Curiosidades mundialistas: desde el argentino que le robó la copa a Brasil hasta el jugador asesinado por un gol en contra

En “Historias insólitas de los Mundiales de Fútbol”, Luciano Wernicke repasa cada edición del campeonato (desde Uruguay 1930 hasta Watar 2022) para revelar sus secretos más increíbles. Nazis, dictaduras, ediciones arregladas, el jugador que siguió en la cancha tras sufrir un infarto y el perro inglés que fue declarado héroe nacional por encontrar la copa robada por un obrero.

Guardar
En "Historias insólitas de los Mundiales de Fútbol", el argentino Luciano Wernicke investigó una a una las 22 ediciones del campeonato deportivo más importante del mundo, desde Uruguay 1930 (foto) hasta Qatar 2022.
En "Historias insólitas de los Mundiales de Fútbol", el argentino Luciano Wernicke investigó una a una las 22 ediciones del campeonato deportivo más importante del mundo, desde Uruguay 1930 (foto) hasta Qatar 2022.

A nada más que un mes del comienzo del Mundial, para apaciguar la ansiedad futbolera hay solamente un remedio: más fútbol. Es por eso que, para la ocasión, volvió a editarse, de manera ampliada, “la Biblia” del campeonato deportivo más importante del mundo, Historias insólitas de los Mundiales de Fútbol, del argentino Luciano Wernicke.

En este libro, editado por Planeta e indispensable para todo fanático del deporte, Wernicke repasa, una a una, las distintas ediciones de los Mundiales -desde Uruguay 1930 hasta Qatar 2022- para contar sus secretos, curiosidades y casos increíbles. Pero además aporta un contexto histórico para explicar algunos hechos que, de otra forma, no tendrían una explicación, como el bache entre Francia 1938 y Brasil 1950 ocasionado por la Segunda Guerra Mundial o los motivos tras la elección de Uruguay como primera sede oficial del campeonato.

Historias insólitas de los Mundiales de Fútbol tiene un balance perfecto entre hechos trágicos y curiosidades de lo más simpáticas. Está el asesinato de un jugador tras hacer un gol en contra y la vez que un argentino logró robar la copa que le había sido otorgada a Brasil tras ganar tres Mundiales para luego fundirla. Está el delantero que siguió jugando luego de sufrir un infarto y también Pickles, el perro inglés de raza collie que fue declarado héroe nacional por hallar otra copa robada (que, de no haber sido encontrada, habría sido reemplazada por una nueva en secreto).

En poco más de 300 páginas, Luciano Wernicke logra resumir la historia de las 22 ediciones del Mundial y, a su vez, de los cambios que vivió el mundo en el último siglo. Así, el autor demuestra cómo la realidad social, cultural y política fue repercutiendo en los Mundiales, pero también cómo estos tuvieron un rol decisivo en el curso de la historia.

Así empieza “Historias insólitas de los Mundiales de Fútbol”

Prehistoria mundialista

El 5 de marzo de 1870, apenas seis años y medio después de la conformación de The Football Association y la redacción del primer reglamento «oficial», tuvo lugar el partido inaugural entre selecciones nacionales. En el estadio Kennington Oval de Londres, un escenario creado originalmente para el críquet, emplazado a pocos metros al sur del río Támesis, empataron en un gol por bando dos equipos que representaban a Inglaterra y Escocia. Este duelo, empero, no es reconocido por las autoridades futboleras porque los once futbolistas «visitantes» vivían en la capital británica y, además, no habían sido elegidos por The Scottish Football Association.

El primer encuentro que sí es reconocido como «oficial» se produjo el 30 de noviembre de 1872 en una cancha del West of Scotland Cricket Club, situada en el barrio de Partick, a las afueras de Glasgow. Esa jornada, ante apenas tres mil espectadores, Escocia —integrada por jugadores de un solo club, Queen’s Park FC, y vestida de azul, uniforme alternativo de ese mismo equipo— e Inglaterra no lograron sacarse diferencias. El match terminó con el marcador en blanco.

La FIFA y el Mundial fallido

La Federación Internacional del Fútbol Asociación (FIFA) nació en París el 21 de mayo de 1904. Su creación se produjo a la sombra de la Union des Sociétés Françaises des Sports Athlétiques, porque ocurrió en un sector trasero, patio mediante, del edificio que ocupaba la USFSA en la calle Saint Honoré 229 de la capital francesa. La entidad germinó a partir de un cónclave entre delegados de Francia, Bélgica, Dinamarca, Países Bajos, España, Suecia y Suiza. The Football Association inglesa, presidida por el lord escocés Arthur Kinnaird, se negó a enviar un representante. En esa primera sesión, se aprobaron algunos estatutos que contemplaban la unificación de reglamentos —en base al que se utilizaba en ese momento en Gran Bretaña—, la promoción del deporte y gestiones para la incorporación de otras asociaciones nacionales. En la reunión inaugural, además, se empezó a trabajar en la idea de una competición entre selecciones para 1905 o 1906. Al día siguiente, la FIFA realizó su primer congreso oficial, en el que se designó al galo Robert Guérin como presidente.

