En mayo de 1974, en Budapest, un joven arquitecto y escultor proveniente de Hungría, con apenas 30 años, tuvo la idea de crear un cubo, casi un rompecabezas, cuyas caras tuvieran cada una un color y sirviera para ilustrar conceptos geométricos. Sin saberlo, terminó inventando uno de los objetos más curiosos y buscados de finales del siglo XX e inicios del XXI.
Lo que Rubik inventó entonces fue un mecanismo de ejes en el que cada uno de ellos giraba de manera independiente sin que el conjunto en sí mismo corriera el riesgo de desarmarse. La idea era tener una herramienta para que sus estudiantes en la Escuela de Artes Comerciales pudieran entender de una manera más interactiva los conceptos de espacio y geometría tridimensional.
Cuando lo estaba imaginando, probablemente Erno Rubik no dimensionó lo que su “cubo mágico” terminaría logrando. Se convirtió en uno de los juguetes más vendidos de la historia y su apellido en uno de los más resonantes, pese a que mucha gente desconozca la razón por la que el cubo se llama como se llama.
Si bien Rubik creó el cubo en 1974, no fue sino hasta 1980 cuando este se hizo popular a nivel mundial. Estados Unidos comenzó a producirlo en masa y a comercializarlo. Rápidamente, se expandió. Lo que vino después, y en detalle lo que ocurrió antes, lo registró el propio húngaro en sus memorias, disponibles ahora en el libro publicado en español por el sello Blackie Books, del grupo editorial Penguin Random House.
Titulado Rubik. La increíble historia del cubo que cambió nuestra manera de aprender y jugar, este libro, además de registrar las memorias de Erno Rubik, es también un manifiesto, sostiene la editorial, que defiende el espíritu lúdico de la infancia en la edad adulta y la libertad en la manera de pensar, además, propone un mensaje entre líneas, y es que toda nuestra vida consiste en resolver rompecabezas.
Desde su creación, el cubo se ha vendido en casi todos los países del mundo, aproximadamente 400 millones de unidades y, pese a que muy pocos han dado con las claves para resolverlo, fue pensado para hacerle entender a la gente que cualquiera pudo haber inventado este objeto, por ende cualquiera puede resolverlo.
Este libro cuenta la historia del célebre juguete, al tiempo que la del hombre detrás de su creación, uno que desde niño se pasaba horas armando rompecabezas y que en su adultez tomó el reto de imaginarlos. El libro habla de rompecabezas, sí, pero especialmente del rompecabezas que era la vida del propio Rubik, quien nunca dejó de divertirse con su trabajo y eso fue clave en todo lo que hizo. No pudo parar de soñar con nuevos juegos.
Una exploración panorámica de conceptos como mente, intuición, entretenimiento, curiosidad, escritura, aprendizaje, crecimiento, color, diseño y la vida misma, todo a partir de fragmentos, y es también una puerta de entrada para los lectores a la intimidad de este hombre, quien ha preferido, durante mucho tiempo, no ser él quien protagonice y hable, sino su juguete. En alguna ocasión, declaró:
“Creo que lo más característico del Cubo es la contradicción entre la simplicidad y la complejidad. Amo la simplicidad del Cubo porque es una forma geométrica muy clara, y amo la geometría porque es el estudio de cómo está estructurado el universo entero”.
Estas memorias de Rubik están repletas, señala la editorial, del ímpetu nostálgico y la humildad de un genio. Pero no solo son unas memorias, son mucho más que eso. Son también una explicación única del proceso creativo, un manual para el paciente e imperfecto arte de la invención, y una invitación al acto más puro y creativo de todos: jugar.
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