Gonzalo Celorio puede recitar los versos de los poemas de Julio Cortázar de memoria. Tiene un especial cariño al escritor argentino. De eso se trata Mentideros de la memoria: homenajes, recuerdos, retratos y anécdotas con grandes escritores de la literatura como Gabriel García Márquez, Augusto Monterroso, Umberto Eco, Dulce María Loynaz, entre otros.
Infobae conversó con el escritor, editor, crítico literario y catedrático, que estará en el Hay Festival Arequipa 2022, acerca de su nuevo libro; un ejercicio de la memoria para salvaguardar el tesoro de las letras.
—Mentideros de la memoria no es un autobiografia, sino una biografía de lecturas porque el personaje principal no eres tú.
—Curiosamente, el autor no es el protagonista, se le da esa voz protagónica a los escritores como Jorge Luis Borges, Juan José Arreola, Julio Cortázar, entre otros a los que aludo o hago referencia. En el fondo, es una especie de autobiografías de lecturas.
—Has retrocedido casi 70 años, es un ejercicio de memoria, ¿cómo hiciste para ir recordando todas estas historias?
—Creo que tengo buena memoria (risas). Tengo más memoria que imaginación, por eso mi obra literaria se encamina por esos derroteros, lo cual no significa que no haya una dosis de ficcionalidad importante en lo que escribo porque, finalmente, el recuerdo pasa por el tamiz del lenguaje que, muchas veces, tiene cierta distorsión que hace cualquier discurso por más veraz que pretenda ser. Siempre tengo una dosis imaginativa, ficcional, y en este caso, hay elementos ficcionales muy deliberados.
También es cierto que estoy escribiendo permanentemente, tomó notas en mi cuadernos. No es exactamente un diario, pero hago un anuario en las navidades y en años nuevos donde escribo lo más importante que me ocurrió ese año. Tengo muchas libretas para llevar ese registro, de mis lecturas y mis conversaciones. Soy un memorista que, de alguna forma, toma registro de los actos significativos y uno de estos ha sido la lectura. Mi trabajo como catedrático de literatura me obliga a leer cosas nuevas y también a releer porque, a veces, uno prefiere la relectura de lo conocido que la exploración de lo nuevo por conocer.
—En Mentideros de la memoria hay dos homenajes a Julio Cortázar con Pudo más el cronopio que la fama y La cama de Julio Cortázar, ¿qué ha significado para tu vida este escritor?
—Hay escritores que te transforman la visión del mundo o te modifican la conducta, eso es para mí Cortázar. Empecé a leerlo cuando, prácticamente, él publicaba sus libros. Leí Rayuela en el 67′ que se había publicado en el 63′. Es una novela que hasta ahora permanece. No sé qué tan vigente esté, a veces la estudio con mis alumnos; y a algunos les parece ya vieja. Creo que la verdadera poesía de Cortázar está en la prosa de Rayuela, un conjunto de textos breves que tienen el resplandor del propio poema. A los 19 años, cuando la leí, sufrí una transformación sustancial: ya no pensé igual o hice el amor igual que antes. No todos los escritores pueden enriquecerte de esa manera y ponerte en tela de juicio mucho de tus valores entendidos; y no solo Rayuela, sino también los cuentos de Cortázar que me parece el mayor cuentista de la literatura hispanoamericano.
—“El que realmente se jodió fuiste tú. Y no me cabe en el corazón, amigo querido”, escribes en Gracia y desgracia de Alfredo Bryce Echenique, ¿le dolió mucho las acusaciones de plagio contra el escritor peruano?
—La literatura es una verdadera fiesta. Este libro fue tocado por el placer de la lectura y, fundamentalmente, por el privilegio enorme de haber conocido a algunos escritores que eran mis amigos o haber sido discípulo de Juan José Arreola. Aunque también hay textos dolorosos porque así es la literatura; en Mentideros de la memoria hay tres textos así: la muerte del hijo de Jaime Sabines, la muerte de la hija de Carlos Fuentes y la historia de decepción de Bryce Echenique.
A Bryce lo admiro mucho. Cuando leí Un mundo para Julius me mentí en esa novela que no encontré una puerta de salida y la recuerdo como algo vívido. Y sí, con respecto a tu pregunta, fue doloroso, una decepción, pero lo que quiero dejar claro es que en este libro no juzgo a Bryce; hago que él se juzgue a sí mismo, lo pongo delante del espejo de su propia escritura porque suscitó la autocrítica con su propia conducta y, claro, no sin pena ni dolor porque prevalece la amistad y espero que lo que quede de él es el gran cariño y aprecio que le tengo.
No me cabe en el corazón que haya cometido estos plagios, que haya recibido un premio que fue impugnado (Literatura en Lenguas Romances 2012 que otorgó la FIL Guadalajara), sobre todo, porque es procedente de recursos públicos.
—Acabas de decir que este es un libro festivo, no es un libro de chismorreo de la literatura.
—Efectivamente, a veces, podría ser una lectura superficial o como un libro de chismes o incidencias, pero en el fondo es un libro de crítica literaria, pero es una crítica dosificada de tal manera que casi ni se nota. Estoy recreando, como lector, el valor de la obra de estos grandísimos escritores como Jorge Luis Borges, Juan José Arreola, Julio Cortázar, y otros tantos, a los cuales hago referencia directa e indirectamente como Augusto Monterroso o Umberto Eco que no son de mi generación y me refiero como un discípulo, lector y alumno.
—¿Por qué solo hay dos escritoras en Mentideros de la memoria: Dulce María Loynaz y Marie-Pierre Colle Corcuera?
Ahora son más visibilizadas, pero en ese entonces, hace 70 años no era así. Yo no he escrito la historia de la literatura hispanoamericana de la segunda mitad del siglo XX, estoy contando mis experiencias y, lamentablemente, no tuve más experiencias con más escritoras. Me hubiera encantado conocer a Blanca Varela, Clarice Lispector o tener una relación más estrecha con Rosario Castellanos, pero no se dieron las circunstancias y este es un libro de memorias y no se pueden impostar; y sería incapaz de adulterar este libro inventándome alguna relación con alguna escritora.
Yo doy un curso de narrativa contemporánea en la UNAM y, durante muchos años, he invitado todas las semanas a un escritor o escritora y muchas veces incluía a escritores hispanoamericanas, vía internet.
—Este es un género riesgoso pero necesario, ¿por qué crees que más escritores no se animan?
—Creo que la tradición hispánica, generalmente, el género autobiográfico es demasiado puritano, es decir, que los latinoamericanos hablan de su vida pública, sin embargo, prefieren no exponer su vida privada, a diferencia de lo que ocurre en otras tradiciones literarias.
El único escritor mexicano que rompió esa tradición fue José Vasconcelos y su gran autobiografía con Ulises criollo donde habla de sus relaciones amorosas y clandestinas, pero después, en la segunda edición, eliminó esos pasajes que le resultaban demasiado expuestos.
Actualmente, esta autobiografía no se da en las memorias, sino en la literatura de autoficción, allí salen a relucir en el matiz de la ficción una serie de aspectos de carácter íntimo y personal.
—Entonces, ¿cómo calificarías a Mentideros de la memoria?
—Yo me siento bastante inaugural con este libro. No sabría cómo clasificarlo porque podría etiquetarlo como un híbrido, así que prefiero decir que es un libro de cuentos, ensayos y crítica literaria. Mis lectores piensan que mis ensayos son muy narrativos; mis novelas muy ensayísticas; y yo me muevo así. Ahora estoy trabajando en una obra de tipo memorístico que va a tener como epígrafe un poema de Borges.
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