Para llegar a lo que hoy en día se conoce como “salud mental”, concepto que con el correr de los años fue ganando relevancia a la vez que fue perdiendo el estigma, las personas que no encajaban en el endeble camino de la cordura tuvieron que sufrir décadas y décadas de privaciones, maltratos y abusos por parte de la psiquiatría como institución así como de los Estados.
¿Cómo fue cambiando el tratamiento de la “locura” en Argentina desde fines del siglo XIX hasta la actualidad, no solo en el ámbito médico-psiquiátrico sino en lo social y cultural? ¿Qué derechos tenía hace cien años una persona privada de su libertad no por haber cometido un crimen sino por ser considerada “peligrosa” por sus padecimientos mentales? ¿Y hoy? ¿Qué modelos fallaron y por qué? Pero, más que nada, ¿qué conclusiones pueden sacarse de esos errores para solucionarlos de cara al futuro?
En Pasos al costado del camino: La Construcción del Campo de la Salud Mental Comunitaria, las autoras María Cecilia López Santi y Diana Uribarri rechazan el lugar “de privilegio” que les garantizaban sus tres décadas de experiencia dentro de la “hegemonía médica” para desandar el camino recorrido y, más que pretender enmendar los errores, aportar su granito de arena a la construcción de un futuro en el que finalmente se pueda “salir de la certeza del fármaco y las ciencias duras para entrar en el campo del lazo social”.
“Quisimos documentar desde nuestra experiencia la forma en que la sociedad trató la locura hasta nuestros días. De cómo nació la “locura” en términos políticos bajo la hipótesis de dar existencia a lo inexistente a través de prácticas que así lo establecen”, escriben las autoras en la introducción.
Desde la creación y posterior prohibición de los “loqueros” o manicomios -espacios en los que aquellos “cuerpos encerrados” no solo eran explotados como mano de obra gratuita sino que, dado su aislamiento, también eran víctimas de los más crueles tratos- hasta la estrecha relación entre locura y patriarcado, Pasos al costado del camino ofrece una alternativa para todos aquellos que, sea por el motivo que fuere, quedaron fuera de la recta ruta de la cordura y su tirano ritmo acompasado.
Explican las autoras: “Nos propusimos visibilizar vidas excluidas y carentes de valor en términos productivos, para una sociedad cada vez más individualista. Hemos señalado cómo las políticas, surcadas por el liberalismo, tratan los cuerpos. Contar estas historias fue nuestra manera de recuperar con nuestras palabras a esos sujetos anónimos”.
Pasos al costado del camino se presentará el martes 6 de diciembre a las 18 en el Salón Auditorio del Centro Cultural Islas Malvinas.
“Pasos al costado del camino” (fragmento)
Historia de las instituciones
A principio del siglo XIX, para que la locura abandonara el cuerpo, los enfermos recibían tratos inhumanos. Pinel (1745-1826), teólogo, matemático y médico, fue quien estableció una diferencia entre el concepto social de la locura y la alienación mental. La alienación era consecuencia de factores como la herencia, las enfermedades físicas o morales. Estas últimas comprendían las pasiones internas y los excesos de todo tipo.
Pinel sería recordado porque liberó a los pacientes de las cadenas que los tenían amarrados en las paredes de los hospicios. Dio cuerpo a la figura del médico internista pero cumplió funciones policíacas y normativas desde un ejercicio de poder absoluto.
El “tratamiento moral” consistía en separar al enfermo de su entorno y al aislarlo privarlo de sus costumbres. Para ello realizaba trabajos pesados hasta agotarse. El sujeto intimidado debía doblegar su espíritu.
Experiencias Diferentes, Lugares Diferentes: Bélgica, Francia
En 1838 en Bélgica se reglamentó la primera colonia, en Francia se dictó la ley Esquirol y en Inglaterra surgió el método no restringido.
La aldea belga de Geel se había convertido en un lugar de derivación. Los enfermos venían de los hospicios de Bruselas. Se alojaban en familias rurales y trabajaban en el campo. Se demostró que el aire libre más el patrocinio familiar superaban en calidad de vida al encierro y al aislamiento.
