel se reeditó en la Argentina en 2012, en la “Serie del recienvenido”, una prestigiosa colección que dirigió Ricardo Piglia.
Molloy también es autora de El común olvido, Varia imaginación, Desarticulaciones y Vivir entre lenguas. Como crítica, escribió, entre otros, Las letras de Borges y Poses de fin de siglo.
La lectora, Gabriela Cabezón Cámara, es una de las voces más originales de la literatura argentina.
Nació en 1968 en San Isidro, provincia de Buenos Aires, y causó conmoción con su primera novela, La virgen cabeza, que salió en 2009 y está protagonizada por Cleopatra, una travesti que vive en una villa miseria, se comunica con la Virgen y está en amores con una periodista. Es una prosa arrasadora.
También escribió Romance de la negra rubia, Le viste la cara a Dios -un terrible texto sobre la trata de mujeres- y Las aventuras de la China Iron, donde toma a un personaje secundario del Martín Fierro -nada menos que la mujer del gaucho- y la lanza por la pampa en medio de un romance fogoso con una inglesa que le hace conocer las delicias de esa civilización. El libro termina con una utopía política.
Cabezón Cámara se ha convertido también en una atenta militante ecologista.
Este episodio de La oreja que lee se puede escuchar clickeando acá.
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Esta semana seguramente contaré algunas cosas más acerca de Molloy, de este libro pero también de aquel pionero, cómo se lo leyó, qué pasó en el momento de su publicación.
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