El cine también se lee, dice una frase que obedece al cliché y cada tanto aparece por ahí. La traigo a cuento porque no hay otra forma de empezar a hablar sobre este libro. No es un documento sobre la historia del séptimo arte o un conjunto de perfiles de los personajes más representativos de la industria a lo largo de su historia. Este es un libro pequeño, muy práctico, que está diseñado para los fieles, por eso es un evangelio.
Harvey Wilcox, el granjero que compró una vasta hacienda a la que quiso llamar Cahuenga Valley Wilcox Ranch, obedeció el consejo de su esposa, quien tuvo la feliz idea de sugerirle una palabra corta, musical y fácil de recordar: Hollywood. Nunca se imaginaron en qué se transformaría su plácido y sereno imperio. Allí se reunió una casta que desarrolló el carácter lapidario de aquellos que comprendieron cómo en este negocio perro come perro y nadie me va a comer a mí, reza la contraportada del libro.
Ese es el marco de “El evangelio según Hollywood”, en donde Hugo Chaparro Valderrama, uno de los escritores más particulares de la literatura colombiana en los últimos cincuenta años, recopila los testimonios y las frases más icónicas de los protagonistas del séptimo arte: directores, guionistas, actores, con el ánimo de trazar un mapa de la meca del cine norteamericano y, de algún modo, sí, contar su historia.
Al interior de estas páginas, acompañadas de fotografías en blanco y negro que ilustran muy bien cada pasaje, desfilan las palabras de grandes figuras como Alfred Hitchcock, Groucho Marx, Charles Chaplin y Clark Gable, entre muchos otros. Y es cuestión de leer el libro, no como un texto corrido, sino como se lee la biblia, de a pocos, dejando espacio para la interpretación y el regocijo.
El libro está dividido en capítulos. Son quince en total que acogen estas frases de película y fijan una ruta desde los orígenes de la industria, la consolidación de Hollywood, el devenir de los oficios de actores y directores, las garantías del gremio, los obstáculos, los excesos, los abusos y el cine como hábito y como vicio.
Chaparro Valderrama, quien antes de este libro llevaba un buen tiempo sin publicar manuscrito alguno, dedica estas páginas al cineasta Luis Ospina y, por supuesto, a Genoveva-La-Mar, su musa.
“La idea surgió cuando Mauricio García (editor de Icono) me invitó a hacer un texto humorístico sobre cine. Entonces le propuse algo que siempre me había fascinado: recopilar testimonios que, de una u otra forma, reconstruyeran la historia de Hollywood a través de sus propios personajes”, le comentó el autor a Martín Francisco Vélez, en un artículo de El Tiempo, fechado en abril de 2005.
El también autor de novelas como El capítulo de Ferneli o Los elogios de la tribu, es el responsable, además, de uno de los libros más importantes en cuanto a bibliografía sobre cine colombiano se refiere. Hablo del Álbum del Sagrado Corazón del Cine Colombiano, una de las piezas invaluables para los lectores cinéfilos en el país y todo aquel interesado en la industria cinematográfica nacional.
Presente en diarios y revistas, además de buen cronista, Chaparro Valderrama ha sabido ser uno de los críticos de cine más lúcidos de finales del siglo XX e inicios del XXI. Ha escrito perfiles sobre Alfred Hitchcock y Marilyn Monroe, así como semblanzas de diversos directores y comentarios de largometrajes, cortometrajes y documentales. La suya es una voz necesaria, aún más, cuando el cine atraviesa, de nuevo, uno de sus momentos más críticos. De repente, leerlo hoy llegue a ser esclarecedor.
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