Una bóveda enigmática en el cementerio, un departamento de 700 metros cuadrados y un “bulín”: un día en la Recoleta de Bioy Casares

Junto a Jorge Luis Borges conformaron la dupla de amigos más importante de la literatura argentina. Infobae Leamos participó de un recorrido por sus escenarios habituales justo antes de la reedición de su obra.

Adolfo Bioy Casares, observador de una época y una clase social.

Es un día de semana y hace un calor sahariano, pero en Recoleta todos jugamos a ignorarlo. Hay turistas que hablan en distintos idiomas, hombres de camisa y pantalón largo que trabajan en cosas importantes, y estamos nosotros. Un puñado de entre quince y veinte personas en Posadas al 1650, listos para empezar la caminata guiada sobre Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges, la dupla de amigos más emblemática de la literatura argentina.

Es muy importante decir que son las tres de la tarde y que estamos, como diría Carlos Busqued, bajo un sol tremendo. Hay algo de romántico e incluso de trágico (en el buen sentido de la palabra) en el hecho de que haya personas dispuestas a conocer más sobre Bioy Casares en un día como hoy.

En el centro de la ronda está Daniel Mecca, escritor y periodista, con una remera negra que reza “Come en casa Borges”. Infobae Leamos experimenta el orgullo de ser parte de una cofradía secreta: reconoce perfectamente la frase con la que comienzan las entradas del volcánico diario escrito en secreto por Bioy sobre las conversaciones que tenía con su amigo Borges. Alrededor hay periodistas e influencers con los celulares a punto para tomar notas y hacer stories de Instagram. También hay agentes de prensa y empleados con chombas de la librería Cúspide.

El motivo del tour literario es que Alfaguara, sello editorial de Penguin Random House, reeditó la obra completa de Adolfo Bioy Casares. Desde clásicos como La invención de Morel y Diario de la guerra del cerdo hasta títulos menos visitados como Guirnalda con amores y El gran Serafín, pasando por sus Memorias. “Reeditar toda su obra, las novelas, los cuentos, incluso sus memorias, es un rescate que era necesario en la cultura argentina”, dice la editora a cargo, Julieta Obedman, a Infobae Leamos.

La calle Adolfo Bioy Casares le rinde homenaje justo en la esquina de la Recoleta en la que vivió junto a su esposa, Silvina Ocampo.

Un mirador para observar una época

Exactamente a las tres, con puntualidad suiza, empezamos un recorrido que lee la sintaxis de una ciudad y de un barrio para encontrar las claves literarias del autor de La trama celeste.

“Sobre todo en la literatura de Bioy, está muy presente la geografía de Buenos Aires incorporada en lo fantástico, o mejor dicho lo fantástico incorporado a la geografía de Buenos Aires”, explica Mecca a Infobae Leamos. “Por ejemplo, de repente un texto como El sueño de los héroes, de 1954, transcurre en Saavedra, otros textos pasan en Retiro o Constitución, lugares que uno localiza efectivamente. Lo cual, como en Borges, le da más verosimilitud al efecto fantástico”.

Hablar de Bioy Casares es hablar del centro de la escena literaria porteña del siglo pasado, es un mirador espléndido para observar las luces de una época y de una clase social. Por eso, quizás, el principal problema que aparece con Bioy es que no se puede hablar solo de él, a diferencia de lo que puede hacerse con Arlt o con Cortázar. ¿Hasta qué punto Bioy y su literatura no están compuestos por su amistad con Borges, su matrimonio con Silvina Ocampo, la pertenencia a una familia acomodada de Buenos Aires y la revista Sur? Esa tensión es lo que más motiva a este cronista y es, en el fondo, el motor del tour dirigido por Mecca.

La primera parada es en Posadas 1650, donde Bioy Casares y Silvina Ocampo vivieron desde 1954. Hay algo muy pop en este tour. Mecca tiene uñas pintadas de negro, borcegos, dice que Borges y Bioy son los John Lennon y Paul McCartney de la década del 40. Parte del efecto pop es el anacronismo, la sensación de estar acá y allá en el tiempo: mientras Mecca nos cuenta que el edificio era del padre de las Ocampo, que cada una heredó un piso, que la extensión de cada departamento es de más de 700 metros cuadrados y que cada metro está valuado en 2.500 dólares, hay vecinos que nos pasan por al lado e ingresan a la unidad como si nada. A diferencia de nuestro mundo, que está suspendido, el de ellos transcurre de forma cotidiana. Alguien habrá ido a comprar morrones a la verdulería, alguien saldrá a sus clases de cerámica.

A pesar de estar a la sombra, este cronista se pregunta cómo Bioy Casares podía vivir en una ciudad con tanto calor. O mejor dicho, cómo un ser humano, haya escrito La invención de Morel o no, podría vivir en una ciudad que hace transpirar así. Por suerte, Mecca logra captar la atención con una narración fluida, digresiones y frases explosivas como: “Los años cuarenta son la década ganada de la literatura”. Algunos transeúntes se detienen a escuchar.

Uno de ellos es un señor mayor de saco, bastón y sombrero beige. No tiene problema en hablar para todos, dice haber leído El sueño de los héroes. Parece un curioso que sigue de largo como tantos otros, pero se queda. Hace acotaciones: señala que Mick Jagger se encontró a Borges y le dijo que era fanático, y que Borges le replicó a Jagger que él era fanático de los Stones. Dice que Bioy estuvo casado un breve tiempo con una señora distinta de Silvina Ocampo.

