La ayuda en solitario del Perú a la Argentina en la Guerra de Malvinas es un hecho reconocido por nuestro país. Pero los detalles de la llegada de diez aviones Mirage a Jujuy, camuflados con el escudo argentino y listos para entrar en combate, las numerosas negociaciones diplomáticas del entonces presidente peruano Fernando Belaunde Terry para evitar el conflicto armado, y el apoyo incondicional de la opinión pública de ese país a nuestra soberanía sobre las islas, son hechos que se fueron perdiendo en el olvido. A cuarenta años de esa guerra, el libro de Víctor Andrés García Belaunde, La intervención del Perú en la controversia de las Islas Malvinas, rescata esos acontecimientos y demuestra cómo el país vecino fue un aliado histórico de ese reclamo.
La obra, que fue presentada recientemente en la Feria Internacional del Libro en Lima, reúne numerosos cables reservados y documentos oficiales, junto al conocimiento de primera mano del propio autor, quien ocupó el cargo de Secretario del Consejo de Ministros en la época de Malvinas, además de ser abogado y cuatro veces legislador. El prólogo es del presidente argentino Alberto Fernández.
Belaunde Terry fue presidente del Perú en dos períodos, entre 1963 y 1968, y entre 1980 y 1985. Por su apoyo en la Guerra de Malvinas se lo homenajeó en nuestro país en 2007, cuando se cumplieron 25 años del conflicto. Según se detalla en el libro, el apoyo fue también de la opinión pública: siete de cada diez aseguraron que estaban dispuestos a combatir en las islas.
Desde Madrid, donde se encuentra de viaje, el autor habló con Leamos de los detalles de esta investigación.
-¿Cómo fue su participación en los hechos que relata en el libro, fue testigo de las decisiones que llevaron al apoyo explícito del Perú a la Argentina en la guerra de 1982?
-El papá de Belaunde era hermano de mi abuelo. En esa época se podía nombrar a miembros de la familia y él me llamó a trabajar primero para la transferencia del mando, pero me quedé con él los cinco años completos de su segundo mandato. Yo viví la cocina todo lo que pasó en esa época: detrás de los personajes, yo estaba escuchando. Me impresionó mucho cuando, en la toma de mando de Alfonsín, en diciembre de 1983, vi en el lugar el reconocimiento al Perú y a Belaunde por Malvinas. Después, a raíz de uno de los aniversarios, Marcelo Perreta, que era funcionario del Senado, llegó a Lima y me buscó. Me pidió que hablara sobre el tema y di unas ocho conferencias en Argentina: en el Senado, en la Cancillería, en Rosario, en Mar del Plata, en Ushuaia. Se sabía lo del apoyo, pero no se conocían los detalles, entonces busqué más información y pensé que tenía que escribir este libro.
-La entrada de los aviones Mirage desde Perú, camuflados como aeronaves argentinas, ¿cómo fue esa negociación?
-Fue una misión secreta. Hubo una conversación con Leopoldo Fortunato Galtieri (el presidente de facto durante la guerra) y una misión de militares argentinos que llegó al Perú para pedir ayuda. Había una larga lista, donde se insinuó el tema de los submarinos porque Perú tenía unos de origen alemán, de la generación previa a los submarinos atómicos. Respecto de los aviones, que fue lo que finalmente se concretó, había tres tipos: Sukhoi, Mig y Mirage. Los dos primeros eran aviones que solamente tenían Perú y Cuba, así que no se podía disimular la ayuda, En cambio, con los Mirage sí podía ser, porque Argentina tenía el Mirage 3 y Perú el 5. Entonces, la decisión fue enviar el Mirage 5 pero camuflado con banderas argentinas.
-¿De dónde salieron?
-Estas aeronaves estaban en Chiclayo, a 800 kilómetros al norte, volaron hasta la base de La Joya, a 20 kilómetros de Arequipa, allí los pintaron con banderas argentinas, y fabricaron los tanques de combustible más grandes para que pudieran a destino. Se enviaron diez Mirage 5, dos con torpedos Exocet, que la Marina había comprado como una novedad. Los aviones llegaron a participar, pero se dijo que había pilotos peruanos. Inglaterra se quejó de eso, pero no fue así. En el libro hay cables que dan detalles de ese asunto.
-¿Cómo fue el trabajo de recolectar esa información diplomática? ¿Estaba desclasificada por el Estado peruano?
