¿Se imaginan que entre los animales también hubiesen modas? ¿Qué pasaría si un oso, por ejemplo, decide vestir como un león? ¿Y si un tiburón quiere llevar el look de una cebra? O, ¿qué tal si todos eligieran una forma de comunicarse en particular, solo porque es el sonido de moda? Bueno, pues, justamente eso es lo que pasa en este libro de Paula Ríos y Omar Castro.
“El cuac está de moda”, libro editado por el grupo editorial Penguin Random House a través de su sello B de Block, es la historia de un grupo de animales en un humedal que, de repente, deciden que el sonido que hacen los patos para comunicarse es el que todos deben seguir. La tendencia en el lugar. Nadie se puede quedar atrás, eso sería estar fuera de base. No sería nada moderno.
Todo empieza con la rana sabanera, que se encuentra con el grupo de patos y estos le dicen que la no diga ‘croac’ y se pase al ‘cuac’, que es mucho más estilizado y no desentona. La rana, como si de un francés intentando hablar español se tratara, pronuncia un ‘cruac’ bastante constipado. “Qué difícil es este idioma”, afirma, pero como él, otros vienen detrás.
A la rana sabanera le seguirán el curí de la sabana, que lleva colgada al cuello una cámara de fotos, y un búho orejudo con el pico muy agudo. Todos deciden que el ‘cuac’ es la moda, lo último en el humedal. Todos lo cantan y lo practican, pero no se olvidan de sus idiomas originales.
Un día llega el gato y los sorprende a todos. Él sí que sabe pronunciar el ‘cuac’, pero sus intenciones no son para nada buenas. Una vez se gana la confianza de los animales, tomará una decisión que los hará a todos recordar su esencia.
Este libro, escrito en rima, dirigido especialmente al público infantil, no les cierra sus páginas a los lectores adultos. De hecho, cerca del final, cuando ya la historia se ha resuelto, hay un apartado en el que se presenta información mucho más seria en torno a la figura de los humedales y su función en la naturaleza, seguido de una guía de los animales que allí se pueden encontrar.
Cual guía práctica, este trabajo de Ríos y Castro divierte y enseña al mismo tiempo, genera consciencia en quien lee y deja lecciones. ¿Qué libro infantil no enseña algo? Ahora, ¿qué enseñanza para los adultos se resguarda en un libro como estos? La respuesta es la más sencilla de todas: la inocencia.
Al crecer dejamos de lado ese niño que alguna vez fuimos y nos impedimos a nosotros mismos ser como entonces. Hay que trabajar, hay que cuidar la casa, hacer de comer, ir al banco, leer la prensa, tomar el bus, hacer ejercicio... ¡Qué aburrido! Sería mejor si hiciéramos todas esas cosas, que se deben tomar en serio, desde luego, pero con una actitud mucho más espontánea, inocente.
Los libros como este plantean la idea de que crecer no implica cambiar nuestra esencia. Eso es lo que les pasa en la historia a los animales, que por seguir lo que todo el mundo sigue, por hacer lo que todos, olvidan quiénes son y para qué están allí, en el humedal. Pues bien, el mundo es nuestro humedal. ¿Qué estamos haciendo por él?
El cuac está de moda se lee de una sentada, pero lo que viene después dura mucho más. Qué bueno es cuando un libro, sin importar el género o a quiénes está dirigido, logra algo como esto, que se queda dando vueltas en la cabeza de quien lee y consigue refugiarse en lo más hondo del pensamiento. Si no me creen, lean el libro, pero, ¡cuidado!, háganlo cantando, saltando y riendo.
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