“Si hasta Jesús pecó”: el rescate de la tradición oral desde la literatura de la colombiana Jacqueline Urzola

La cronista colombiana reaparece tras la publicación de “Bienvenido mal, si vienes solo”; con este libro, que retoma las historias de los abuelos y los ancianos del pueblo, se adentra en algunos de los paisajes más del Caribe más inexplorados en la literatura nacional.

"Si hasta Jesús pecó", el nuevo libro de la colombiana Jacqueline Urzola.
“Vidales tenía que sabé to’ lo que pasaba en la calle. Si la vecina y sus hijas ya habían regresao de Sincelejo, si al hermano del alcalde que andaba huyendo ya lo habían metío preso, si a Javier Benítez la mujer ya lo había vuelto a recibí o si seguía exilíao por cachón donde la hermana; si el hijo de su prima Mireya seguía en el hospital o si su sobrino Humberto ya había salío a llevá el viaje de ganao que un señor de Caucasia le había encargao. Y yo siempre les decía a los muchachos que tuvieran cuidao con lo que decían delante de él, porque to’ lo repetía frente a quien no debía y después yo pasaba mi sofoco. Apenas Miguel y Agustín se ponían a hablá de Juancho Cadena y de los otros paramilitares de por aquí, yo tenía que abrile los ojos pa’ que se callaran o pa’ que se fueran pa’ otra parte donde no pudiera oílos porque to’ lo retenía. Vidales era como un radio prendío, to’ lo repetía” - (fragmento).

El libro más reciente de Jacqueline Urzola tiene, probablemente, más fuerza que el anterior. Eso, de entrada, es decir mucho, más allá de que esto debiera ser una regla obvia entre los escritores, pero no siempre es así. En el caso de Urzola, son más las certezas que las dudas.

En la crónica, la colombiana (nacida en una pequeña ciudad del Caribe llamada Sincelejo) encontró su zona de confort, pero es en la novela y la ficción corta donde mejor ha podido darle rienda suelta a su talento literario, y en este nuevo trabajo lo sigue confirmando.

Lo que los lectores lograron apreciar en “Bienvenido mal, si vienes solo”, que se adentraba en la vida de infancia de la autora, a través de memorias y un profundo relato sobre la familia, el amor y la Colombia de la década de los setenta, se multiplica aquí, en las apenas 160 páginas que componen Si hasta Jesús pecó, su segunda novela.

Un libro sobre un territorio poco narrado en la literatura escrita en Colombia, concebido con gran solidez y belleza, apunta la editorial. Una pieza en la que Jacqueline Urzola se da a la tarea de recuperar, con la más atinada finura, la brillantez que reside en la tradición oral como herramienta narrativa, para contar las historias del pasado y del presente, y juguetear con las posibilidades del futuro.

En “Si hasta Jesús pecó”, el lector podrá escarbar entre estas historias que transitan los límites de lo público y lo privado, enunciadas, en su gran mayoría, a partir del universo femenino de quien escribe, acudiendo al pasado familiar y a la reflexión en torno a conceptos como la fidelidad, el amor abnegado, la crianza de los hijos, los estereotipos femeninos cuestionados y recreados, la violencia del machismo, la injusticia del latifundio y la perversidad de la división del pacto común.

Como postales de un caribe poco conocido, reza la contraportada, todas las historias incluidas en este libro recrean la vida de personajes atravesados por la cultura patriarcal y rural sucreña —particularmente Sincelejo—, dándole voz a una región poco narrada en la literatura colombiana e ilustrando una cotidianidad, enunciada desde la tradición oral (los cuentos de los tíos, los abuelos, las comadres y compadres) y desde el rumor, el chisme, que recorre las calles de los pueblos.

Portada del libro "Si hasta Jesús pecó", de Jacqueline Urzola. Cortesía: Planeta de Libros.

Urzola, en conversación con Infobae, respondió a cuatro preguntas y comentó que una vez terminó de escribir el libro anterior, ya tenía este en la cabeza, y un poco el lector puede sentir eso, como si fuera un apéndice de la novela anterior. Es el mismo universo, en últimas. Ese mismo Sincelejo, en la costa caribe colombiana, que vio nacer a la autora en 1960 y que la acogió hasta sus diez años; el mismo al que ha decidido regresar, ya adulta, para redescubrirlo y narrarlo, mientras se redescubre y se narra a sí misma.

LE PUEDE INTERESAR: La colombiana Estefanía Carvajal presenta su novela ‘Las vanidades del mundo’: “Nuestro orgullo y nuestras vanidades al final no aportan nada”

—La ficción corta supone unas dinámicas específicas en relación con el lector: la economía de lenguaje para generar conexión, los entornos y personajes descritos con precisión, los hechos contados como si fueran el cuento que ha traído a la tienda quien llega a comprar una cubeta de huevos. ¿Cuáles son los desafíos estéticos que ha tenido que enfrentar, distintos a los que abordaba en la crónica, su primer acercamiento en la escritura?

—En ambos casos se trata de géneros narrativos que buscan despertar el interés y la emoción en el lector, pero mientras en la crónica lo que se persigue es contar la historia redonda de un suceso, en la ficción corta de lo que se trata es de hacer es un retrato. Un retrato eficaz, claro, entonces uno puede escoger lo que quiere mostrarle al lector para cumplir su misión.

—¿Qué tanto tiempo transcurrió desde la escritura de este libro y la finalización del anterior?

—Entre la publicación de uno y otro libro transcurrieron exactamente tres años, pero más por tiempos de la editorial que míos, debido a que la pandemia retrasó su cronograma de divulgación. El proceso de escritura de las ocho historias que componen Si hasta Jesús pecó, fue realmente de año y medio más los seis meses que trabajé refinándolos con mi editora hasta ponerles el punto final.

—¿Cómo consigue dividir la memoria de la vida personal para evitar que la ficción termine convertida en un repositorio testimonial?

—En Si hasta Jesús pecó, a diferencia de Bienvenido mal, si vienes solo que es, en efecto, un libro testimonial pues se trata del recuento de las memorias de mi infancia, cada personaje es el resultado de un cúmulo de recuerdos y no de la mera transcripción de un hecho real. Ahora, pienso con convencimiento que toda ficción se basa en la realidad, pues si no de donde más va a salir, y que la labor del escritor es recrearla con elementos de su imaginación para que como ustedes dicen no termine convertida en un repositorio testimonial y eso es precisamente lo que traté de hacer.

Por otro lado, respecto a este segundo libro también me parece importante indicar que el lenguaje y la forma en que los personajes narran las historias fue mi mayor consideración, por encima de cualquier otra.

—¿Por qué ese especial interés en narrar Sincelejo? ¿Qué tan inexplorado, literariamente hablando, está este territorio?

—Nunca hubo en mí un propósito premeditado de narrar a Sincelejo. Cuando quise escribir, esas eran las historias que estaban pidiéndome pista, como dicen por ahí, y aún continúan pidiéndomela después de dos libros.

Por el lado de su segunda interrogación, pienso que en torno a la región, incluido el departamento de Córdoba, todavía hay mucho por narrar pues se trata de una zona con características muy ricas y propias; distintas en muchos sentidos a las de otras áreas de la costa Caribe de Colombia. En el caso de Sucre, Héctor Rojas Herazo la narró de una manera preciosa a través de sus libros y hay autores menos conocidos que también lo han hecho con mucho acierto, pero sí creo que aún hay mucho por contar.

SEGUIR LEYENDO:

Más Noticias