Laura Esquivel, la célebre autora mexicana de Como agua para chocolate (1989) presentó en conferencia de prensa su nuevo libro Lo que yo vi. Allí recrea las memorias de su infancia en México y realiza una reflexión sobre su vida y su época desde la madurez de una mujer que cumplió los 72 años de vida y que logró alcanzar un crecimiento espiritual a través de jornadas de meditación en la India y en centros de hinduismo en la ciudad de Los Ángeles y en su México natal.
“La tradición hindú considera al cosmos como un océano de vibraciones. El propio Pitágoras dijo que cada átomo produce un sonido particular, un ritmo, una vibración”
(“Lo que yo vi”, pág. 45)
La música y la danza son los grandes hilos conductores del libro, el cual incluye enlaces de canciones que marcaron momentos clave de la vida de la escritora. Durante la conferencia de prensa, y tras una pregunta sobre cuáles son sus géneros musicales favoritos, Laura Esquivel tomó su celular de la cartera y compartió con los periodistas presentes, el tema De qué callada manera”, interpretado a dúo, y en portugués, por Chico Buarque y Pablo Milanés. Varios otros cantantes y grupos musicales aparecen, asimismo, mencionados en su último libro.
“Yo descubrí a Bobby Vinton en un programa radial que se transmitía en Radio Centro, mi estación favorita, y de inmediato quise comprar el disco para poder escucharlo una y otra vez.” (pág. 16) o también “Soñamos que aquella época sería inmortal, que el tiempo nunca pasaría y que los Beatles serían la imagen de la permanencia de nuestro deseo.” (pág. 31)
Para Laura Esquivel, la música va más allá de un tema o de un disco de moda. La música está íntimamente conectada con sus aprendizajes espirituales y con una visión animista del universo, según la cual todas las cosas están vivas y poseen un espíritu. Esta cosmovisión es compartida por el hinduismo y el budismo al igual que por los pueblos prehispánicos como los mayas y aztecas. De estas culturas milenarias la autora ha tomado inspiración cuando escribe: “La Tierra canta y la vibración de su voz ha quedado grabada en cada partícula de todos los seres vivientes, de todos los animales, de todas las plantas, rocas y minerales que convivimos en este planeta” (pág.46).
Cada una de las trece “entregas” del libro toca un tema emotivo de su vida y de la historia que le ha tocado vivir, y utiliza como material de archivo fotos, pistas musicales, tapas de discos de vinilo, programas y afiches de cine y sellos postales conmemorativos del lanzamiento, en 1957, del satélite Sputnik I. Por sobre todas las cosas, la autora emplea en su narrativa la memoria visual, auditiva, olfativa y sensorial. La literatura de Laura Esquivel es, en sí misma, un mar de sensaciones y recuerdos.
“Ahorita es el momento de revivir, reconectar, restablecer utopías”
“Esa tarde se filtraban los colores del atardecer que abarcaban una gama enorme de tonalidades que iban del rosa al morado pasando por el amarillo-naranja encendido (…) Ese baño de luz provocó que en mi memoria se quedara grabada por siempre la imagen del cielo junto con el olor del combustible que se estaba quemando, el sonido del silbato del vendedor ambulante de camotes que pasaba bajo la ventana, la luminosa sonrisa de mamá y una sensación de paz indescriptible.” (pág.15)
Sus preocupaciones abarcan eventos actuales tales como la pandemia y sus efectos perjudiciales sobre la salud física y psicológica de los seres humanos, así como las crisis políticas, económicas y sociales que sufrimos recurrentemente. Sin embargo, a pesar de su impacto negativo, la cuarentena también trajo algunos aspectos positivos a nuestras vidas. Un ejemplo de ello es la creación de plataformas digitales de mecenazgo para poetas, músicos, pintores y actores. Así fue como la autora pudo continuar escribiendo y comunicándose con sus lectores.
“A muchos de los artistas la pandemia nos afectó en que, al principio, se cerraron librerías, los editores entraron en una posición cautelosa porque nadie sabía qué iba a pasar, todo se detuvo”, expresó con un cierto tono de preocupación, “estamos viviendo un momento histórico, vivimos todos, al mismo tiempo, el impacto de una pandemia que nos hizo reflexionar muchísimo sobre qué es lo que nos lleva a este tipo de crisis en lo económico, en lo político, en lo social y en la cuestión misma de las enfermedades y estas crisis pandémicas.”