El consejo comunal adoptó un “Reglamento Orgánico de Administración” de policía y vigilancia sobre la base de una dirección médica. Esto pretendía evitar y sancionar excesos autoritarios en relación a los “enfermos mentales”. Esta experiencia de tratamiento en un ámbito familiar se prolonga hasta nuestros tiempos. En nuestros días 195 familias integran en sus casas a 210 pacientes. Cada familia percibe 600 euros por mes para su manutención.
También en 1838 Francia sancionó la “Ley sobre alienados”, conocida como Ley Esquirol. En cada territorio departamental se construyó un asilo. A través de certificados se determinaba la internación, estaban avalados por un médico, la autoridad política o el juez. Los internados perdían los derechos ciudadanos y estaban inhibidos para la administración de sus bienes. La privación de la libertad y de los derechos se mantenían por tiempo indeterminado. El director de cada asilo tenía un poder similar al director de las prisiones.
El modelo belga era inclusivo y el francés excluyente. Sin embargo ambos intentaban algún tipo de protección. En la colonia Geel la protección se ejerció sobre el sujeto amparando la libertad y los derechos con una prohibición expresa de maltratos. Por el contrario para la legislación francesa de la época la enfermedad mental tuvo el mismo estatuto de amenaza que podía tener un delincuente. Locura y peligrosidad se asociaron.
Un nuevo método asistencial llamado “no restraint” se impuso en Inglaterra en 1839. Se suprimió la presión mecánica, se aflojaron las ligaduras, los chalecos de fuerza y se redujo el número de celdas. En Escocia se derribaron los muros y se suprimieron las rejas. Las puertas abiertas durante el día habilitaba el tránsito de los pacientes. Este modelo es conocido como “Open Door”.
El tratamiento de puertas abiertas se asentó sobre dos valores. El primero la libertad, dado que las personas podían salir del lugar bajo palabra. El segundo lo constituyó el trabajo en tareas agrícolas. Este no era considerado como terapéutico sino como generador de recursos económicos para la institución. Estos modelos continúan vigentes.
Argentina
En Argentina los hospitales psiquiátricos se ubicaron lejos de las ciudades y ocuparon grandes extensiones de tierra. Se instalaron colonias agrícolas a gran escala, con criaderos de aves, cerdos, tambos y panaderías. Se incluyeron talleres para la confección de ropa y calzado para los internos. Se convirtieron en unidades de producción gracias a la fuerza de trabajo de los pacientes. Entre ellos el Hospital de Barracas para hombres y mujeres de Melchor Romero inaugurado en 1884.
El modelo mostró su fracaso ¿Cuáles fueron sus causas? Reiteradas situaciones de maltrato y abuso, el aumento sin límite del número de pacientes y la escasez de recursos terapéuticos. Además la burocracia, las administraciones corruptas y el deterioro de las instalaciones produjeron una decadencia progresiva.
Durante el siglo XX, se produjeron diversos movimientos y cambios de paradigmas. Lo biológico, lo psicosocial, los fármacos, las psicoterapias y el psicoanálisis fueron modelos yuxtapuestos. Comenzó a tomar forma el tratamiento ambulatorio.
Los “dispensarios” dentro y fuera de los hospitales psiquiátricos formaron parte del modelo higienista y habilitaron la consulta externa. En Argentina, en 1929 a partir de la sociedad de Psiquiatría y Neurología, se crea la Liga Argentina de Higiene Mental. Además de la carrera de Enfermería se sumaron las de Visitadores y Asistentes sociales, quienes concurrían a los domicilios. Por primera vez conocer el entorno del paciente permitió tomar conciencia y visibilizar la relación entre pobreza y enfermedad.
Promediando el siglo XX la Psicoterapia Institucional y la Comunidad Terapéutica fueron propuestas que intentaron modificar la imperturbable y fatídica existencia de los manicomios. De este modo se buscó, por la intervención grupal, la horizontalidad del poder.