Todos los comentarios son probables pero por ahora inciertos, nadie sabe si estamos frente a un erudito o a un hombre con senil imaginación. Por supuesto, este cronista podría confirmar los datos al escribir la nota, pero para qué romper el hechizo, por qué no dejar que la duda crezca y que la figura del hombre con sombrero siga siendo ambigua. Hay algo innegable: el hecho de que alguien se cuele en un tour privado y pueda ser parte de la conversación sin problemas, bordeando la realidad con la ficción, dice mucho del lugar que ocupa Bioy en el imaginario porteño.

Bioyges

El tema de la independencia literaria de Bioy aparece todo el tiempo. “Bioy no es un apéndice de Borges”, dice Mecca frente a todos, “porque él hace su propio camino”. Argumenta que con El sueño de los héroes Bioy Casares implementa otra estética, y que El perjurio de la nieve es un texto que venía craneando desde 1932, antes de conocer a Borges, “es decir, no lo imita”.

Más adelante, frente a la pregunta de Infobae Leamos, Mecca dirá: “Bioy es un personaje que no necesita a Borges para defenderse, su literatura tiene el peso suficiente, como La invención de Morel, La trama celeste, Diario de la guerra del cerdo”. En cambio, señala que ambos formaron en conjunto algo que es más que la suma de las partes: “Ahora bien, junto a Borges constituyen una narrativa única, muy singular, que produce otro efecto, que no es de la literatura de Borges ni de la de Bioy, es algo distinto. Queda muy bien retratado en el Borges de Bioy, un libro que destaca algo fundamental: el carácter de cronista de Bioy, alguien que escucha, que recuerda, memoriza y se oculta. Le da luz a Borges ocultándose él, es de una discreción extraordinaria, y también pinta el perfil de Bioy”.

Bioy y Borges, amigos entrañables.

Otro tema recurrente en la amistad entre los dos escritores es la forma radicalmente distinta de vincularse con el amor. “Borges quería ponerla todo el tiempo, no sé si puedo ser más discreto que eso, y del otro lado tenemos al Don Juan argentino”, explica Mecca bajo los árboles altos de la calle Posadas.

A diferencia del fracaso de Borges, que había sido rechazado por Norah Lange y Estela Canto -por mencionar solo las más famosas-, “Bioy salía cinco días a la semana con mujeres distintas, un día citó en su bulín a dos amantes a la vez”. Los lunes, miércoles y viernes, los encuentros se hacían por la tarde. Jueves y sábados, por la mañana, en la calle Sánchez de Bustamante o en la avenida Santa Fe. Un día, cuenta Mecca, Bioy Casares citó a dos mujeres al mismo tiempo sin darse cuenta. Mientras subía las escaleras, las escuchó hablar y se dio cuenta del error. Decidió no llegar hasta donde lo esperaban y se fue a un bar de la cuadra: con tres medidas de whisky encima iba a reunir valentía. Al volver, las dos amantes ya se habían puesto al tanto de la situación y los tres terminaron la tarde compartiendo un té.

Cementerios, linajes e historias familiares

Vamos al siguiente spot: el cementerio de la Recoleta. El hecho de visitar tumbas y mausoleos significa que estamos interrogando antepasados, linajes. Nos detenemos en el sepulcro del coronel Isidoro Suarez y familia, bisabuelo materno de Borges. Mecca explica que el partido de Coronel Suárez debe su nombre al bisabuelo de Borges, y que ahí también descansa el cuerpo de Leonor Acevedo, la obstinada madre del escritor.

Luego, hacemos unos pocos pasos y descubrimos que la familia Casares está enterrada muy cerca: como en la vida terrenal, Borges y Bioy son vecinos, aunque, la verdad sea dicha, Borges no está enterrado en la Recoleta sino en Ginebra, Suiza. Mecca confiesa la desesperación que sintió durante años por no saber en qué sepulcro está Bioy, si en el de la izquierda o el de la derecha. Después de arduas investigaciones, preguntas y llamados, logró dar con la respuesta: el cuerpo de Bioy está en la bóveda más chica, es decir, la de la izquierda.

El escritor y periodista Daniel Mecca conduce el recorrido. El Cementerio de la Recoleta, una de las paradas: allí está la bóveda de la familia Casares.

“En este cementerio hay una calle que es el prime time de la literatura argentina”, dice Mecca por el micrófono. El sol pega más fuerte ahora que no hay árboles ni edificios que ofrezcan sombra. Algunos turistas se paran a escuchar. “Macedonio Fernández y Oliverio Girondo están enterrados uno al lado del otro y nadie lo sabe”. Esto sirve como disparador para contar la anécdota de Borges y Norah Lange el día que ella se fue con Girondo. También da pie para decir que la única vez que Borges habló en un funeral fue en el de Macedonio, donde este dice que “lo plagiaban devotamente”, y que “no hacerlo habría sido un despropósito”.

El último tramo del recorrido es la librería Cúspide del Recoleta Mall. Son las cuatro y media. Nos espera una pared especialmente dedicada a Bioy con todos los nuevos títulos de Alfaguara, que en total suman veinte. Mecca recita de memoria el comienzo de La invención de Morel, libro que recomienda para empezar. Después recomienda La trama celeste. De Guirnalda con amores dice que aparece “el Bioy tuitero”, y lee una página al azar: “Qué agradable sería la vida si concluyera antes que la muerte”.

Al final, como últimas palabras, Mecca dirá lo que a juicio de este cronista es lo más importante sobre el autor. Algo que es halago y crítica, reivindicación y paradoja: “Celebro que se pueda leer a Bioy fuera de Borges, celebro que se lo pueda leer junto con Borges”.

El martes 29 de noviembre a las 19 hs. en la Sala Augusto Raúl Cortazar de la Biblioteca Nacional (Agüero 2502, CABA) se presenta Biblioteca Adolfo Bioy Casares, una nueva edición revisada de la obra del escritor. Participan Esther Cross, Carlos Gamerro y Gonzalo Garcés.

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