Un año más tarde, el organismo ya contaba con las afiliaciones de las federaciones de Inglaterra, Alemania, Austria, Italia, Hungría, Gales e Irlanda. En el segundo congreso, efectuado entre el 10 y el 12 de junio de ese mismo año, nuevamente en París, los representantes se entusiasmaron con la idea del primer «Mundial», aunque no se resolvió si se realizaría con clubes o selecciones. Los delegados tampoco se pusieron de acuerdo respecto de la eventual intervención de jugadores profesionales, que ya eran aceptados en países como Inglaterra. Sí se diseñaron grupos y hasta se evaluó la posibilidad de que Suiza fuera sede de los partidos semifinales y la final. El gobierno helvético, incluso, ofreció donar el trofeo. No obstante, esta idea fracasó por problemas económicos y de logística.

Por ello, la propuesta de una competición internacional de gran envergadura se trasladó a los Juegos Olímpicos de Londres 1908, el primero que contó con la participación de selecciones y la organización de una entidad futbolera, The Football Association. Luego de los Juegos de Estocolmo 1912, y con la incorporación de países no europeos, como Sudáfrica, Argentina, Chile y Estados Unidos, la intención de instaurar la Copa del Mundo volvió a germinar, pero el inicio de la Primera Guerra Mundial, en 1914, congeló la iniciativa durante quince años.

Además de "Historias insólitas de los Mundiales de Fútbol", Wernicke escribió "Historias insólitas de los Juegos Olímpicos", "Historias insólitas del fútbol", e "Historias insólitas de la Copa Libertadores".
Además de "Historias insólitas de los Mundiales de Fútbol", Wernicke escribió "Historias insólitas de los Juegos Olímpicos", "Historias insólitas del fútbol", e "Historias insólitas de la Copa Libertadores".

Uruguay, primera sede

Mientras el fútbol ganaba espacio y prestigio en los Juegos Olímpicos, varios congresos de la FIFA se sucedieron sin que se lograra alcanzar el objetivo primordial: un campeonato exclusivo de este deporte con representaciones nacionales de todos los continentes.

La idea de organizar el primer Mundial comenzó a cobrar fuerza varios años después del final de la Gran Guerra —que luego sería llamada «Primera Guerra Mundial»—, gracias al empuje del francés Jules Rimet. El dirigente galo, que presidía la FIFA desde 1921, estaba convencido de que el fútbol podía «fortalecer los ideales de una paz permanente y verdadera».

Tras numerosas «idas y vueltas», el 8 de septiembre de 1928, en Zurich, se le puso fecha al primer torneo: julio de 1930. Casi un año más tarde, el 18 de mayo de 1929, España, Italia, Suecia, Países Bajos, Hungría y Uruguay presentaron sus candidaturas en el congreso de Barcelona. La nación rioplatense era la favorita por haberse consagrado campeona en los dos últimos Juegos Olímpicos, por contar con mejores recursos —ofreció hacerse cargo de todo los gastos de traslado y alojamiento de las delegaciones, lo que no pudieron asegurar los países del Viejo Continente, que atravesaban una severa crisis económica— y por sumar el apoyo de todos los delegados americanos, mientras que los representantes europeos, aunque eran mayoría, estaban divididos entre cinco postulantes. Además, se veía con simpatía que el torneo formara parte de los festejos del centenario de la jura de la independencia uruguaya.

Según los diarios de entonces, la actuación diplomática del delegado oriental, Enrique Buero —acompañada ardientemente por la de su par de Argentina, Adrián Beccar Varela—, resultó decisiva. Primero consiguió las renuncias de los representantes de Suecia, Países Bajos y Hungría. Luego, con el argumento de que en el Uruguay había una enorme colectividad española e italiana que apoyarían a sus selecciones, logró que los delegados peninsulares dieran un paso al costado. El honor de ser el primer país organizador de la Copa del Mundo, finalmente, fue concedido por aclamación a Uruguay.

En declaraciones al matutino porteño La Nación, Buero sostuvo que «la decisión del Congreso de elegir a Montevideo como sede para el primer campeonato mundial ha permitido revelar el sentimiento unánime de los distintos países americanos, que con Argentina a la cabeza, han apoyado calurosa y entusiastamente la propuesta de la Confederación Sudamericana de Fútbol. Hemos dado un ejemplo reconfortante de solidaridad continental». La historia de los Mundiales estaba en marcha.

