Hay vidas que son, en sí mismas, una obra. Vidas que se extienden, luminosas y efervescentes, como un poema que se escribe sin la rigidez de un punto final. Vidas tan intensas que rebalsan, burbujeantes, y chorrean su vitalidad sobre todo aquello con lo que se topan.
La de Fernando Noy es una vida atravesada por la poesía. Amigo íntimo de artistas de la talla de Alejandra Pizarnik, Paco Jamandreu, Marosa di Giorgio, Batato Berea, Mercedes Sosa y Pedro Lemebel, floreció durante el hipismo de los años ‘60 y ‘70 y fue una de las figuras clave del under porteño de los ‘80.
Hoy, a sus 71 años, “la Noy”, como se conoce a este poeta, performer, actor, vedette, cuentista y dramaturgo argentino, es uno de los pocos protagonistas de aquellos años que todavía mantienen viva una escena -una esencia- que resultó fundamental para el desarrollo artístico de las décadas posteriores a la última dictadura y su mutilación cultural a base de exiliar, secuestrar, torturar y asesinar artistas que consideraban peligrosos.
Es, más que un sobreviviente, una especie de mezcla entre “Funes el memorioso” y El libro gordo de Petete: una colorida enciclopedia de recuerdos y anécdotas de una vida bien vivida, una que se amalgamó, gracias al engrudo mágico del arte, con la de otros espíritus semejantes. Con su incólumne “memoria de elefanta”, “la Noy” no solo es capaz de recitar de memoria y a la perfección tanto sus poemas como los de sus célebres amistades, sino que además es una fuente inagotable de chismes y curiosidades de muchos de los artistas latinoamericanos más importantes de su generación.
En Brasil, donde se exilió durante la dictadura al igual otras “locas” como Manuel Puig o Néstor Perlongher, fue reina travesti de carnavales, se codeó con Caetano Veloso y la recientemente fallecida Gal Costa (a quienes ayudó a volver a ese país de sus respectivos exilios luego del regreso de la democracia) y vivió en una residencia abandonada por los Rolling Stones y Janis Joplin.
Donde sea que uno se detenga en su biografía (sus libros Peregrinaciones profanas e Historias del under son dos excelentes opciones para zambullirse en su ecléctica y gozosamente alborotada vida), abundan hechos que, de tan llamativos, podrían opacar con su luz encandilante la propia obra de “la Noy”, si esta no se irguiera con la potencia que la caracteriza.
Aunque, para muchos, tal vez su nombre no resuene como el de algunas de sus amistades que, luego de sus muertes, trascendieron y se sedimentaron como hitos y mitos de la literatura, el arte y la cultura, su obra habla por sí misma. Con más de diez libros publicados -entre los que se incluyen poemarios como El poder de nombrar, relatos como Sofoco, obras teatrales como Perlas quemadas y hasta una biografía de su amigo y colaborador Batato Berea-, es, sin duda, uno de los máximos exponentes de la fértil y diversa literatura queer argentina o, para usar términos más cercanos a los de “la Noy” y su interpretación del género libre de rigideces y literalidades, esa literatura por y para “locas”.
Uno de los títulos que mejor sirven como puerta de entrada a su obra es Dentellada, un poemario que se editó en 1990 y que se transformó rápidamente en un libro de culto que, por casi tres décadas, resultó inconseguible hasta su rescate por parte de la editorial LGBT+ Saraza, que lo reeditó en 2019.
Las menos de cien páginas de este poemario le bastan a “la Noy” para crear un universo en el que el lenguaje, delicado, delirante y delicioso, es el andamiaje de una trampa perfecta a la que el lector, una vez posadas en ella sus manos, no atinará a sacarlas incluso cuando el libro frunza el hocico y, feroz, muestre los dientes antes de esbozar el mordisco que, indefectiblemente, dejará sus marcas.
La de la Noy es una “lengua atragantada de deseo”, y en estos poemas la hace trabajar, retorcerse y relajarse como lo que es: un músculo. Pero, así como un mago nunca revela sus trucos, “la Noy” siempre tiene un as bajo la manga, un detalle que omite, no tanto para mantener ocultos sus mecanismos invisibles, sino con el fin de darle al lector un espacio en el que su voz pueda hacer eco.
Como escribe en “Desde el tapiz”, uno de los últimos poemas de Dentellada: “Todo tiene otro nombre nutritivo en secreto / Mas / no he de ser yo / quien venga a delatarlo”.
“Dentellada”, de Fernando Noy
Tiempo perdido
Sospecho por el diamante
demasiado tallado de tu prosa
Refuto a todos los próceres
Desde ayer a hoy nací mil veces
El agendar disperso
Las tentaciones de esta medianoche
Expuestos al propio resplandor
Quién nos viera
Dar las gracias
Gracias cielo
cielo antro
cielo sombrío
cielo no nombrado
gracias
por el sudor bebido
sobre el cuerpo poseso
cielo grato
en cemento armado
y gracias cielo
cielo casto
cielo no blindado
cielo propio cielo
vasta bóveda viva de lo azul
nube emulada
gracias al cielo novedoso
del sesgo entre tus dedos
y gracias
a esta gracia
de dar gracias
a los cielos
Fronteras
Soy del país de los que no ofrendan sacrificios
y sin embargo
canto desde el corazón de Mi Señor
del que he bebido toda su sangre
por completo
Soy de la raza de lo que no se marchita
Ni prefiero las rosas como ejemplo
Parezco inmaculado y lo llegaré a ser
Todo a su debido tiempo
Con licencia del tiempo
Efectos especiales
Saludos a lo lejos
Ningún panfleto abandonado
Francotiradores con máscaras
de turistas afganos
disparan desde proscenio
contratados por la empresa
que filma el fin del mundo
Ansina anfombra funesta
Galas de tetra brik
Señales
Llamadme
que nunca acudiré
pero tal vez escuche
y reviva
y me haga eco
en vuestro propio aliento
calcinado
Gracia del destino
La peculiaridad más siniestra del fantasma es ese poder
haberse ido o llegado sin decirlo
No nos dan la llave de lo umbrío
No logramos saber a ciencia cierta
cuándo vienen o parten
Porque ellos
Los que cantaron antes
Los de siempre y por siempre
Aparecen apenas el tiempo del don de haberlos visto
como gracia del destino
desde un alma aterida de espanto
aferrada a un único amuleto
es decir
a su propio
y desnudo
cuerpo iluminado
Claves
Colgar agua
Tender fuego
Clavar aire
Sexto dedo nuevo
Hasta ahora
Voy a partir
Vamos a alzar las copas
De salivas untadas
Y me quedo
Quién es Fernando Noy
♦ Nació en Río Negro, Argentina, en 1951.
♦ Es artista, poeta, performer, actriz y vedette.
♦ Escribió libros como El poder de nombrar, Dentellada, Sofoco, Te lo juro por Batato e Historias del under, entre otros.
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