Desde hace varios años, el escritor colombiano Héctor Manuel Castro decidió probar suerte en el sur de los Estados Unidos. En Colombia, se había desempeñado como periodista durante algún tiempo y con el propósito de cursar una maestria en comunicaciones en la Universidad Internacional de La Florida, emigró a Norteamérica. Se fue, también, con el anhelo de tener una mejor vida y encontrar un ambiente propicio para su escritura. Una vez se graduó del programa, se quedó a vivir en Miami.
En 2014, trabajando como periodista para CNN en Español, publicó su primera novela, La iglesia del Diablo, de la mano de C. A. Press. Un thriller en el que cuestionaba la institucionalidad de la Iglesia católica a partir de una trama en la que la lucha constante del ser humano por sus convicciones personales es la base de todo. Al interior de estas páginas, Castro retrataba un mundo en el que el aliado más fiel puede en realidad ser el enemigo más acérrimo, y en donde el bien lucha siempre por rescatar a la humanidad de los terrenos del mal para finalmente imponérsele.
La recepción fue buena en los círculos de lectores más cercanos al autor y por su trabajo en los medios de Miami consiguió mayor visibilidad. La prensa le reseñó en su momento, pero en su país no fue muy sonada. Castro escribía desde Estados Unidos y parecía que eso le cerraba las puertas de la industria editorial en su país natal.
Unos años después, con el ánimo de tener mayor presencia en las librerías colombianas, Castro escribió su segunda novela y en cuanto la terminó se la envió a un sello colombiano, buscando no solo llegar a su territorio, sino mejorar su presencia en el sur de Estados Unidos. Su elección le permitiría esto y más.
La editorial Palabra Libre, dirigida por Catalina Martínez, viuda del escritor y periodista colombiano Armando Caicedo, autor de El niño que me perdonó la vida, Abril nace en enero y En poder del enemigo, entre otros títulos, fue el sello que recibió la novela de Castro. La editaron durante la pandemia y antes de que la presentara Ismael Cala a través de una pantalla, decidieron darle un aire de libro matrioshka. Es decir, un libro que contiene en sí mismo otro libro.
Como la trama de la novela habla de un escritor que ha caído en coma y ha dejado una novela inacabada para que su esposa la termine, y esa novela es la que los lectores leen, pues había que intentar que la sensación de lectura diera cuenta de esto. Lo lograron gracias al diseño de Paula Cubillos, con la aprobación del autor.
Son alrededor de 208 páginas las que componen Tarde de golondrinas, el segundo libro de Héctor Manuel Castro, cuya contracubierta lleva comentarios del periodista Fernando Del Rincón y el escritor José Ignacio Valenzuela.
La última casa de la calle Melancolía es un lugar siniestro que genera terror en los habitantes de un pueblo perdido en las montañas, reza el texto de contracubierta. Una mujer llamada Ágata es la propietaria de aquel sitio y, por ello, tiene que soportar el odio y el rechazo de una comunidad sumida en la ignorancia y el fanatismo. La novela inconclusa escrita por un hombre durante los últimos días de su existencia se trasformará en un acertijo para la mujer que ama, teniendo esta que descifrarlo si quiere salvarse de la nostalgia que la mata poco a poco. ¿Podrá la tristeza más grande del mundo generar la mayor satisfacción en una de sus víctimas?
“Tu manuscrito sigue esperándote dentro de aquel sobre que yo misma he puesto en la repisa negra de madera. Y claro que allí pertenece, pues estoy segura de que tus letras superarán la prueba de las emociones. Es más, sin leerlas todavía, ya me hacen suspirar. Me has dicho que vos mismo me leerás la historia en el debido momento, y que yo me encargaré de escribir el final. Me ha parecido muy atractiva la idea misteriosa, pero ahora que te veo aquí dormido no quiero tener en mi mano la pluma que escriba las líneas que cierren el capítulo que no espero. No tengo la valentía para dejarte ir. Por eso decidí todo este tiempo esperar a que vos mismo me digás que te encanta mi final, y juntos nos enamoremos de ese último punto. Pero no despertás, y el tiempo no detiene su macabro paso. Lo he pensado por muchas madrugadas, mi viejo hermoso, y creo que ya es hora de abrir el sobre y leer esa historia que escribiste en soledad. De pronto, así te animás y me mirás, quizá para decirme que la estoy leyendo con el sentimiento errado, o para hacer énfasis en alguna palabra que sentís más que otras, o hasta para burlarte de una frase y mencionar entre dientes que debemos borrarla ipso-facto, mientras nos acordamos de Mateo y sus teorías y reímos al compás de las caricias torpes de nuestros dedos añejos” - (Fragmento).
Una estructura como de diario es la que les permite a los lectores situarse en la narración de la esposa del escritor, quien le va hablando a su amado mientras está en coma y lee la novela que éste ha dejado escrita. Los pasajes que corresponden a dicha historia son señalados con una tipografía distinta. Cambia el tono, el ritmo y el estilo. En realidad la sensación del libro dentro del libro está más que lograda por el autor.
En entrevista con el escritor y reseñista Pablo Concha, el también profesor de periodismo en el Miami Dade College, le contaba a la revista Libros & Letras la razón detrás de esta idea de la novela matrioshka.
“¿Hasta qué punto las ficciones se hacen realidades? A veces me pregunto yo mismo. La mezcla de historias es un estilo propio, ya pasó en La iglesia del diablo, y aunque no lo busqué en esta ocasión, terminó dándose un fenómeno parecido. Como escritor encuentro mayor motivación generando varias ideas diferentes a la vez e hilando situaciones para que encuentren un cauce común. Creo que así funcionan los cables en mi cabeza. Me aburre escribir historias muy planas, sin demeritarlas porque a veces son fantásticas. Me gusta saber que hay escenarios opuestos en una misma historia, esto me da mayor versatilidad al momento de mover mis fichas”, señaló Castro.
Tarde de golondrinas fue una de las novedades presentadas durante la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín, en 2020, pero recién dos años después comienza a ganar adeptos. De a pocos, se va consolidando como una buena novela de iniciación para lectores. Su historia y estructura tienen los ingredientes adecuados. “El trabajo de este autor es delicadísimo por el nivel de detalle con que lo sorprende a uno durante la lectura. Contar dos historias, una dentro de la otra, y salirse con la suya, eso es cosa meritoria”.
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