Leila Guerriero sostiene que “hay que pensar en revisar la idea del endiosamiento de las audiencias”

Infobae habló con la escritora y periodista argentina sobre el panorama del periodismo, el cómo deberían afrontar los medios las nuevas realidades políticas en América Latina y su participación en el Festival Gabo, que se realiza en Bogotá hasta el 23 de octubre

Foto: Emanuel Zerbos, cortesía Fundación Gabo.

Leila Guerriero es, tal vez, una de las escritoras, periodistas y editoras argentinas más reconocidas e importantes del momento. Su carrera en el periodismo inició hace 30 años en Página/30, la revista mensual del periódico argentino Página/12, y actualmente es colaboradora habitual de medios como La Nación y Rolling Stone, de Argentina; El País de España; Gatopardo de México; y El Mercurio de Chile.

También es editora para América Latina de la revista mexicana Gatopardo y realiza tareas de edición para Ediciones Universidad Diego Portales, de Chile. Dirige la colección Mirada Crónica, de Tusquets Argentina. Es autora de los libros Los suicidas del fin del mundo, Frutos extraños, Plano americano, Una historia sencilla, Zona de obras, Opus Gelber, Teoría de la gravedad y La otra guerra. Su obra ha sido traducida al inglés, el alemán, el francés, el portugués, el italiano, el sueco y el polaco.

Zona de obras, de la argentina Leila Guerriero

Su más reciente libro, “Zona de obras”, es una reflexión, a lo largo de 30 textos, sobre el para qué y el cómo de la escritura periodística. “Qué es y qué no es el periodismo literario”, “Tan fantástico como la ficción”, “(Del arte de) contar historias reales”, “Música y periodismo”, “El periodismo cultural no existe, o los calcetines del pianista”, “Cómo/Para/Qué?, “Dónde estaba yo cuando escribí esto?”, son algunas de las inquietudes que desarrolla en su texto esta escritora nacida en Junín hace 55 años.

Últimamente, contó, está leyendo bastante poesía, aunque confiesa que este tipo de lecturas son poco sistemáticas, y autoras estadounidenses, como Linda Pastan, Ada Limón y Elizabeth Strout, siendo esta última la que la tiene cautivada, al punto de buscar todos sus libros traducidos al castellano, luego de descubrirla con una obra “que tiene un título espantoso, se llama Ay, William”, y nada, entré y no pude parar. Estoy leyéndola todo el tiempo”.

Infobae habló con la escritora y periodista argentina sobre el panorama del periodismo, el cómo deberían afrontar los medios las nuevas realidades políticas en América Latina y su participación en el Festival Gabo, que se realiza en Bogotá del 21 al 23 de octubre.

La primera participación de la argentina en la décima edición del Festival Gabo será en una conversación con el periodista mexicano Juan Villoro, que este año recibirá el Reconocimiento a la Excelencia del Premio Gabo 2022. Foto: Archivo Infobae.

¿Cómo ve el periodismo hoy en esta dictadura del clic?, en ese afán de generar números a partir de titulares sensacionalistas, dejando de lado la información e investigación rigurosa.

— A mí cuando me hacen esa pregunta, siempre me gustaría preguntarle al colega que me pregunta cómo lo ve él o ella, porque siento, me parece, que hay muchos colegas que están preocupados por esa situación. Y creo que a veces es una exigencia... a veces, no. Siempre, una exigencia de los medios... no conozco a ningún colega que me haya dicho: como quiero que lean mi nota repito 15 veces la palabra... no sé... viento o vino en el primer párrafo para... o sea, es siempre una exigencia que viene de afuera.

Me me parece horrible, me parece preocupante, me parece que hay muchos colegas que están haciéndolo a disgusto, y me parece, por supuesto, que va en detrimento de la calidad del periodismo que se está haciendo, porque básicamente yo creo que no es lo mismo hacer periodismo, que no sé... que fabricar colchones... todo tiene que estar bien hecho, pero la responsabilidad social o el efecto, el impacto, que tiene el periodismo es distinto.

Lo que yo veo es como una preocupación, una amargura por parte de los colegas y a su vez me pregunto, bueno, ¿quién de ustedes está haciendo algo por eso? O sea, ¿de qué manera piensan que se pueden oponer? ¿Cómo se puede? O ¿simplemente hay que bajar la cabeza y decir okay, sí? ¿O hay maneras de decir: así no?

No le cabría, también, responsabilidad al público, que se decanta por este tipo de periodismo del clic, del titular sensacionalista...

— Yo creo que es doble, lo que pasa es que, me parece, que todas estas cosas están basadas en estudios que se hacen a partir de no sé qué encuestas, entrevistas, estadísticas, etcétera, que dicen que la gente quiere consumir eso. Pero, ¿desde cuándo un medio de comunicación simplemente ofrece lo que la gente quiere consumir nada más? O sea, ¿es eso lo que hacemos? A veces uno sabe, y te habrá pasado, que tiene que contar historias que son como súper revulsivas, o que van un poco... qué sé yo, en contra de lo bien pensante digamos... Creo que también hay que pensar en revisar la idea del endiosamiento de las audiencias, digo yo.