Fue durante esa situación de aislamiento, que nació en su espíritu la idea de escribir un libro sobre su infancia. Sobre “ese mundo, ese México donde yo crecí. Son mis memorias, pero también las memorias de toda una comunidad que vivió, que soñó, que trabajó.”
Vivimos en un mundo, reflexiona la escritora, “que fue equivocando el camino. Tal vez nos habría ido mejor si hubiéramos apostado al modelo de Tesla y no al de Edison. O si hubiéramos apostado a otro tipo de obtención de energía que no fuera a través de los hidrocarburos”. Se refirió así al peligro actual que corre nuestro ecosistema, de continuar contaminándolo masivamente, como viene ocurriendo durante las últimas décadas.
Cuando era pequeña, las cosas se fabricaban para durar, mientras que en la actualidad todo es desechable, en este afán moderno del consumo a ultranza. “El refrigerador que mi mamá compró cuando se casó, en los años ‘30, sigue funcionando”, cuenta con una sonrisa en los labios. Esta avidez por el consumo significó un incremento de materiales contaminantes arrojados al medio ambiente por los particulares y por las industrias. De la misma forma que todo pasó a ser desechable, también se ha despreciado el valor que se le daba antaño a los relacionamientos humanos.
“Yo soy de una generación que sí buscábamos el contacto humano, estoy hablando de principios de los ‘60′s” porque en el contacto humano “existe todo un juego, todo un intercambio de información, de energía”. Por desgracia, todo este afán de modernidad, de querer estar siempre al día con la tecnología “incluso interfiere con la verdadera comunicación”.
Más tarde expresó que “el mundo pasado existe en nuestra memoria y cuando lo evocamos, revive”. Por eso “ahorita es el momento de revivir, reconectar, restablecer utopías. Se nos brinda la oportunidad de reordenarnos en todos los niveles: familiares, sociales, políticos, ambientales. (…) Es tiempo de reconectar y de retomar el pulso de la vida.”
“La nostalgia es una búsqueda interna de algo que creemos perdido”, agregó. Pero la nostalgia no significa regresar al pasado, sino “adquirir una responsabilidad humana para apostar por el más elemental sentido de la búsqueda del bien común, que es lo que creó todas las grandes civilizaciones».
Por último, Laura Esquivel habló del amor como único valor auténtico, reforzando conceptos que ya había plasmado en su último libro.
Recordó, durante la conferencia de prensa, las enseñanzas de su madre, cuando le aconsejaba no confundir el dinero con un valor trascendente: “el verdadero valor es el cuidado, el afecto, el amor es el único y verdadero valor”.
En Lo que yo vi plasma una idea similar cuando afirma que “el amor es la única realidad, la que perdura, la que sobrevive, la que permanece. Todos los seres humanos, ante el derrumbe del mundo material y la cercanía con la muerte, buscamos entrar en contacto con ese amoroso espíritu unificado al que todos pertenecemos” (“Lo que yo vi”, pág.148)
Quién es Laura Esquivel
♦ Nació en 1950 en Ciudad de México.
♦ Comenzó su carrera como maestra y guionista de cine, actividad en la que ha obtenido diversos reconocimientos, entre los que destaca el Premio Ariel por el mejor guión.
♦ A partir de la publicación de Como agua para chocolate, su primera novela, alcanzó reconocimiento internacional y se convirtió en una de las escritoras mexicanas más importantes, por lo que ha obtenido varias distinciones adicionales.
♦ La novela ha sido traducida a 36 idiomas y adaptada al cine y al teatro.
♦ También ha publicado Malinche, A Lupita le gustaba planchar, Tan veloz como el deseo, Estrellita marinera, La ley del amor, Íntimas suculencias, El libro de las emociones y El diario de Tita que, junto con Como agua para chocolate y Mi negro pasado, forman una trilogía.
♦ Recientemente recibió el Doctorado Honoris Causa en Letras por la Universidad de Saint Andrew en Escocia.
♦ Ha obtenido también la Orden al Mérito Artístico y Cultural Pablo Neruda que otorga el gobierno de Chile.
♦ Ha sido merecedora al premio ABBY (American Booksellers Book of the Year), galardón que por primera vez en su historia fue concedido a una escritora extranjera
Seguir leyendo