Carlos Gardel con los campeones uruguayos del Mundial 1930.
Carlos Gardel con los campeones uruguayos del Mundial 1930.

La Copa

Una vez confirmada la primera sede, Jules Rimet acordó con los demás representantes de la FIFA que en cada Copa del Mundo se pondría en juego un trofeo especial, que quedaría en poder de la nación vencedora durante cuatro años, hasta la competencia siguiente. Asimismo, se decidió que aquel país que ganara tres veces un Mundial obtendría el premio para siempre. Rimet solicitó la creación del galardón al escultor francés Abel Lafleur, quien diseñó una copa con la figura de la diosa griega de la victoria, Niké, con las manos extendidas. La obra —de 55 centímetros de alto, cuatro kilogramos de peso y un costo de cincuenta mil francos— fue moldeada con oro puro de 18 kilates y montada sobre una base de piedras semipreciosas.

El trofeo, que se puso en juego nueve veces hasta que Brasil se lo adjudicó en forma definitiva tras vencer en México 1970, fue protagonista de algunas situaciones bastante curiosas. En 1938, después de que Italia venciera a Hungría en la final del Mundial de Francia, la copa fue guardada dentro de la bóveda de seguridad de un banco romano. Al estallar la Segunda Guerra, el vicepresidente de la federación italiana, Ottorino Barassi, la retiró de la entidad bancaria y la escondió debajo de su cama, dentro de una caja de zapatos, para evitar que fuera hallada por los alemanes que habían invadido y ocupado la península. Se cuenta que un grupo de agentes de las SS llamó a la puerta de la casa de Barassi, en la plaza Adriana de Roma, para secuestrar el trofeo. Los oficiales registraron el piso, pero no encontraron el preciado galardón. Cuando se marcharon, Barassi rezó un padrenuestro. Unos años después, el dirigente italiano entregó en persona la copa a los responsables de la FIFA en Luxemburgo.

Casi treinta años más tarde, el 20 de marzo de 1966, a pocos meses del inicio del Mundial que se disputó en Inglaterra, la figura dorada desapareció misteriosamente de las vitrinas de la tienda londinense Westminster Hall, donde se la exhibía para promocionar el campeonato. El enigmático robo puso en vilo al prestigioso cuerpo de policía Scotland Yard, que a pesar de asignar el caso a sus mejores hombres, no logró obtener una sola pista. Desesperada por el bochornoso suceso, que hacía trizas su arrogancia, la Football Association encomendó en secreto al orfebre Alexander Clarke la realización de una copia para sustituir al premio original, que ya había sido bautizado «Jules Rimet» en honor al dirigente francés.

Pero antes de que el artista terminara su trabajo, el 27 de marzo, un perro de raza collie, llamado Pickles, salvó el orgullo inglés al hallar la preciada copa, envuelta en diarios en un jardín del suburbio Beulah Hill. Tiempo después se sabría que había sido sustraída por un obrero portuario llamado Walter Bletchley. Pickles fue declarado de inmediato héroe nacional y su propietario, David Corbett —un barquero del río Thames de 26 años—, recibió una recompensa de tres mil libras esterlinas. El famoso collie murió en 1973 y su desaparición fue seguida por el llanto de miles de hinchas.

Wernicke cuenta algunas anécdotas disparatadas en relación a la copa del Mundial, en especial sus varios intentos de robo: el perro inglés que fue declarado héroe nacional tras encontrar la copa robada y la vez que un argentino logró robar la copa de Brasil y fundirla.
Wernicke cuenta algunas anécdotas disparatadas en relación a la copa del Mundial, en especial sus varios intentos de robo: el perro inglés que fue declarado héroe nacional tras encontrar la copa robada y la vez que un argentino logró robar la copa de Brasil y fundirla.

Se mira… se roba y se funde

En 1970, el trofeo llegó a la sede de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), para quedarse eternamente. Empero, como dice la canción, «nada es para siempre»: la copa fue robada el 19 de diciembre de 1983. El despojo habría sido planeado pocos meses antes en el bar Santo Cristo, situado en la zona del puerto de Río de Janeiro, por el gerente de banco Antonio Pereyra Alves, el decorador José Luis Vieira da Silva, el ex policía Francisco José Rivera y el joyero argentino Juan Carlos Hernández.

