“¿Encontraría a la Maga?”. La pregunta se la hace Horacio Oliveira, el personaje central de Rayuela, a medida que se va acercando al Pont des Arts, el puente parisino famoso por haber sido durante muchos años el lugar donde las parejas iban a sellar su amor con un candado en las rejas de las barandas. Pero esa costumbre, que las autoridades de París decidieron terminar en 2015, nació bastante después de los encuentros y desencuentros de Horacio y Lucía (la Maga) en la capital francesa.
Ambos son los personajes centrales de Rayuela, la obra más famosa del escritor argentino Julio Cortázar. La novela, o “contranovela”, como le gustaba llamarla a su autor, es también un viaje literario por París. Cortázar, quien se estableció allí en 1951, la pinta de cuerpo entero con sus costumbres, olores e imágenes.
El boom que generó la publicación del libro en 1963 también llevó a muchos fanáticos a querer vivir en carne propia esa París que Cortázar describió alguna vez como “un corazón que late todo el tiempo”. En esta nota, Infobae Leamos recopiló una serie de sitios imprescindibles para recorrer la “Ciudad Luz” a través de los ojos del creador de Rayuela.
“Del lado de allá”
Pont des Arts
“Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua”. El fragmento corresponde al primer capítulo de la novela. Horacio Oliveira va camino al puente en busca de la Maga, aún sabiendo que ese día no la encontraría allí. La pasarela, ubicada a apenas metros del Museo del Louvre, es testigo de muchos encuentros casuales entre los personajes centrales.
Orilla izquierda del Sena
A Cortázar le encantaba caminar por la ribera izquierda del río. Allí solía pasearse por los puestos de los bouquinistes (los vendedores de libros usados). Su personaje Oliveira también transitaba esas tiendas llenas de cajas que le parecían “fúnebres de noche”. Por eso una noche de nevada se divirtió escribiendo “RIP” (QEPD) con un palito en todas las cajas.
Los bouquinistes se encuentran en ambas orillas del Sena, que se jacta de ser el único río en el mundo rodeado por largas filas de estanterías y puestos de venta. El recorrido de tres kilómetros, lleno de libros antiguos y usados, revistas y souvenirs, es un clásico de la escena turística parisina.
Catedral de Notre Dame
En los bancos de la plaza Jean XXIII, ubicada detrás de la emblemática catedral, Oliveira y la Maga se encontraban para besarse. A Cortázar le gustaba mucho Notre Dame y era capaz de quedarse horas observándola desde distintos ángulos.
Barrio Latino
El Barrio Latino es otro de los epicentros porque allí transcurre gran parte de la novela. La casa en la que vivían Oliveira y la Maga se encontraba en este pintoresco distrito, hogar de la Universidad de La Sorbona y de los cafés llenos de jóvenes estudiantes. El barrio también alberga el Panteón y el Jardín de Plantas.
La peculiar pareja vivía en la rue Du Sommerard. A la Maga le gustaba “acariciar los gatos más roñosos” allí y darle la mamadera a su bebé Rocamadour, el pequeño con el que arribó a París desde Uruguay.
Odeón
Odeón es conocido por ser el centro intelectual de París. El mismo está estrechamente vinculado con la literatura, la cultura y el arte. Oliveira y la Maga comían hamburguesas en el restaurante Carrefour de l’Odeon (que nada tiene que ver con la cadena de supermercados) y luego se iban en bicicleta al barrio de Montparnasse. Los famosos Jardines de Luxemburgo se encuentran en el barrio de Odeón.
Parc Montsouris
El parque del arrondissement XIV no es un lugar que frecuentaban mucho Oliveira y la Maga pero sí es fundamental para Cortázar porque pudo haber servido como inspiración para su “contranovela”. El autor vivió un tiempo justo enfrente, más precisamente en la Casa Argentina de la Ciudad Universitaria. El establecimiento, dependiente del Ministerio de Educación de Argentina, funciona como residencia para estudiantes, científicos y artistas argentinos que desean profundizar sus estudios académicos en París.
Cortázar residió durante cuatro meses en la habitación 40 del tercer piso del Gran Pabellón. La biblioteca de la Casa lleva el nombre de Julio Cortázar en homenaje a su residente más destacado.
Cementerio de Montparnasse
El cementerio no forma parte de la historia pero es el lugar donde fue enterrado Cortázar en 1984. La tumba suele ser un lugar muy concurrido por sus aficionados, que se acercan a dejar mensajes, flores, piedras y tickets de tren o metro. Tampoco es de extrañar encontrarse con una edición de Rayuela sobre la lápida. El escritor fue enterrado junto a su segunda esposa, la estadounidense Carol Dunlop, fallecida en 1982. La pareja contrajo matrimonio en 1978.
“Del lado de acá”
Buenos Aires también es escenario de Rayuela. Por eso hay estudiosos de Cortázar que se dedican a organizar rutas para recorrer puntos emblemáticos de la capital argentina donde transcurre la historia.
Mariana Iglesias es periodista y guía de turismo. En 2014, año del centenario de nacimiento de Cortázar, viajó a París con su revista para hacer la ruta del escritor en la capital francesa. El proyecto fue un éxito y al año siguiente se planteó la posibilidad de llevar a cabo lo mismo en Buenos Aires. Así fue como en 2015 lanzó la primera ruta de Cortázar en la capital argentina. En el circuito se destacan los cafés del Microcentro, las galerías de la calle Florida, la Avenida de Mayo, las estaciones de subte de la línea D y la casa del escritor en el barrio de Agronomía. Bajo el nombre de Coolturarte, Iglesias diseña rutas literarias, tours sobre arte urbano y un circuito turístico cultural que vincula París con Buenos Aires.
Consciente de la dificultad que plantea la lectura de Rayuela para mucha gente, Coolturarte también organiza un taller literario para leer la obra en grupo, que se junta los sábados por la tarde en distintos cafés de Buenos Aires. Los cuatro ejes de trabajo son las ciudades, los personajes, los lenguajes y la música.
Rayuela tiene la particularidad de que puede leerse de varias maneras. Para acercarse a la novela por primera vez, Iglesias propone leer del capítulo 1 hasta el 56 y luego ser parte de la lectura activa que pide Cortázar, saltando y alternando capítulos. Sin embargo, para la periodista, “Rayuela no termina nunca”. “El día que llegás al capítulo 131, la novela te vuelve a proponer otro capítulo, y así se hace un loop que no termina nunca. Es infinita”, afirma.
“Rayuela es una novela que te va a acompañar toda la vida. En cada momento que la leés encontrás algo distinto. Tiene una pretensión de biblia”, concluye.
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