El escritor alemán Chris Kraus pensó que era un error cuando vio el nombre de su abuelo en un libro sobre la Segunda Guerra Mundial. Aunque sus padres nunca le hablaron de aquello, tras una larga investigación descubrió que su abuelo, a quien admiraba y de quien tenía los recuerdos más dulces y tiernos, había sido parte de los escuadrones de la muerte nazis.
Cuando Kraus supo toda la verdad acerca de su abuelo (que había pertenecido a las SS y cometido “un sinfín” de actos horribles), su manera de procesar esta difícil historia familiar fue trasladarla a una novela que cuenta cómo muchos nazis pasaron a la CIA y otros miles se incorporaron a una vida normal sin consecuencias tras la guerra.
La fábrica de canallas, editada en español por Salamandra, cuenta parte de la historia del abuelo de Kraus (Gotinga, Alemania, 1963) a través del personaje Koja Solm, quien llega a ser oficial de las SS para, posteriormente, tras la guerra, reconvertirse en agente de la CIA y de los servicios secretos de la República Federal de Alemania e incluso del Mossad.
Fue “terriblemente perturbador descubrir que mi abuelo fue un nazi”, recuerda el autor en una entrevista con Efe. “Empecé a investigar y descubrí que había cometido un sinfín de actos horribles y crueldades. Tienes la memoria de tu abuelo como una persona que ha jugado contigo a gatas, en cuyo regazo has estado y, de pronto, descubres eso”, dice el escritor, que se enteró de su pasado cuando el abuelo ya había muerto.
“Participó en fusilamientos y torturas: un subalterno suyo me contó cosas horribles, horribles, horribles. Y se abrió una puerta que no es fácil volver a cerrar, pero estoy contento de que mi familia haya hecho frente a ese pasado”, comenta Kraus.
Aunque hay mucha gente en Alemania que no lo ha hecho, algo que considera comprensible “porque cerrar los ojos ante hechos que son muy difíciles de aceptar a nivel psicológico es algo natural”. Para la generación de sus padres -con los que ya no tenía contacto cuando escribió el libro- era muy difícil reconocer que era verdad, pero para la suya ya fue más fácil.
Solamente en un campo de concentración como Auschwitz trabajaron 50 mil personas, y sus hijos y nietos no lo saben, dice Kraus. Y había muchos más campos de exterminio, eso era una industria y millones de personas colaboraron de alguna manera, pero al acabar la guerra todos se sentían víctimas, decían que Hitler les había utilizado, con la excusa de que solo obedecían órdenes, recalca.
“Mi abuelo era una pequeña rueda en todo esa maquinaria de exterminio”, recalca el escritor, que sostiene que hubo muy poca gente que tuvo el valor de no obedecer la orden de matar.
Según el autor, en un sistema criminal también se pueden convertir en criminales las personas más normales. “Todos nosotros nos podemos convertir en personas que cometen estos actos. No naces para ser un criminal de este tipo, un sistema totalitario puede destruir la moral de una persona normal y la naturaleza humana solo se puede controlar a través de una sociedad abierta y democrática. Es la creencia de este libro”, indica.
De la Segunda Guerra Mundial a la literatura
Las vivencias de Koja Solm en los servicios secretos de diferentes potencias tras la guerra son reflejo de muchos personajes reales, explica el escritor.
En 2018 se hicieron públicos multitud de documentos secretos de la CIA, lo cual permitió concluir que, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, fueron al menos mil los agentes procedentes del nazismo al servicio de la inteligencia estadounidense, el FBI y otras agencias de los Estados Unidos. Podrían ser incluso más, dado que muchos documentos siguen clasificados.
Un ejemplo fue el antiguo miembro de las SS Heinz Felfe (1918-2008), que estuvo en el servicio secreto de Alemania occidental y más tarde fue jefe del contraespionaje soviético en 1970.
O Paul Dickopf (1910-1973), miembro del servicio de seguridad de las SS y más tarde jefe de la Policía Criminal de la Alemania Federal hasta 1971; fue presidente de la Interpol entre 1968 y 1972, y trabajó para la CIA con el pseudónimo de Caravel.
También Otto von Bols-chwing (1909-1982), oficial de las SS y mano derecha del criminal de guerra Adolf Eichmann, se convirtió en espía para la CIA en Europa y obtuvo la nacionalidad estadounidense, al igual que Aleksandras Lileikis (1907-2000), el oficial de las SS responsable de la matanza de sesenta mil judíos en Vilna.
Chris Kraus cree que el nacionalsocialismo puede volver en cualquier momento: “Lo estamos viendo ahora mismo en estos sistemas que se están desarrollando en Hungría, en Italia... Puede pasar en cualquier momento y no soy muy optimista”.
Fuente: EFE
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