Pereyra Alves, quien visitaba asiduamente la sede de la CBF, notó que la copa se encontraba dentro de un aparador fácilmente vulnerable. Según la versión policial, la noche del atraco, Vieira da Silva y Rivera maniataron al único guardia y desaparecieron con el botín, que fue derretido de inmediato por Hernández. Los cuatro sospechosos del robo fueron detenidos y condenados a nueve años de prisión. Los lingotes producidos con el oro del trofeo desaparecieron en el mercado negro carioca. Uno de los investigadores del caso se quejó de que «Brasil luchó tanto para ganar la copa y fue a parar a las manos de un argentino». Poco después de recuperar la libertad, Hernández volvió a la cárcel, condenado por tráfico de drogas. Cuando se enteró de que la desaparición del precioso objeto sí era para siempre —y que no se había cumplido la sentencia de la canción— la CBF encomendó a la empresa Eastman-Kodak de los Estados Unidos la elaboración de una reproducción para ser lucida en una vitrina del estadio Maracanã.

La FIFA tomó nota de este incidente y, para evitar otras sorpresas desagradables, determinó que no se entregaría al país ganador la nueva copa que se puso en juego a partir de 1974, diseñada y producida por el orfebre italiano Silvio Gazzaniga. Desde entonces solo se otorga una réplica al ganador y la original se conserva en las oficinas que el organismo posee en Zurich, Suiza.

¿Qué pasó finalmente con aquella réplica que, disimuladamente, había plasmado el inglés Alexander Clarke por orden de la Football Association? Fue subastada en 1997 por la casa Sotheby’s a pedido de la familia del joyero y vendida en unos 400 mil dólares a la misma FIFA, que la colocó en exhibición en el Museo Nacional del Fútbol de Preston, Inglaterra.

Quién es Luciano Wernicke

♦ Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1969.

♦ Es escritor y periodista.

♦ Trabajó para la Agencia Diarios y Noticias (DyN) y las revistas Humor y El Gráfico, entre otros medios.

♦ Es autor de Historias insólitas de los Mundiales de Fútbol, Historias insólitas de los Juegos Olímpicos, Historias insólitas del fútbol, Doctor y campeón, James, nace un crack, Historias insólitas de la Copa Libertadores, Historias insólitas de la Copa América, El Matador e Historias insólitas de la selección mexicana.

SEGUIR LEYENDO:

Guardar

Últimas Noticias

Otro Álvaro Pombo, un país que ardía: el último libro del ganador del Premio Cervantes cuenta recuerdos de la Guerra Civil Española

El personaje principal de “Santander, 1936″, es el tío del escritor, que en ese entonces acababa de volver de Francia. Agitación política y sus consecuencias
Otro Álvaro Pombo, un país que ardía: el último libro del ganador del Premio Cervantes cuenta recuerdos de la Guerra Civil Española

“Un país bañado en sangre”: Paul Auster advirtió sobre el peligro de las armas libres en Estados Unidos más de un año antes del atentado a Trump

El autor contando que su abuela mató a su abuelo de un tiro. Pero el libro, que tiene menos de cien páginas, va mucho más profundo. Allí el autor, que murió en mayo, dice que los norteamericanos tienen veinticinco veces más posibilidades de recibir un balazo que los ciudadanos de otros países ricos
“Un país bañado en sangre”: Paul Auster advirtió sobre el peligro de las armas libres en Estados Unidos más de un año antes del atentado a Trump

Moisés Naim: “Hoy la democracia está bajo ataque a nivel mundial, es una forma de gobierno en peligro de extinción”

El columnista venezolano, uno de los más leídos en castellano, publica un nuevo libro, “Lo que nos está pasando”. Habló con Infobae sobre sus temas principales: las nuevas estrategias dictatoriales, el rematch electoral entre Joe Biden y Donald Trump, el combo del populismo, la polarización y la posverdad y la sensación generalizada de vivir un periodo de crisis histórica
Moisés Naim: “Hoy la democracia está bajo ataque a nivel mundial, es una forma de gobierno en peligro de extinción”

Así son los jóvenes escritores de Lisboa que llegarán a Buenos Aires: fútbol, diversidad y mestizaje

Yara Nakahanda Monteiro, Bruno Vieira Amaral y Afonso Reis Cabral estarán en la Feria del Libro porteña. Aquí comparten expectativas sobre su encuentro con autores y editores argentinos
Así son los jóvenes escritores de Lisboa que llegarán a Buenos Aires: fútbol, diversidad y mestizaje

De Lisboa a Buenos Aires: Lídia Jorge invita a las nuevas escritoras a mirar al pasado para ver el futuro

La aclamada escritora portuguesa, que estará en la Feria del Libro, reflexiona sobre el papel de la literatura en la denuncia del machismo y la represión, destacando similitudes y diferencias entre continentes
De Lisboa a Buenos Aires: Lídia Jorge invita a las nuevas escritoras a mirar al pasado para ver el futuro