Stephen King, el “maestro del terror” al que esta vez le costó arrancar

El autor estadounidense publicó “Cuento de hadas”, una novela más bien fantástica de unas 850 páginas. Parece ser un libro que no dejará tanta huella como otros del prestigioso escritor de “It” y “Misery”.

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Stephen King, "el maestro del terror", tiene 75 años.
Stephen King, "el maestro del terror", tiene 75 años.

A veces da la impresión de que Stephen King necesita escribir cien páginas sólo para aclararse la garganta. Cualquiera de sus libros es una invitación a pasarla bien, uno llega anticipando que va a leer una buena historia, pero hay ocasiones —como esta— en que las páginas pasan y parece que el argumento no arranca. No está mal, lo deja a uno en un estado de perplejidad. El libro se llama Cuento de hadas, y de tan literal la trama podría resumirse en eso. A los 75 años, King revisita los cuentos de la infancia. No le sale mal, pero, hay que decirlo, tampoco le sale demasiado bien.

King, que acaba de expresar duramente su malestar por el anuncio de que Twitter cobrará a quienes tengan la cuenta verificada tras el desembarco de Elon Musk en el directorio de la empresa, mantiene una característica saliente dentro de su profusa obra: es la libertad que tiene para moverse entre géneros. Hay escritores que se dedican a romperlos: son esos con los que uno nunca sabe en qué estante poner el libro.

En el caso de Stephen King, el género se define claramente; el inclasificable es él. La consabida etiqueta “El maestro del terror” es apenas una descripción que usan periodistas y libreros. Sí: King se hizo famoso con el terror, pero incluso dentro del género tiene variantes: terror psicológico (Carrie, Misery), terror sobrenatural (La hora del vampiro), terror con aliens (La cúpula), terror con un glitch tecnológico (Cell).

Pero luego escribió realismo (El muerto), ciencia ficción (La larga marcha), escribió cuentos (Todo oscuro sin estrellas), prólogos (a Houellebecq, en la biografía de Philip K. Dick), escribió guiones de cine, escribió sobre el arte de escribir; se podría decir que 22/11/63 es una bellísima novela histórica. Y también escribió, la mayoría de las veces con el seudónimo Richard Bachman, fantasy. Cuento de hadas entra en este último.

O, por lo menos, entra desde la segunda parte, porque hablamos de una novela de más de 850 páginas que le dedica el primer tercio a construir la relación entre los protagonistas en lo que parece el más absoluto costumbrismo —salvo por algún ruido desconocido que viene desde un cobertizo—. King es eficaz creando climas; le salen tan bien que muchas veces uno preferiría vivir en ese mundo ordenado, preciso, amoroso que él inventó… hasta que todo cambia.

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Cuento de hadas cuenta la amistad improbable entre Charlie, un adolescente de 17 huérfano de madre y con un padre alcohólico, y Howard Bowditch, un viejo huraño que vive en una casa desvencijada que recuerda a la de Norman Bates en Psicosis. Y, entre ellos, una ovejera alemana de nombre Radar que tiene fama de ser tan espeluznante como Cujo. King, que tiene una perrita que se llama Molly (“a.k.a. the Thing of Evil”), tiene una sensibilidad única para hablar de animales.

No hace falta más que leer Laurie, el cuento que puede descargarse gratis en formato digital desde BajaLibros, para comprobarlo. En Cuento de hadas, Radar es mucho más que la articulación entre los otros personajes. Gracias a ella la historia se mueve dos veces: primero, cuando aúlla para que Charlie ayude a Howard, que se cayó de una escalera y se partió una pierna, y luego… bueno, para esa nueva situación hay que cruzar el umbral.

La segunda parte de la novela sucede en un mundo de fantasías. Mejor dicho: en un mundo de pesadillas. “Bienvenidos al lado oscuro de érase una vez”, dice la contratapa del libro. En ese otro universo, Charlie, Howard y Radar van a enfrentarse a seres fantásticos —incluyendo una gigante diabólica— y otras figuras míticas que habitan historias como las de los hermanos Grimm.

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Hay un cuento de Kelly Link que tiene en el título un juego de palabras con fairy y fierce. En España salió como “El bolso de las fadas”; Marcelo Cohen, siempre elegante, lo tradujo como “El bolso feroz”. En ese cuento hay una chica muy joven, una abuela muy vieja y un lobo aterrador que protege un mundo mágico. Kelly Link es muy amiga de Joe Hill, el hijo de Stephen King. “Prométeme que no te creerás ni una sola palabra. Eso es lo que Zofía me solía decir cuando contaba historias”, dice la protagonista de Link. “Estoy seguro de que puedo contar esta historia. También estoy seguro de que nadie se la creerá”, dice Charlie en la novela de King.

“Cuento de hadas” (fragmento)

Chapoteamos por los amplios charcos de agua estancada. Algunos eran poco profundos, pero en algunos sitios el agua me llegaba casi hasta las rodillas, y notaba que el barro intentaba succionarme las zapatillas. Radar me seguía el ritmo con facilidad, con la lengua oscilante y los ojos llenos de vida. Tenía el pelo húmedo y pegoteado al cuerpo, nuevamente musculoso, pero no parecía importarle. ¡Estábamos en plena aventura!

Los edificios parecían almacenes. Los alcanzamos y nos detuvimos el tiempo suficiente para situarnos de nuevo y atarme el cordón de una de las zapatillas empapadas. Volví a mirar en dirección al pedestal. Ya no distinguía la marca —el retablo destruido quedaba como mínimo a cien metros por detrás de nosotros—, pero sabía dónde estaba. Señalé con los dos brazos, atrás y adelante; a continuación, eché a correr entre los edificios con Radar al lado. Eran almacenes, no cabía duda. Percibía vestigios del antiguo olor del pescado que habían guardado allí en otra época. La mochila botaba y rebotaba.

Salimos a una estrecha calleja entre más almacenes. Daba la impresión de que en todos hubieran entrado por la fuerza mucho tiempo atrás, probablemente para saquearlos. Los dos que teníamos justo enfrente estaban tan juntos que era imposible pasar entre ellos, así que me desvié a la derecha, encontré un callejón y corrí por él. Fue a dar a un jardín invadido por mala hierba. Torcí rápidamente a la izquierda, de vuelta, esperaba, a mi anterior línea recta, y seguí corriendo. Intenté convencerme de que aún no era el crepúsculo —todavía no, todavía no—, pero sí lo era. Claro que lo era.

Una y otra vez tuve que rodear edificios que nos salían al paso, y una y otra vez traté de recuperar la trayectoria recta hacia donde había visto las mariposas. Ya no estaba seguro de si iba o no por el camino correcto, pero debía intentarlo. No me quedaba otra.

Quién es Stephen King

♦ Nació en 1947 en Maine, Estados Unidos.

♦ Está considerado “el maestro del terror” de la literatura norteamericana.

♦ Entre sus libros se cuentan Misery, IT, Carrie, El resplandor y Cell.

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