-Cuando me puse a buscar más documentos, como los cables que se produjeron entre la Cancillería y Londres, la Cancillería y Buenos aires, y la Cancillería y Washington, me encontré con que no era fácil. Son muy celosos en Perú con esos documentos y me querían negar la información, a pesar de que yo había sido legislador. Pasaron cuarenta años pero, como no hay una ley de desclasificación de esos documentos, se aplica el criterio del funcionario.
“Se dijo que había pilotos peruanos. Inglaterra se quejó de eso, pero no fue así”
-Usted habla en el libro del papel casi inexistente de los organismos internacionales, sobre todo del TIAR y de la OEA, y señala que, aún de manera retórica, el apoyo no fue unánime, ya que se abstuvieron Chile y Colombia. ¿Cómo fue ese proceso?
-El TIAR era una organización americana de autodefensa, una versión latinoamericana de la OTAN. Pero no se pudo y no se quiso aplicar. El apoyo de Belaunde no fue un apoyo al golpe militar, fue un apoyo al reclamo argentino sobre las islas. El 3 de octubre del 68, Belaunde había sido deportado a Argentina, para que la dictadura lo retuviera, pero empezó a hacer relaciones políticas y se fue a los Estados Unidos, donde lo llamaron de Harvard para darle trabajo y se quedó allá dando clases durante diez años. Fue sacado por militares peruanos, que lo expulsaron y doce años después ayudó en la Guerra de Malvinas a la dictadura militar, pero desde el apoyo concreto al reclamo de soberanía.
-¿En otros países fue diferente?
-Funcionarios de Estados Unidos y Chile tuvieron conversaciones con Augusto Pincohet (el dictador chileno) y éste les dijo que Chile no quería que Argentina ganara la guerra por dos motivos, porque se iban a tirar sobre el canal del Beagle y por la posibilidad de una alianza argentina, peruana, boliviana, una alianza parecida a la del siglo XIX que acabó en la Guerra del Pacifico. Lo cual era falso porque Perú arregló sus problemas con Chile en 1929, mediante un tratado por el cual Chile devolvió Tacna y se quedó con Arica. El caso de Bolivia es diferente, porque tienen el tema de la salida al mar.
-¿Hubo una sanción internacional posterior a la guerra por la ayuda de Perú a la Argentina?
-Sí. El Perú dejó de tener ayuda británica y agregados militares en ambos países durante más de 20 años, se alejó de Inglaterra sobre todo en la parte de la cooperación militar. Si embargo, a las pocas semanas de acabada la guerra, Gran Bretaña mandó una delegación militar a Chile, donde le envió una ayuda tremenda en reconocimiento a la colaboración que le había dado en el conflicto de Malvinas.
El apoyo peruano, desde el principio
El libro de García Belaunde, que fue editado por el Fonde Editorial del Congreso del Perú, destaca también los esfuerzos a contrarreloj del entonces presidente peruano para encontrar una solución pacífica que permitiera evitar el enfrentamiento armado. También queda de manifiesto, a través de diversos documentos, sus tratativas para alinear a los países latinoamericanos detrás de la causa de la soberanía de Malvinas.
El 3 de abril de 1982, el gobierno peruano emitió su primer comunicado en el que apoyaba la reivindicación argentina sobre las islas, en el marco del proceso de descolonización estipulado por resoluciones de Naciones Unidas y llamó a resolver el conflicto en forma pacífica. Belaunde Terry propuso una “honrosa e inmediata tregua” para realizar negociaciones diplomáticas. El entones canciller argentino Nicanor Costa Méndez señaló que valoraba la iniciativa. Su par inglés también agradeció y dijo que se estaban esforzando en llegar a una solución pacífica, aunque ponía como requisito el retiro de las fuerzas argentinas de las islas.
El libro describe, en base a documentos, cómo Gran Bretaña rechazó de todas formas la tregua que proponía el presidente peruano, quien el 30 de abril le mandó un telegrama Galtieri dando cuenta del apoyo gobierno y del pueblo peruanos en la defensa de los derechos soberanos sobre Malvinas: “Argentina ostenta títulos ancestrales e inobjetables”, aseguró.
La obra también rememora el gran apoyo de la población a la causa Malvinas. Una serie de encuestas publicadas por la revista peruana Caretas señala: “un 80 por ciento cree que a la Argentina le corresponden las islas. Sólo el 22 por ciento pide neutralidad y, después de la toma de las Georgias, el 81 por ciento se inclina por dar apoyo militar con armas, pertrechos y hombres”.
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