Por ejemplo, desde un punto de vista chiquito y personal cuando me encuentro con un titular de ese tipo, del tipo: ¿cuál es el país en el que han muerto más adolescentes en el último año? Yo no cliqueo en eso, busco la información de otra manera. Voy a la fuente. Me fijo sin información proviene de una estadística, no sé de la OMS o de dónde afuera y me leo eso. Es como una especie de resistencia a algo que yo siento que me agrede como lectora, siento que están disfrazando un contenido para que yo haga clic y eso les revierta a ellos, es como poner una moneda para que ellos, de alguna forma, puedan transformarlo en más tráfico para convencer a más anunciantes. Yo me niego a eso.

Y creo que, por supuesto, los lectores tienen una responsabilidad también. Deberían ser más activos, no tan pasivos y recibir pasivamente lo que se les da.

Entonces, ¿cómo se podría construir un público más exigente con la información que consume?

— Mirá, no tengo la solución a todos los problemas que tiene periodismo. En este momento no tengo respuestas para eso y responder cualquier cosa a eso, sería una estupidez voluntarista. No te puedo dar respuesta a eso. Yo sí creo en la responsabilidad de cada uno de hacerse cargo de lo que consume, desde el punto de vista, como de tu menú de información: ¿Dónde la vas a buscar? ¿Vas a leer el diario que publica en la portada fotos de personas descuartizadas? ¿O vas a buscar otra cosa?

También, digamos que todo este mundo de las redes sociales, y todo eso, si bien son muy eficaces para algunas cosas, también ha vulnerado el modo en que la gente consume información. Siento que hay una falta de pensamiento crítico en la red social. Cada uno se mantiene en contacto simplemente con la gente que le cae bien y que le gusta. Es muy difícil que sigas a alguien cuyo pensamiento no te gusta, o que aceptes a alguien cuyo pensamiento no te gusta y terminas como pastoreando en ese campo de tu red social, en el que crees que el mundo entero piensa como vos y esto no es así.

Cambiando de tercio, en América Latina se está consolidando un giro o un viraje a las izquierdas. En este escenario ¿cuál debe ser el papel de los medios y de los periodistas?

— No, no creo que sea distinto... digo, esto ya pasó hace unos años. Había un momento en el que estaba Correa, Chávez, los Kirchner... Después se cambió todo y ahora vuelve a cambiar. En todo caso, no veo por qué el rol de los medios deberían ser distinto con gobiernos de izquierda... Tampoco es tan así, o sea, estamos mirando la realidad de una manera bastante sesgada, pensá en Brasil... ahora hay segunda vuelta el 30 de octubre y Lula probablemente gane; pero la verdad es que la cantidad de votos que consiguió Bolsonaro, viniendo de donde viene y teniendo las ideas que tiene, es bastante aterradora. O sea, es mucha la gente que está de acuerdo con un señor cuyas ideas me parecen, como mínimo, alarmantes, por no decir peligrosas.

Pero me parece que caer en lo otro, en no ver eso, en no ver que esas cosas que están ahí, es un poco lo mismo que pasó cuando ganó Trump en Estados Unidos, porque todo el mundo se mofaba. Los grandes diarios más serios ni siquiera hicieron caso de todo lo que pasaba con toda la gente que vive en lo que se llama el cinturón bíblico de Estados Unidos, toda esa gente que votó, que lo apoyó y que lo llevó a la presidencia.

Me parece que lo que hay que hacer es seguir haciendo periodismo con los ojos bien abiertos. Ser críticos siempre del poder, sea de izquierdas, sea de derechas, y bueno que esa crítica, por supuesto, este solventada en reporteo, no en opinión, y mucho menos en en voluntarismo, en pensar que ahora se fueron los malos y ganaron los buenos, sean los que fueran. Me parece que necesitamos una mirada como más limpia de del prejuicio partidista, digamos.

Y cómo ve la situación en Europa, en donde parece que se dio un giro a las derechas, como si fuera una suerte de péndulo que viene y va

— Eso te lo puede responder un analista político, no es mi caso. Pero sí me alarma profundamente. O sea, yo te puedo responder como ciudadana que lo mira desde acá. Miro con terror, terror, el gobierno de la señora que ganó en Italia. Con terror, o sea, me da pánico.

Me parece que todo eso tiene que ver con un fenómeno quizás de nuevas generaciones, que no vivieron momentos tremendos de las guerras y todo esto... pero de vuelta, o sea, estoy opinando un poco de afuera... pero uno ve que esos discursos aparecen en algunos grupos de derechas latinoamericana también, estas cosas como de gente muy joven que se arma una especie de versión propia del pasado inmediato trágico de todos nuestros países y entonces decide que los que tienen razón son tales, ¿viste? Y siento que en Europa pasa un poco eso también.

