La escritora colombiana Carolina Sanín nunca le temió a la controversia. En los últimos años, tanto en sesudas columnas de opinión como en sus concurridas peleas por Twitter, sus dichos han generado todo tipo de debates, insultos, cruzadas y cancelaciones. Pero esta vez el alboroto no se armó a raíz de una de sus declaraciones, sino más bien por la respuesta que una editorial mexicana tuvo al respecto.
El pasado 4 de noviembre, la autora de Los niños y El ojo de la casa denunció en sus redes sociales que la editorial Almadía, después de haber comprado los derechos para México de sus libros Somos luces abismales y Tu cruz en el cielo desierto, suspendió su publicación debido a su “cuestionamiento de la política identitaria”, es decir, sus “interrogantes con respecto al dogma de género” y sus “pronunciamientos sobre el borrado de las mujeres”.
“Me parece que la decisión de cancelar un contrato ya firmado por unos libros (que, además, no tienen que ver con el tema en cuestión) sienta un precedente tenebroso”, afirmó Sanín en su cuenta de Twitter, lo que generó un vendaval polarizado de interacciones. “A su diseñador, acusado de maltrato por su exesposa, no lo desvincularon de la editorial. No estoy diciendo que él sea culpable. Pero es un contraste notable”, agregó la escritora.
La decisión de cancelar las ediciones mexicanas de Somos luces abismales y Tu luz en el cielo desierto por parte de Almadía se dio tras la publicación de su último monólogo en el medio colombiano Cambio, titulado “La identidad, las mujeres y el mundo siguiente”, en el que Sanín “reflexiona sobre el género, el transactivismo, la autopercepción, la libertad de dudar, el humanismo y el fin del sexo”.
En sus redes, Sanín afirmó que desde la editorial Almadía “firmaron el contrato e incluso pagaron el anticipo (y hace un par de años ya), de modo que nada tiene que ver con el contenido de los libros”. Y sentenció: “Se trata de cancelación de la persona, de eliminación de la persona”.
Entre las cientos de respuestas que generó su denuncia, mostraron su apoyo a la colombiana las escritoras argentinas Mariana Enríquez y Claudia Piñeiro, quienes remarcaron la importancia del debate y se mostraron reticentes a la facilidad con la que Sanín fue “cancelada”.
“Solidaridad Carolina, no lo esperaba de ellos a quienes aprecio mucho. Creo que es importante discutir y no estar de acuerdo. Es importante inclusive para afirmar la posición propia, sin contrastar cómo saber”, escribió Enríquez, autora de Las cosas que perdimos en el fuego y Nuestra parte de noche, a lo que Sanín respondió: “Gracias. Es sorprendente de ellos. Además, una decisión instigada por mujeres, por ciertas colegas (lo cual no sorprende)”.
Por su parte, Piñeiro, aunque no le contestó a Sanín, sí lo hizo al twitt de Blatt & Ríos, la editorial argentina que publica sus libros, el cual decía: “Estamos esperando este libro precioso de Carolina Sanín (Ponqué y otros cuentos). Va a ser nuestro cuarto libro con ella y trabajaremos para que sean muchos más. Es un Sanín: es una joya. Estamos orgullosos y agradecidos de ser sus editores”. A esto, la autora de Catedrales, Tuya y El tiempo de las moscas respondió: “Tengo los anteriores de ella e iré por éste. Me alegro que ustedes la editen en Argentina”.
Además, en diálogo con Infobae Leamos, Piñeiro agregó: “No coincido con la posición de Carolina en este punto ni con muchas de las conclusiones a las que llega después de un trabajo de análisis que juzgo profundo y honesto aunque no comparta. Considero que el colectivo trans está dentro del feminismo, que las mujeres trans son mujeres y que no habría ni por qué aclararlo, pero de todos modos escucho sus charlas en YouTube y me resulta interesante conocer su posición. Por otro lado, me gusta mucho como escribe, tengo varios de sus libros, la seguiré leyendo y repudio esta y cualquier otra cancelación”.
A su vez, la actriz, cantante y escritora colombiana Margarita Rosa de Francisco salió a defender a su compatriota: “Tendría algún sentido si tus libros trataran sobre el tema. Esas dos obras en particular no tienen nada que ver con este asunto específico y, en cambio, son muestras de bella literatura”. Y remató: “Nada más efectivo para darle más poder a la obra e ideas de un autor que prohibir y quemar sus libros. La bella obra de Carolina Sanín ya no depende de prácticas obsoletas como esa; ni siquiera de ella misma. Va sola”.
Sin embargo, no todos fueron mensajes de apoyo para la escritora colombiana. Cientos de usuarios de Twitter se lanzaron contra Sanín y le propiciaron burlas, insultos y acusaciones, entre las que se encontraba el término TERF (Feminista Radical Trans-Excluyente, por sus siglas en inglés), que refiere a las mujeres que no aceptan en su feminismo a las personas trans y al cual la autora tampoco le teme, ya que en el pasado lo ha utilizado como propio. “Yo alguna vez he dicho que soy TERF, no me importa, no llevo esa sigla tatuada en ningún lado, soy libre de la cita que me quieran poner”, dijo Sanín en el monólogo que dio comienzo a la controversia.
De todos modos, a pesar de la tendencia que impera en las redes de simplificar los debates para lograr una tajante polarización, pueden hallarse ciertos puntos en común en los dos “bandos”. Después de todo, ambos pregonan la libertad y el rechazo a las rígidas imposiciones que conllevan ciertas etiquetas.
Como escribió Sanín en su artículo “La poética de la disidentidad”, publicado en la Revista Contexto: “Llevamos cinco siglos adelantando la constante revolución del humor para recordarnos que no somos exactamente ni solamente quienes decimos o creemos o queremos; que no somos ni nuestros papeles ni nuestros nombres; que, además de ser ridículamente mortales, podemos reírnos de la mortalidad si somos conscientes de la incongruencia entre la identidad y la finitud; si acogemos la desidentificación y nos entregamos a ella”.
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