La novela más ambiciosa de la escritora y periodista mexicana Elena Poniatowska llega nuevamente a las librerías este mes de noviembre con una nueva cara, de la mano de Seix Barral, uno de los sellos del grupo Planeta. Las alrededor de 904 páginas que en 2013 le permitieran a Poniatowska hacerse con el Premio Cervantes, están contenidas ahora por las más que conocidas solapas de color blanco que han caracterizado durante tanto tiempo a las publicaciones del sello y corresponden a la primera parte de esta historia, la más personal de su autora.
La trama se sitúa en el año 1743, cuando el pequeño Stanislaw, futuro último rey de Polonia, recorre, en compañía de su madre, un deslumbrante paisaje invernal, mientras escucha las historias de su familia. Lejos está su pasión por Catalina la Grande y la convulsa llegada de los Poniatowski al trono de la nación, reza la contraportada del libro. Dos siglos más tarde, y con apenas 10 años, una pequeña niña llamada Elena mira por última vez caer la nieve sobre París.
Frente a ella se erige un largo viaje hacia México, el país de su madre, donde se refugiará por varios años hasta hacer de esta tierra su patria, mientras en Europa la guerra asola la vida de millones. En este libro, Elena Poniatowska acompaña al lector en un viaje apasionante a través de los tiempos y las fuerzas del destino, los romances prohibidos y la vida que se vuelca toda a la escritura.
Es en la capital mexicana que la novela acoge un matiz mucho más periodístico, si se quiere, pues la apuesta aquí consiste en reportear los momentos incandescentes y dolorosos, y vivir de primera mano la ebullición de las tertulias literarias y la cultura latinoamericana. El libro termina convirtiéndose en un relato sobre la exploración de una mujer a través de doscientos años de historia familiar y el intento por desentrañar, en un impactante ejercicio de memoria, los misterios de las raíces paternas.
Uno de los aciertos de la novela radica en la forma en que la escritora encara de modo decidido y apasionado la misión de darle vida al desdichado monarca que fue Stanislaw Augusto Poniatowski, brindándole un carácter que supera al personaje histórico y lo sitúa como un excelente protagonista de ficción. La autora resuelve su incorporación a la historia narrando su vida como el pionero del constitucionalismo moderno y de la lucha por las conquistas sociales, y cuya preocupación primordial fue siempre su pueblo, su independencia y su devenir.
Vivió sesenta y seis años, entre 1732 a 1798, y fue, en su juventud, amante de Catalina la Grande. En la emperatriz de Rusia encontraría a uno de sus peores enemigos, durante un reinado que se inició en 1764 y concluyó en 1795 con la partición de Polonia y la supresión del nombre de ese país en los mapas.
Esta imagen de hombre “socialmente concienciado” es la que se lleva el lector, pues la escritora consigue situarle en el limbo de la historia de una cultura y la suya propia, justificando así que se fusione el personaje histórico con su biografía personal. la cual inicia en las vísperas de uno de los pasajes más convulsos del siglo XX. El amante polaco es una obra total, de eso no hay duda, y es una de las grandes proezas narrativas de la literatura latinoamericana de los últimos años.
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