La práctica inglesa de la comunidad terapéutica fue una experiencia importante dentro del hospital, pero no consiguió evitar el problema de la exclusión. (Rotelli, 1994)
En Argentina en 1943 se creó la Dirección Nacional de Salud Pública, la misma sustituyó a las Sociedades de Beneficencia que hasta ese momento se hacían cargo de planificar y ejecutar las prestaciones en salud.
A instancias de Ramón Carrillo los “alienados” comenzaron a ser nombrados como “enfermos mentales”. Este cambio en el lenguaje fue consistente con el reconocimiento de los mismos dentro de la atención de la salud e instauró su atención en los hospitales generales.
Se propuso la creación de los Centros de Psiquiatría Preventiva dentro y fuera del hospital general y un protocolo de cuidados para pacientes ambulatorios. La familia fue considerada como un factor que podía coadyuvar a la cura. Se acompañaba a ambos ante la nueva situación creada y se realizaba el seguimiento en comunidad.
En los años siguientes se creó el Instituto Nacional de Salud Mental (1957). La idea de prevención comenzó a circular como parte de un modelo más abarcativo. En la década del 60 con la emergencia del flower power, el movimiento hippie, y el mayo francés surge el clima socio político del cual se nutre la antipsiquiatía, enfrentada desde sus inicios con una industria farmacéutica en alza.
Cooper y Laing fueron los representantes emblemáticos de esta corriente, pusieron en funcionamiento la experiencia que recibió el nombre “villa 21″ desarrollado en un hospital londinense de más de 2000 camas. Este movimiento denunció a la psiquiatría por medicalizar los problemas sociales y al orden político y familiar como determinantes de las enfermedades mentales.
Libros como Internados de Goffman, El mito de la enfermedad mental de Zanz, El yo dividido de Laing y Psiquiatría y Antipsiquiatría de Cooper, dieron forma discursiva a esta línea de pensamiento.
De nuevo había comenzado la crisis del manicomio y vaya como ejemplo el cierre del hospital psiquiátrico de Trieste, Italia, llevado a cabo por Basaglia. Marcó un cambio de paradigma y contribuyó a las discusiones en Argentina y en el mundo sobre la existencia de estas instituciones. Denunció las condiciones de reclusión y maltrato en las que quedaban sometidos e indefensos los enfermos.
Generó redes de ayuda, defendió el derecho al trabajo y a recibir una renta real por ello. Creó cooperativas, talleres de arte, albergues, casas de medio camino, empresas sociales, centros de día y de noche. Hechos que tomaron fuerza en los años siguientes. Impulsó la sanción de la Ley 180 del año 1978 la que determinó el cierre definitivo de los hospitales psiquiátricos en Italia y la prohibición del encierro de las personas contra su voluntad.
El concepto de campo de la salud mental implica el pasaje de la figura del psiquiatra como determinante del tratamiento al de los equipos de salud. Otros saberes provenientes de diversas disciplinas como la psicología, la sociología, la antropología, la estadística, ampliaron la comprensión de los proceso salud-enfermedad. La oferta incluyó a la palabra como estructurante del lazo social. El psicoanálisis y las escuelas de psicoterapia se convirtieron en herramientas válidas para la comprensión de estos procesos y la aplicación de los tratamientos.
El status jurídico del “loco” fue modificándose a partir de las declaraciones de consenso internacionales sobre los derechos humanos y de las personas con discapacidad.
Quién es Diana Uribarri
♦ Es egresada de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata.
♦ Es Especialista Consultora en Psiquiatría y Psicología médica. Fue Jefa del Servicio de Mujeres del Hospital Dr. Alejandro Korn.
♦ Escribió libros como El manicomio: ¿una institución para locos? y Derechos Humanos y devenir colectivo en salud mental.
Quién es María Cecilia López Santi
♦ Es egresada de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata y mágister en Salud Mental Comunitaria.
♦ Es médica residente en en Psiquiatría y Psicología médica en el Hospital Zonal General de Agudos Horacio Cestino de Ensenada. Fue Directora Asociada de Salud Mental del Hospital Dr. Alejandro Korn.
♦ Es miembro del comité editorial de la Revista Salud Mental y Comunidad de la Universidad Nacional de Lanús.
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