Mauricio Nieto Olarte lleva toda su vida profesional dedicado al estudio de la historia. Se doctoró en la Universidad de Londres en el campo de Historia de las Ciencias y hoy en día es profesor titular del Departamento de Historia en la Universidad de Los Andes, en Bogotá, y Decano de la facultad de Ciencias Sociales. Ha publicado los títulos Las máquinas del imperio y el reino de Dios, Orden natural y orden social: ciencia y política en el Semanario del Nuevo Reyno de Granada (obra galardonada con el premio Alejandro Ángel Escobar de Ciencias Humanas y Sociales en el 2008), La obra cartográfica de Francisco José de Caldas y Remedios para el Imperio: historia natural y la apropiación del nuevo mundo (obra galardonada con el premio Silvio Zavala de Historia Colonial, de México, en el 2001).
En su título más reciente, Una historia de la verdad en Occidente. Ciencia, arte, religión y política en la conformación de la cosmología moderna, Nieto Olarte plantea un recorrido por los momentos cruciales en la historia de la verdad en Occidente y muestra que lejos de ser una, única e inmutable, la verdad está en permanente proceso de cambio, resultado de complejas prácticas sociales. Por esta razón, la Historia nos puede ayudar a entender por qué ciertas formas de ver y representar la realidad triunfan sobre otras en momentos y lugares específicos.
Una historia de la verdad en Occidente es el primer libro escrito en castellano, señala la editorial, que ofrece un panorama amplio de la historia del conocimiento que pone en evidencia la estrecha relación de la verdad con la filosofía, la religión, las artes y la política. Así, el libro explica la emergencia de una cultura centrada en Europa que proclama posesión de la razón universal y autoridad de control global.
El problema de la verdad, dice Nieto Olarte, es hoy tan complejo y difícil como lo fue para los protagonistas de este libro, y este viaje al pasado deja importantes lecciones para hacerle frente en pleno siglo XXI, cuando la sombra de la incertidumbre se expande no solo en la política o la filosofía, sino también en la ciencia.
En este libro, el autor aborda un tema sumamente complejo y variado como lo es el de la verdad. Su acierto está en tratarlo de manera tal que consigue que el lector no se sienta abrumado. La lectura es sencilla y amena, aunque en ocasiones cueste digerir ciertos conceptos, especialmente en lo referente a la ciencia y la filosofía. Su tesis central gira en torno al hecho de que no existe una única verdad, pues esta es variable, cambia con el tiempo y lo hace de acuerdo a su contexto histórico.
En la primera parte, “Cosmos”, Nieto Olarte se adentra en el período antigüo, y el lector asiste así a la ciudad de Mileto, en los años de oro del imperio griego, donde sus primeros pensadores trataban de buscar el orígen de muchos fenómenos naturales, donde las explicaciones relacionadas con la naturaleza eran las más fuertes.
En el período helénico, el mundo griego encuentra otros saberes en la cultura griega y persa. Gracias a ello, en Alejandría se promueve la creación del recto conocimiento. Es en este periodo cuando surgen grandes pensadores como Euclides, padre de la cartografía, Arquímedes, que tuvo aportes importantes en la física; Eratóstenes, que midió la circunferencia de la tierra, y Ptolomeo, cuyos aportes en geografía fueron fundamentales para los futuros viajes de los ibéricos.
La segunda parte del libro gira en torno a la Edad Media, en la que la fe que precede a la razón y el Dios cristiano será el objetivo a la hora de buscar la verdad. Los clérigos no son sólo personas de fe, sino que son mostrados como intelectuales que dominan varias áreas del conocimiento, impulsan descripciones zoológicas y hacen aportes cartográficos, demostrando así que en este periodo el conocimiento no sé estanca.
Los monasterios se constituyen como los sitios en los que los monjes copian y traducen varios de los manuscritos de la Edad Antigüa, logrando así que los saberes clásicos sobrevivan. Las universidades se van constituyendo como espacios para la formación de intelectuales en las siete artes liberales.
Aquí hay también una revisión a lo hecho en el mundo árabe, cuyos avances fueron más que importantes. Desde su capital en Bagdad copiaron y tradujeron muchos textos antiguos, los estudiaron y debatieron; ejercieron la trigonometría y el álgebra, y emprendieron exhaustivos avances en las matemáticas y otras áreas del conocimiento.
La tercera parte se centra en la época de los viajes ibéricos y el renacimiento europeo, la revolución científica y los descubrimientos en el Nuevo Mundo. La aparición de la imprenta y la industria editorial, la consolidación de los sistemas de navegación, los instrumentos para la documentación de los recorridos en los vastos océanos.
En la medicina, la hegemonía que tenía el romano Galeno fue derrumbada con los nuevos avances en anatomía, que también fueron importantes para el arte. Aparecen aquí Copernico, Kepler y Galileo; más tarde, René Descartes, que le dará a la ciencia todo un vuelco con su método científico, además de aportar en otras áreas del conocimiento. Finalmente, Isaac Newton, quien consigue sintetizar todo el saber que ya había en física y astronomía, aportando también con sus leyes en la física, la óptica y los estudios de la luz.
La última parte del libro abarca lo relacionado al siglo XVIII, que inicia con la ilustración como un movimiento intelectual, que pese a sus diferentes vertientes, todas siguen un mismo ideal donde la ciencia y la razón son parte importante del conocimiento, por lo que hay toda una crítica hacia la religión y la iglesia, aunque muy pocas veces está en duda la propia existencia de Dios.
Con la segunda era de los descubrimientos, hay una nueva apropiación de lo desconocido; las grandes misiones para explorar y conocer nuevas plantas llevan a que se desarrollen sistemas de clasificación y taxonomía completamente nuevos; aparece Alexander von Humboldt y varios de estos pensadores y científicos de corte romántico. Llegados a este punto, Nieto Olarte consigue haberle dado a sus lectores un recorrido que desemboca en la idea de que la verdad ha sido siempre el tema de búsqueda y, finalmente, la razón de todos los fracasos, pues nunca consigue descifrarse del todo. De hacerlo, la búsqueda de conocimiento terminaría, pues es la diversidad del mismo lo que impulsa al espíritu humano.
SEGUIR LEYENDO: