Una de las grandes plumas de la literatura europea del siglo XX y, con seguridad, una de las voces más interesantes de los últimos tiempo. Novelista, ensayista y biógrafo, escribió su última novela muy poco antes de acabar con su vida en febrero de 1942, cuando se encontraba en Brasil, más exactamente en Río de Janeiro. La tituló, simplemente, “Una partida de ajedrez”.
En ella cuenta la historia del campeón mundial de ajedrez, Mirko Czentovic. Convertido en personaje de ficción, viaja a bordo de un buque de vapor desde Nueva York hasta Buenos Aires, con motivo de un torneo en el que habrá de competir con otros grandes ajedrecistas. En el camino conoce a un obstinado pasajero que desde que se entera de su presencia en el buque no para hasta conseguir que Czentovic juegue una partida con él. Claro, el ajedrecista no juega porque sí, es su forma de ganar dinero, también. Entonces, le cobra una suma cercana a los doscientos cincuenta dólares de la época por partida. El pasajero titubea un poco, pero paga el precio.
Todo va viento en popa para Czentovic, pues lleva la delantera, pero todo cambia cuando aparece en escena el doctor B, un personaje bastante peculiar que los observa al ajedrecista y al pasajero, de nombre McConnor, enfrentándose. Entonces, no puede evitar acercarse y aconsejarle a McConnor las jugadas correctas para salvar la partida y obtener un empate ante el lúcido ajedrecista.
Algunos críticos literarios han sugerido que las partidas de ajedrez en la historia pueden ser una parábola entre la dualidad que reside alrededor de conceptos como libertad y coacción, entre el mundo civilizado y los totalitarismos, lo humano y lo inhumano, el bien y el mal.
“Probablemente crea que voy a hablarle sobre los campos de concentración donde llevaban a todos aquellos que se mantenían fieles a nuestra vieja Austria, sobre las humillaciones, los tormentos y las torturas que sufrí allí; pero nada de eso sucedió. Yo estaba en una categoría diferente. El método era el más exquisito y refinado aislamiento. No nos hacían nada: simplemente nos ubicaban en un completo vacío, y todo el mundo sabe que en la tierra nada ejerce más presión sobre el alma del ser humano que el vacío. Se esperaba que el confinamiento solitario en un vacío total, una habitación desconectada herméticamente del mundo exterior, creara presión no desde afuera, mediante la violencia y el frío, sino desde adentro, lo cual finalmente nos haría confesar” - (Fragmento).
Fue su último libro escrito, más no el último publicado. Apareció, sin embargo, después de que el autor se quitara la vida, en una edición limitada de 300 ejemplares que hizo el sello Pigmalión, en lengua alemana, y que se distribuyó en Buenos Aires, la capital de Argentina. En Europa apareció al año siguiente, en Estocolmo. Por ese entonces, aún con el autor muerto, se le tenía prohibida su lectura en los países germanos, por orden del nazismo.
Una partida de ajedrez es un grito de angustia de un hombre que ya es incapaz de encontrar un bálsamo en nada, ni siquiera en lo que antes era un inocente entretenimiento, reseña la Cadena SER. El libro no remite al pasado, sino al presente: a la destrucción que todavía no ha terminado. Es, asimismo, una crítica contra los regímenes del nazismo y los métodos absurdos de la Gestapo. También, una novela sobre el exilio.
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