Guerriero junto a Juan Villoro y Ricardo Silva Romero conversarán con Federico Díaz-Granados sobre la poesía en su trabajo como narradores, evocando, también, esos primeros acercamientos de Gabriel García Márquez a la poesía antes de decantarse por el periodismo, el cuento y la novela. Foto: Archivo Infobae.

Volviendo a cambiar de tercio, para centrarnos en su participación en el Festival Gabo ¿cómo será esa conversación con Juan Villoro? A propósito del homenaje que este año le hacen en el festival.

— La verdad es que yo creo que haberle dado el premio a la excelencia a Juan es un poco mandar un mensaje precisamente que tiene que ver con por dónde es la cosa, por el periodismo más riguroso, podríamos decir hasta tradicional, sin querer decir con esto conservador, porque Juan es una persona supremamente contemporánea.

Es también como decir: bueno es por ahí, es por lo que hace Juan, es por el periodismo bien reporteado, bien escrito, bien mirado, con una prosa increíble, con un equipamiento intelectual que le permite trabajar en distintos ejes de la narrativa, el ensayo, la dramaturgia, la literatura para niños, la novela, los cuentos, la no ficción, etcétera.

La conversación con Juan, va a ser una conversación en la que voy a tratar de abordar un poco –cómo es un festival periodístico, además y porque precisamente le hemos dado un premio destacando, entre todas las cosas que hace maravillosamente bien, su labor como cronista, como periodista– la conversación por allí, por su trabajo como cronista, como observador de la realidad, como columnista...

Vamos a hablar mucho de escritura, a mí me interesa mucho preguntarle a Juan –ya que trabaja en registros de ficción y de no ficción– cuál es su posicionamiento subjetivo, digamos, a la hora de enfrentar un texto de ficción, uno de no ficción... cómo trabaja los distintos formatos de larga distancia o de corta distancia con las columnas. Voy a hablar de algunas obras específicas de él que me interesan mucho, y voy a tratar de llevar la conversación más bien como en general, porque, bueno, naturalmente no todo el mundo que esté allí habrá leído todos los libros de Juan, que además es un autor súper prolífico y por tanto es una tarea, bueno, que pocos habremos hecho, me imagino... pero la idea es hablar un poco de eso. También del estado del género que nos ocupa que es la crónica, el periodismo narrativo, hablar de su formación como lector, de su caja de herramientas.

Bueno, Juan es un gran conversador y ha sido entrevistado muchísimas veces, así que para mí es un desafío, porque además es una persona que ha sido, para mí, o para la gente de mi generación, uno de esos periodistas a los que uno miraba y decía, ojalá algún día. Ojalá algún día yo pueda hacer algo como lo que él hace.

En su segunda participación en el Festival Gabo, hablarán de poesía a propósito de la poesía en la obra de García Márquez. ¿Tiene cabida la poesía en el periodismo?

— Yo creo que sí tiene cabida, yo de hecho escribo columnas y menciono, contrabandeo versos allí en las columnas todo el tiempo. Más allá de eso, la lectura de poesía te afina muchísimo, pero muchísimo, el oído por un lado, y no, no estoy hablando solo de la poesía rimada, sino de la métrica y la respiración de una frase. Y por el otro lado, los poetas tiene una capacidad, generalmente, en líneas cortas de un verso condensar cosas enormes, que tienen que ver con... qué sé yo, a veces con cuestiones abstractas, sentimientos, sensaciones, emociones... y otras veces no, otras veces con cosas muy concretas. A mí, por lo menos, leer poesía me enseñó a narrar algunas cosas.

Yo creo que los periodistas... conozco pocos lectores de poesía grandes lectores de poesía. Yo de hecho, a veces, en los talleres, o en las clases, leo algunos poemas, que son, te diría, bastantes obvios, o sea, poemas clásicos... clásicos, clásicos, o sea, Federico García Lorca, Antonio Machado, Nicanor Parra... digo, gente que yo leía a los nueve años y son gente de 35 y nunca leyeron un poema, entonces a mí eso me sorprende bastante, pero bueno, qué se yo... el gusto por la poesía, también hay que reconocerlo, no es fácil. Hay mucha, pero mucha mala poesía, y el que no tiene una guía para saber por dónde agarrar y por dónde leer te puede quitar las ganas en dos minutos.

En definitiva, creo que desde el fondo y desde la forma aporta mucho la poesía, quizás, más a la hora de narrar, de contar, de contar su historia periodística, de no ficción. Te puede ayudar a condensar, a provocar y generar un campo semántico de palabras que resulte justo lo que querés y no que el lenguaje te revuelque y te haga hacer lo que no querés hacer.

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